Miguel Ángel Tabales. Arqueólogo y profesor titular de la Universidad de Sevilla

"La Sevilla romana sigue siendo muy desconocida para los arqueólogos"

  • Experto en arqueología de la arquitectura, ha participado en la labor de desentrañar los secretos de algunos de los principales edificios de la ciudad, como el Alcázar o la Giralda.

Sevilla, con 3.000 años de historia a sus espaldas, es una ciudad en la que se conocen los nombres de sus arqueólogos más importantes. Miguel Ángel Tabales es uno de ellos. Perteneciente a la muy amplia colonia de extremeños que habita la antigua Hispalis, Tabales (Llerena, Badajoz, 1964) llegó a Sevilla con apenas 17 años para estudiar en su Universidad y, pasado el tiempo, se ha convertido en una de las personas que más conocen sus entrañas. Experto en Arqueología de la Arquitectura, es el director de la revista que el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) publica sobre la materia. También enseña como profesor titular en diferentes centros de la Hispalense relacionados con la construcción y la arqueología. Durante las últimas décadas ha realizado excavaciones en los principales edificios de la ciudad: el Alcázar, la Catedral, el Hospital de las Cinco Llagas, el Convento de Santa Clara, Santa María de los Reyes. Su entrega al oficio de la arqueología es total y la tensión producida en las excavaciones del Patio de Banderas le llevaron a fumar por primera vez cuando rozaba los 50 años. "Es algo pasajero", dice con cara de culpabilidad cuando encierre un cigarrillo al final de la entrevista. Ahora está entusiasmado con las posibilidades del Palacio de don Fadrique.

-¿Da ya por finalizadas las excavaciones en el Patio de Banderas?

-No, las excavaciones en el Patio de Banderas están paralizadas provisionalmente por problemas económicos, ni mucho menos se han dado por finalizadas. Ahora mismo se ha tapado el yacimiento y se ha dejado una pequeña cripta transitable, pero estamos a la espera de que en un futuro, no sé si lejano, se retomen esos trabajos.

-¿Queda mucho por excavar?

-Queda poco. Lo principal es construir una cripta visitable para el público. Toda la obra sería subterránea y, una vez terminada, el Patio de Banderas no sufriría el mínimo cambio visible. Quiero dejar esto muy claro, porque en su día se difundieron noticias falsas que aseguraban que el aspecto del Patio de Banderas iba a cambiar, algo totalmente erróneo.

-En su día, la prensa publicó a toda plana el hallazgo en estas excavaciones del que se considera hasta ahora el indicio de actividad humana más antiguo de Sevilla, el resto de un fuego que tuvo que hacer alguien sobre el siglo VIII a. C.

-Del VIII o el IX a. C. Tenga en cuenta que estamos en el sur de la ciudad y que Sevilla no tiene nada que ver con lo que fue históricamente. Esto se debe a una cuestión: la ubicación actual del Guadalquivir es de hace sólo 800 años, con anterioridad discurría por la calle Sierpes, la Catedral.... Además, en la Antigüedad, el casco histórico de la ciudad era mucho más pequeño, ya que no adquirió sus dimensiones actuales hasta la expansión almohade en el siglo XII. La población de entonces se concentraba en la Alfalfa, Francos...

-En tiempos muy remotos Sevilla llegó a ser costa.

-El río ahora mismo desemboca a 99 kilómetros de Sevilla; en época romana lo hacía a 15 o 16 kilómetros; y, en tiempos protohistóricos, la ciudad probablemente fuese un asentamiento costero. A ese enclave es donde llegan los fenicios y donde se asienta de forma constante una población de la que no sabemos apenas nada. Aparecen restos muy dispersos y exiguos. En el caso del Patio de Banderas tenemos unas fosas comunales de cocina que delatan la presencia de estos pobladores. Así que podemos hablar de una población fenicia con connotaciones indígenas. Eso sí, la presencia humana en esta zona está testimoniada desde el Neolítico. Hay fragmentos de cerámica que indican que, al menos, por aquí pasó gente.

-Hasta la fecha, en el conocimiento de la Sevilla Antigua del gran público pesaba mucho el libro sobre la época que Blanco Frejeiro escribió hace décadas y editó la Hispalense. La obra, evidentemente, debe estar ya muy anticuada a la luz de los nuevos datos arqueológicos aportados en las últimas décadas.

