Sevilla

San Isidoro, un santo sevillano

  • El autor considera que la capital debería reivindicar la figura de un intelectual universal que fue arzobispo de Sevilla y cuyos restos reposan en la ciudad de León desde hace 950 años

DEL 21 al 29 de abril pasado la ciudad de León celebró el 950 aniversario del traslado de los restos de San Isidoro de Sevilla a aquella ciudad con diferentes actos que se alargarán durante todo el año, entre ellos una misa en rito hispano-mozárabe, una misa concelebrada en la que participó el arzobispo de Sevilla. Muy bien por León. Pero San Isidoro nació, fue arzobispo de Sevilla, murió y estuvo enterrado durante siglos en Sevilla. Y San Isidoro es el sevillano más importante, no sólo desde el punto de vista eclesiástico y clerical como arzobispo de Sevilla y presidente del IV Concilio Nacional de Toledo en 633, sino como el intelectual más completo, más universal, más leído de todos los sabios que han nacido en la ciudad de Sevilla. Y Sevilla ¿no tiene nada que celebrar?

Isidoro murió en Sevilla el 4 de abril de 636 en su catedral, en medio de la celebración impresionante de una penitencia pública con sayo y ceniza, tal como nos ha relatado el diácono Redempto en su opúsculo Sobre el tránsito de San Isidoro. Éste reposó entre su hermano mayor Leandro y su hermana Florentina bajo una modesta inscripción, redactada en verso: "La Santa Cruz lleva los cuerpos de los hermanos santos: en primer lugar los sacerdotes Leandro e Isidoro, y la tercera Florentina su hermana, consagrada para siempre a Dios; depositada en este lugar… ¿Quiénes fueron? Búscalo en los libros, lector, y te enterarás de que hablaron bien de todo, seguros de su esperanza y llenos de fe, pero sobre todo, puros… Estos héroes siguen viviendo allá arriba, levanta los ojos e intenta verlos tal como han sido pintados". De la zona del Alcázar de Sevilla, donde se han encontrado algunos restos de muros de una basílica (¿?) y, con seguridad, de un baptisterio, es de donde se pretende que proceda la inscripción funeraria de Honorato, el obispo que sucedió a Isidoro.

Pasados los siglos, el rey de León Fernando I (1037-1097), que en 1050 (o 1055) celebra el Concilio de Coyanza con la pretensión de instaurar en el reino de Castilla y León, por primera vez unidos, la liturgia hispana-visigoda, en gran parte obra de San Isidoro, y declarar a San Isidoro patrono del reino, se encuentra con una ausencia de reliquias o restos de santos hispanos importantes. El rey piensa en Sevilla, la cuna de tantos santos y santas en la antigüedad hispano romana y visigoda, que ahora continúa bajo dominación musulmana, gobernada por Al Mutamid, el reino taifa más importante de Al Alandalus. Fernando I inicia sus campañas guerreras de reconquista. En 1063, hace una incursión por tierras sevillanas y sin apenas lucha logra hacer tributario del reino de Castilla al rey poeta Al Mutamid. Una condición más le impone: la entrega de los restos de Santa Justa. Para ello envía una embajada a Sevilla presidida por el obispo de León, Alvito, el obispo de Astorga, Ordoño, y algunos magnates del reino. Al no encontrar los restos de Santa Justa, se llevaron a León el cuerpo de San Isidoro. Alvito murió en Sevilla el 5 de septiembre de 1063, siendo llevado junto a San Isidoro a León, donde recibieron un apoteósico recibimiento.

León se enorgullece y celebra la llegada de los restos del santo hispalense Isidoro ¿Y Sevilla? ¿Ha de permanecer callada, indiferente, ignorante del mayor sevillano de todos los tiempos? ¿No va siendo hora de que nos preocupemos de estudiar, conocer y dar a conocer al intelectual y al santo más importante, más leído y conocido durante los siglos medievales? Existe en Sevilla una parroquia de San Isidoro, existe una Cofradía de Semana Santa que lleva el nombre vulgar de "San Isidoro", sale en procesión su imagen el día de Corpus y nada, un santo desconocido, San Isidoro de León.

No. San Isidoro nació, murió y estuvo enterrado en Sevilla hasta 1063, San Isidoro lee los viejos libros que ya nadie leía y que él reúne en una biblioteca donde figuraban obras de Filosofía, Teología, Gramática y Retórica, Historia, Derecho, Arquitectura, Ciencias. Por otra parte, su actividad episcopal en la vida eclesiástica, en los Concilios y en la educación cristiana de la juventud es enorme; su influencia en el Estado y en la orientación política, muy intensa y asombrosa por la magnitud y la erudición de su obra escrita de teología, de historia, de cánones, de compilador de la sabiduría antigua. Su obra Historia de los Godos, de los Vándalos y de los Suevos se abre con el canto entusiasta de España De laude Spaniae, la mejor glosa que un historiador haya podido escribir de España, que copiaría Alfonso X en su Crónica General en el siglo XIII y el P. Mariana en su Historia General de España en 1601. La última obra de San Isidoro Las Etimologías es una gran enciclopedia que recoge, extractados y clasificados, todos los conocimientos de la Antigüedad: las siete artes liberales, la historia, las escuelas filosóficas, la cosmografía, la historia natural, la medicina, el derecho, las costumbres y las bibliotecas y los juegos, la poesía, es decir, la esencia de obras y de bibliotecas enteras.

¿Y Sevilla? ¿Indiferente a San Isidoro? ¿Ajena a lo que otros y en otras ciudades estudian, publican, trabajan, celebran sobre San Isidoro? Es necesario que Sevilla reivindique a San Isidoro. Pero para ello, hay que leer a San Isidoro, estudiarlo, amarlo y, después, darlo a conocer.

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