Son y están

"Hay poca gente en Sevilla pensando de qué vamos a vivir dentro de 20 años"

  • El estudio de arquitectura que figura en el ranking nacional como el primero andaluz en facturación el año pasado y uno de los diez primeros de España, el que ha participado en la última Bienal de Venecia, tiene 86 personas en plantilla y un espíritu moderno y emprendedor que se ve en la sede que se han construido junto al puerto

NUNCA hay un viento favorable para el que no sabe dónde va". Esta cita de Séneca abre uno de los boletines digitales mensuales que en Eddea se elaboran para sus profesionales en Sevilla, Madrid, Mérida y Varsovia, ligados a una web sólo en inglés. Esto es posible en una empresa con personal de ocho lenguas vernáculas (castellano, francés, alemán, inglés, italiano, sueco, polaco y el neerlandés de Flandes), cuya organización está liderada por siete socios y uno de éstos, José María de Cárdenas (Sevilla, 1965), está casado con la sueca Anna Martinson (a la que conoció de estudiante al alojarse en Sevilla en casa de sus padres mediante un intercambio), tienen dos niñas de 16 y 13 años, y para que sean bilingües el sueco es el idioma oficial de su hogar en Simón Verde. El espíritu inquieto de este admirador de la idiosincrasia escandinava se fraguó a los 18 años. Se fue un año de aventura on the road por Estados Unidos con una mochila y viajando en autostop. Desde entonces no ha parado. Sabe adónde va.

-Defina en breve su infancia.

-Entre San Juan y Mairena porque mi padre tenía una fábrica de textil y vivíamos en una parcela cercana. Hice el bachillerato en el IES Fernando de Herrera, y para ir a la Universidad me busqué en Sevilla un piso, en la calle Goles.

-Su mayoría de edad la despabiló como trotamundos en EEUU.

-Es una experiencia que recomiendo a todos a esa edad. A mí me marcó. Por entonces la sociedad sevillana era muy cerrada y la diferencia era muy grande con la norteamerciana. Un viaje así te da un sentido global del mundo incluso en los detalles de la vida cotidiana.

-¿Cómo llegó a la arquitectura?

-En la Universidad comencé estudiando Económicas y después Matemáticas. Pero buscaba una carrera más aplicada. Por eso me fui a la de Arquitectura, me gusta mucho lo que tiene de disciplina creativa y a la vez integradora, con la economía, las matemáticas, la psicología, la sociología, la ingeniería, la sostenibilidad medioambiental, etcétera. Todo eso es muy enriquecedor.

-¿Cómo debutó?

-En 1993 me reuní con Luis Ybarra y montamos un estudio de arquitectos llamado Decya. Era un momento de recesión, como ahora. Y evolucionamos con un nuevo planteamiento: detectar dónde hay un problema al que nosotros podamos aportar una solución arquitectónica y urbanística creando vínculos entre las partes interesadas. Básicamente, Administración, promotores y arquitectos. A partir de ahí empieza la elaboración del proyecto. Nos da muy buen resultado.

-¿Qué es Eddea?

-Eddea no es un estudio de arquitectura al modo tradicional. Hemos asumido el modelo de organización interna de importantes despachos de abogados, como Garrigues, o de grandes firmas de ingeniería. Nos hemos unido profesionales muy diversos. Nuestra especialización es la gestión y desarrollo de grandes proyectos. Ignacio Laguillo y el italiano Harald Schonegger aportan su gran creatividad arquitectónica, que brilló con el Premio FAD y la participación en la Bienal de Venecia. Yo soy más experto en consultoría estratégica, Luis Ybarra está más ligado a la ingeniería, José Luis López de Lemus con el urbanismo. Y hemos incorporado a ese estatus principal a dos de las personas en Eddea desde sus inicios, la psicóloga María González Adame y el diseñador Javier Martínez Santos.

-Llama la atención una psicóloga en un estudio de arquitectura.

-Vienen bien esos conocimientos de psicología. Construir edificios es hacer ciudad, y hacer ciudad es sobre todo sociología y urbanismo.