-Sevilla es una de las ciudades españolas que tiene más excavaciones arqueológicas. En los últimos años se han realizado cientos de intervenciones que han ido cambiando la imagen que se tiene de la urbe histórica. Actualmente conocemos muy bien la ciudad islámica, especialmente la almohade. Sin embargo, la ciudad romana sigue siendo muy desconocida para los arqueólogos por la profundidad a la que se encuentran los restos, algo que se debe a que Sevilla tuvo un gran éxito histórico, lo que ha supuesto la acumulación de construcciones y depósitos. Insisto, el gran cambio que se ha producido en los últimos tiempos afecta sobre todo a la topografía de la ciudad antigua. Hasta hace poco se pensó que el casco histórico era mayor que el que realmente se ha podido constatar.

-Es decir, que Sevilla era sólo la Alfalfa.

-Bueno, y un poco más. El recinto de la ciudad antigua constaba de unas 75 hectáreas, muy pocas comparadas con las 277 que tiene actualmente el centro histórico.

-Uno de los edificios que se buscan con más ahínco es la gran basílica paleocristiana. Algunos esperaban que apareciese en el Patio de Banderas.

-Ésa era la teoría de Manuel Bendala, que excavó en 1974 en la parte norte del Patio, descubrió un baptisterio y postuló la posibilidad de la presencia de una basílica paleocristiana-visigoda importantísima desde el siglo IV en esta zona. El templo duraría hasta la construcción del Alcázar en el siglo XI. En las excavaciones que hemos realizado ahora en la zona sur del Patio aparece lo que podría ser un monasterio asociado a esta basílica, si es que existió...

-¿Cuál ha sido el gran hallazgo de esta excavación?

-Sin duda el gran edificio romano de época de Julio César. Parece un gran hórreo, un gran almacén portuario con una serie de estructuras en torno a un patio central y con un criptopórtico, una galería subterránea sustentada por columnas, que parece definir la presencia de una plaza que se situaría en la zona sur del Patio de Banderas y debajo del Apeadero del Alcázar. Asimismo, los restos que aparecen sobre esa estructura romana indican que pudo existir también un gran templo dedicado a la diosa Isis.

-¿Y qué fue de ese gran edificio romano?

-Los indicios apuntan a que fue destruido por una gran inundación.

-¿Un tsunami?

-Podría ser, se está estudiando. En cualquier caso fue una gran inundación cuya potencia tuvo que destrozar la mayor parte del puerto de Sevilla, que era el pulmón económico de la ciudad del momento. El monasterio al que antes hacíamos mención está sobre las ruinas producidas por esa inundación. Después, sobre los restos de este edificio cristiano, se levantaría un barrio islámico que sería demolido para construir el Alcázar. Son 3.000 años de historia.

-¿Cuál es la gran incógnita que tiene que despejar la arqueología sevillana?

-Hay muchas. Sobre todo las características que definen el urbanismo primitivo de la ciudad, que es una incógnita absoluta. Es muy difícil, porque, como decíamos antes, debido al éxito histórico de la ciudad, hay que excavar hasta 12 metros para alcanzar niveles protohistóricos. ¿Qué obra llega por debajo de los 3 o 4 metros de profundidad? Casi ninguna. Otra incógnita es la forma de la ciudad romana. No conocemos sus murallas. Sabemos que hubo al menos cinco cinturones de murallas de diferentes épocas y no se ha detectado ninguno salvo la islámica. Sólo tenemos indicios que no son concluyentes.

-Precisamente, usted ha trabajado la cerca almohade, que fue destruida por el afán modernizador mal entendido.

-Esta muralla la han estudiado muy bien José García Tapial y José María Cabeza, que tienen un libro magnífico sobre la misma. Creo recordar que de los aproximadamente siete kilómetros que tenía la cerca se conservan unos tres.

-¿Sólo tres?

-Bueno, no está mal. Toda la Moneda, todo el Valle, toda la Macarena, los lienzos ocultos en el caserío de Torneo y Menéndez Pelayo. Yo he localizado restos de estas murallas en muchos lugares.

-En 1998 fue el encargado de excavar la base de la Giralda.

-Fue una de las cosas más emotivas que he realizado. Lo hicimos cuando se repavimentó la cara oriental de la Catedral. Alfonso Jiménez organizó un trabajo arqueológico digno de su labor. Descubrimos varias de las piezas epigráficas romanas que están puestas en la base de la torre y recuperamos la cota primitiva, la almohade, y hoy en día se pisa cincuenta centímetros más abajo de lo que se pisaba hace treinta años. La gran sorpresa fue que la cimentación de la Giralda era muy escasa para la mentalidad actual, apenas dos metros de profundidad.

