Pura semiótica en Baños con Goles

Es una de mis palabras favoritas. Semiótica. Uno pensaba que su primer significado,valga la redundancia, era el de teoría general de los signos, que es lo que aprendimos leyendo el tratado de lingüística de Ferdinand de Saussure. Curiosamente, ésa es la tercera acepción de la palabra semiótica que da el diccionario de la Lengua. La primera está en el ámbito de la Medicina y se refiere a los signos de las enfermedades desde el punto de vista del diagnóstico y del pronóstico.

En la esquina de Baños con Goles, que juntas parecen remitir a un partido de waterpolo, hay dos casos de semiótica en el campo que la estudió Saussure. La primera está relacionada con un compatriota suyo. En su libro Sevilla insólita y secreta, Ricardo de Castro cuenta que la cabeza de caballo que adorna una de esas esquinas está relacionada con una antigua fábrica de coches de caballos que existió en el histórico Garaje Laverán. Antes de que fuera un edificio modernista con la firma de Aurelio Gómez Millán, uno de los arquitectos cuñados de Aníbal González, un discípulo de Eiffel construyó la estructura de hierro de la nave central. Sin tilde, Antoine Laveran Mandement, francés de Toulouse, se estableció en Sevilla e instaló la fábrica de coches de caballos. Era amigo de Pablo Picasso y de Winston Churchill, dos nonagenarios que fueron casi contemporáneos.

Dicen que Goles es una aféresis deformada de Hércules, de la antigua puerta con el nombre del mítico personaje. Rafael Gordillo era un niño cuando muere Churchill en 1965; un adolescente cuando fallece Picasso en 1973. El que fuera futbolista del Betis, el Real Madrid, el Écija y la selección española (75 partidos), el vendaval del Polígono cumple hoy 64 años. Nació en Almendralejo, paisano de Espronceda,tan romántico en su fútbol como éste en su poesía. De cuna extremeña porque su padre jugaba en el Extremadura de esa localidad con melones de la Uefa.

Ayer coincidí con dos de sus mejores amigos de la infancia, con Guillermo el Negro, que aprovechaba el solito de febrero en la terraza de la Norte Andaluza, que suena a poema de Gerardo Diego, y con Enrique Guijarro. Enriquillo el de los periódicos, le llamaba y sigue llamando su amigo Rafa Gordillo, que de chavalote subía al transportín de su bicicleta para ayudarle a repartir los periódicos a domicilio. Los mismos que voceaba el padre de Enrique, hijo de un carabinero.

La calle Baños tiene una importante concentración de periodistas y Enrique vende noticias en su semisótano. Es una institución junto al Conservatorio. Nació en Triana, en la calle Alfarería, vivió la diáspora y mientras a su familia le entregaban el piso en el Polígono de San Pablo, donde conoció a Gordillo, vivió un verano y medio otoño salvajes en los Merinales, antiguo campo de presos donde se sentía Mowgli en El Libro de la Selva. Cuenta que un día Gordillo detuvo su Mercedes delante del puesto, en esta esquina mágica de Baños con Goles. Dice Enrique que era cuando el Betis había ido a por lana a Moscú y lo trasquilaron en Tiflis, la capital de Georgia. Encerrona de marzo de 1978 que está en las hemerotecas la misma semana que Cayetana de Alba se casó con Jesús Aguirre, el ex cura que fue director general de Música en el Gobierno de Adolfo Suárez, semana en la que Pepe Guzmán metió su Seat 1500 en el Arquillo del Ayuntamiento.

De los coches de caballos al Mercedes de Gordillo, que alguna vez condujo un cuatro por cuatro y hoy estrena un ocho por ocho que son sesenta y cuatro. Del francés amigo de Picasso y Churchill, de quien escribió una biografía Boris Johnson, al extremeño circunstancial amigo de Guillermo y de Enrique. El primero le presentó a Isabel, la madre de los hijos de Gordillo. El segundo lo hizo copiloto de su diligencia de periódicos, en los que tantas veces lució con humildad su fina estampa quien le marcó más goles al Betis que al Sevilla.