-Cite ejemplos en Sevilla de su forma de impulsar proyectos y galvanizar diversos intereses.

-El edificio Galia Puerto y el intercambiador de transportes en Mairena del Aljarafe, ligado a la línea 1 del Metro. En el puerto había unos terrenos baldíos. Le planteamos a la Autoridad Portuaria construir en ellos. Les pareció bien pero alegaban que no tenían dinero. Buscamos clientes, recabamos el apoyo de la Gerencia de Urbanismo y planteamos una solución integradora. Para Mairena buscamos un inversor e implicamos a Sando en una necesidad para la Junta, y el proyecto adquiere el valor añadido de un complejo de oficinas y a la creación de una plaza. El resultado es que construimos ciudad, que es lo esencial para nosotros.

-¿Qué ha fallado en el urbanismo y la ordenación del territorio?

-La ciudad, el municipio, es lo que se ha quedado detrás, se ha construido sin pensar en clave de ciudad y ciudadanía. Y, por la crisis, fiarlo todo a las VPO es volver a utilizar cada ciudad sólo para urgencias empresariales y laborales.

-¿Para arreglar hay que derribar?

-Las urbanizaciones de adosados darán paso a otras con más verticalidad, para devolverle a la población el uso de espacios que ahora no existen porque todos son casas.

-¿Adónde va Sevilla?

-Veo poca gente que esté pensando globalmente la ciudad. Un ejemplo es el puerto y su potencialidad desaprovechada, tan cerca de todo un área metropolitana. Hay que plantearlo no sólo como receptor de materias primas, sino también como manipulador de materias, aportándole valor añadido.

-¿Y el área metropolitana?

-Urge tomar medidas pero se sigue perdiendo el tiempo, enquistados en la diferencia de color político de unos ayuntamientos respecto a a otros. Muchos planes de ordenación urbanística están sin aprobar. Y no hay nadie que haga ver a los alcaldes y otros interlocutores que carece de sentido y viabilidad plantear sobre el papel que en cada municipio haya de todo. Estando imbricados unos con otros, hay que tender a la especialización.

-¿Qué sugiere?

-Hay que planificar a 20 años vista de qué vamos a vivir. Todo lo que ha cambiado el mundo en los últimos meses obliga a reflexionar. Una vez se acuerden los objetivos, que todos vayamos hacia ese reto. Hemos de aprender de la construcción de las catedrales. Se hacían a lo largo de décadas, o incluso siglos. La dirección pasaba por las manos de muchos maestros de obra, pero todos sabían cuál y cómo era el objetivo final. Los personalismos no enquistaban la unidad de acción y nadie patrimonializaba el proyecto, porque era de todos. Eso falta en Sevilla como falta tener voluntad de entender a otros interlocutores.

-¿El talento local es desoído?

-En Sevilla ha faltado la figura de un arquitecto urbano con una gran visión de la ciudad y que estuviera dentro de la estructura del Ayuntamiento. Alguien como Vázquez Consuegra o los Cruz y Ortiz. La ciudad sería hoy más amable.

-¿El Metro va a cambiar la ciudad?

-El Metro necesita densidad de población. Hay que tender a situar equipamientos importantes, públicos o privados, cerca de las paradas de Metro. Incluidas las grandes superficies comerciales.

-¿Con la crisis van a depender más de su crecimiento en Europa?

-En eso vamos a más, por ejemplo en Austria y Bulgaria. Aspiramos a un concurso en Copenhague para la reurbanización de su puerto. También hemos probado suerte en Estocolmo, y acometeremos la reordenación del barrio de Bialoleka, en Varsovia, donde ganamos.

-¿Si le dieran por un día la vara de mando en Sevilla, qué haría?

-Un pacto educativo con todos los representantes sociales. Confío mucho más en educar bien en la familia a un niño que en apuntarlo a un máster cuando acaba la carrera. Lo segundo es generalizar los carriles bici. Revela que la ciudad es capaz de asimilar bien grandes cambios. Y lo tercero es cambiar un modelo de vida en el que lo normal es ponerle rejas a los parques. Iniciemos la sostenibilidad en Sevilla reemplazando la botellona.

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