-¿Eso produce inestabilidad?

-No, en absoluto. Los almohades eran verdaderos expertos en este tipo de trabajos. Es una profundidad suficiente y tiene una organización estructural que permite de sobra su estabilidad. De hecho ahí está, ha sufrido infinidad de terremotos, se ha movido mucho y apenas tiene 30 centímetros de desplome.

-Y además aguanta el remate cristiano que se le puso en el XVI.

-Sí, pero es un remate muy ligero. Hernán Ruiz II lo supo hacer bastante bien. A juzgar por las excavaciones que hicimos no realizó ni una sola comprobación de los cimientos... Lo tenía clarísimo y no ha fallado. Era un genio.

-¿Cómo son esos cimientos de la Giralda?

-Un dado de dos metros de bloques de piedra sobre una gran base de argamasa.

-Además de en el Patio de Banderas, usted ha trabajado mucho en otros lugares del Alcázar, un auténtico mosaico de construcciones.

-El Alcázar es, probablemente, el conjunto conservado más complejo de la arquitectura medieval española. Esto se debe a lo que ha perdurado su uso. Después de 1.000 años sigue usándose y todos los califas y reyes cristianos lo han querido mejorar. Lo que hoy puede observarse no es ni el más lejano recuerdo de lo que fue al principio.

-¿Y qué fue al principio?

-Una fortificación de una hectárea, todo el perímetro del Patio de Banderas, que se construyó a las afueras de Sevilla en el siglo XI, con la dinastía taifa de los abaditas. En apenas cincuenta años se construyeron tres recintos más. Ya en el siglo XII, cuando llegaron los almohades, el Alcázar tenía cinco hectáreas y, para colmo, éstos convierten a Sevilla en su capital imperial europea y, en los siguientes cuarenta o cincuenta años, pasa a tener 17 hectáreas y 11 recintos diferentes. De todo eso hoy en día quedan apenas cuatro o cinco hectáreas. Todo lo demás está bajo la Catedral, la Moneda, la Contratación.... Cuando nosotros empezamos a excavar en el Alcázar veníamos con una idea preconcebida y, al cabo de un mes, ya se nos estaban cayendo todas esas estructuras mentales. En los últimos 17 años hemos ido aportando un poco de claridad en este proceso tan complejo.

-El Alcázar más conocido es el de Pedro I: el Salón de Embajadores, el Patio de las Doncellas, el Patio de las Muñecas...

-Sí, es el que tiene mayores valores estéticos y, además, representa un momento dorado de la ciudad. Sin embargo, no debe despreciarse el Palacio Gótico de Alfonso X, que si no estuviese agobiado por estructuras perimetrales sería un verdadero castillo con una planta magnífica. Si tuviésemos de este edificio una visión externa, con sus contrafuertes y almenados, sería espectacular.

-¿Qué le gustaría descubrir del Alcázar?

-Después de muchos años de investigación, por suerte o por desgracia, tengo una visión bastante completa. Lo más importante ya lo hemos comprendido. Hay que rematar las dataciones de los diferentes recintos, para lo que estamos aplicando técnicas de radio carbono y termoluminiscencia que van aclarando la cronología: el origen y su evolución. Me encantaría poder rematar algo que hemos dejado a medias, que es la excavación del Patio de Banderas en su sector meridional. Me gustaría comprobar si de verdad existió una plaza importante en la época Imperial romana y un templo dedicado a la diosa Isis. También si hay una vinculación entre los restos del monasterio con la basílica paleocristiana a la que hacía mención Bendala.

-¿Y qué se pretende hacer con los restos que han aparecido en las excavaciones, un museo?

-La intención es hacer una sala arqueológica donde poder exponer una selección, pero la nueva dirección está recién llegada y hay que dejarla trabajar con tranquilidad. Nosotros llevamos años trabajando en la selección de piezas.

-¿Alguna que le entusiasme?

-Yo estoy especialmente sensibilizado con un ara que es la viva historia del Alcázar. Es de origen romana, dedicada a la diosa Minerva por el colegio de los aceiteros de Sevilla y debió estar en este entorno portuario. Luego fue reutilizada como cimacio en la época visigoda y, finalmente, la reconvirtieron en pavimento de la antigua puerta islámica del Alcázar. Esto nos habla de una historia viva: de auge, de destrucción, de recuperación...

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