El que se fue a Sevilla perdió su silla

Crónica Un recorrido por el paseo comercial Luis Montoto, nuevo centro de la ciudad

El carril-bici es la nueva red sanguínea de la ciudad, un indudable signo de progreso en una urbe donde en algunas zonas es una auténtica odisea encontrar un banco para leer

Carril-bici en Luis Montoto, junto al templete de la Cruz del Campo.
Carril-bici en Luis Montoto, junto al templete de la Cruz del Campo.
Francisco Correal

02 de mayo 2010 - 05:03

El que se fue a Sevilla perdió su silla. Gracias al refranero, el AVE de las palabras va de Sevilla a Malagón, donde el que va (provincia de Ciudad Real) perdió su sillón. El que se fue a Sevilla perdió su silla y cogió su sillín. Esta crónica es un recorrido por una zona de la ciudad bien servida de carril-bici, homenaje a la Vuelta Ciclista a España en sus 75 años, y desprovista de bancos para sentarse.

Vena o arteria, el carril-bici es la nueva red sanguínea de la ciudad. Te deja en la puerta del hotel Los Lebreros, como ayer podía comprobar Jorge Molina, jefe de prensa del Parlamento de Andalucía, que pedaleaba junto a su hijo. Del hotel sale una pareja de invitados a una boda, ella con pamela de salsa rosa. Caminan por el carril-bici en busca de un taxi.

Tiempo de verano, se lee en la valla publicitaria de unos grandes almacenes, con la chica salvada de las aguas como en la película de Jean Renoir. El carril-bici de Luis Montoto está frente a las estaciones del Via-Crucis. Arranca mayo y hay ambiente de comunión en la chocolatería Virgen de los Reyes. También están llenos de invitados los veladores del bar El Templete, situado junto a la construcción que da nombre a la avenida, al frustrado proyecto de los cuatro arquitectos divinos y a una cerveza más que centenaria. Primero llenan el templo y después el Templete. Ni un puñetero banco para sentarse a leer el periódico. Te puedes sentar en alguno de los bares. El camarero, como contaba del Beni de Cádiz Garmendia en su libro sobre la taberna del Traga, te dirá que para sentarse hay que pedir algo. Benito Rodríguez Rey, el gran Beni, le diría que si había que pedir, que le diera un cigarrillo.

Un díptico te disuade de sentarte. Paseo comercial Luis Montoto. Un plano con ocho hitos del llamado nuevo centro de la ciudad. Un recorrido heterogéneo, maratón de emociones que incluye la parroquia Inmaculada Concepción, el hospital San Juan de Dios, la estación Santa Justa, la Tesorería de la Seguridad Social, el palacio y jardines de la Buhaira, el estadio Ramón Sánchez Pizjuán, la antigua fábrica de Artillería y la iglesia de San Benito. ¿Quién se sienta con ese programa?

Como los turistas disciplinados, empezamos por la parroquia de la Inmaculada Concepción. No cabe un alma. Hay sillas de bar en el altar para los niños que van a recibir la primera comunión. Uno de ellos salta y corre vestido de marinero, como Alberti el día que dio el pregón del Carnaval de Cádiz. El carril-bici es una línea recta completamente verde, una alfombra para novios ecologistas.

Eduardo Dato sin tráfico. La Giralda al fondo sin humos. José Pérez López está sentado en la parada del autobús junto al hospital de San Juan de Dios. Nació en el 22 y deja pasar el 23. "Voy en el 32 a la Oliva". Trabajó de chófer de los Amarillos a Chipiona. Es viudo, no tiene nietos. ¿Hay bancos suficientes en la ciudad?, le pregunto. "Hoy no abren". Pasa el 32. Apaga con la palma de la mano la ceniza, se coloca el cigarrillo en la comisura de los labios y con su sombrero tirolés sube sus 88 rumbosos años al autobús.

Detrás de Gol Sur hay bancos junto al parque infantil. Dos abuelas pasean con tres nietos. Ambiente bucólico que rompen dos energúmenos. Desenrrollan una bufanda y se hacen fotos con el mural de Santiago del Campo al fondo. Por curiosidad, me giro para ver de qué equipo son. La bufanda tiene el escudo del equipo de Nervión y las palabras Puta Sevilla. Un joven se les acerca y les recrimina su actitud. El que les afeó su comportamiento estudió Ingeniería pero es policía nacional. Le dicen que son aficionados del Atlético de Madrid. El policía estaba con su mujer y su hijo pequeño disfrutando de la primera mañana del mes de mayo. Sentados en un banco. Milagro.

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