calle rioja

Sevillanos de guardia

  • Pandemia. En la ciudad ha crecido la vida de interiores y los balcones han vuelto a ser almenas que mitigan soledades y garantizan distancias

Cuando cierran los bares, la ciudad se transforma por completo. No sé si entonces empieza a tener mas vida interior, eso es muy difícil de cuantificar, pero crece sin duda la vida de interiores. La ciudad que consagró a sus arquitectos rinde pleitesía ahora a sus interioristas. La gente siempre vivió de espaldas a sus casas, también al río, pero ésa es otra crónica, y se volcó en la calle, convertida por la pragmática de la pandemia en territorio vedado. Cada cual ha emprendido el PGOU de su hogar por si la bunkerización se prolonga y la primavera llega marchita. A diferencia de la crisis de 2008, en que la ciudad se despobló de grúas por el mordisco que la burbuja le hizo al sector de la construcción, ahora prodigan por el semicielo de la ciudad estas espadañas industriales.

El vecindario vuelve a comunicarse por los balcones, como en los extintos corrales de vecinos. En estas almenas cotidianas se mitigan soledades y se mantienen las distancias preceptivas. El espíritu de los corrales ha vuelto por imperativo categórico, el transistor colectivo que transmite novedades. La ciudad vive acompañada por sus antípodas. La tarde declinante es la nueva noche de la ciudad que nunca duerme por culpa de esta pesadilla.

Hay sevillanos de guardia. Los ves con sus mascarillas. Ves entrar a Carmina, la actriz descubierta por su hijo, en su casa coronada por un sevillano León de la Metro. Al arquitecto Guillermo Vázquez Consuegra paseando con su perro Camarón por la calle Imagen. Al antropólogo Isidoro Moreno con sus nietos cerca de la calle Tintes, en la trasera de la casa-hermandad de los Negritos, cofradía de la que es hermano y eminente historiador. La cofradía en la que Gregorio Conejo hizo hermanos a Gordillo y Butragueño en una visita del Real Madrid a Heliópolis. También sabía mucho de los Negritos Hugh Thomas, al que entrevisté en una ocasión en el hotel propiedad del duque de Segorbe que está junto al Palacio de Altamira, sede de la Consejería de Cultura.

Misa de viernes en San Bartolomé, en el corazón de la auténtica judería, según Enrique Valdivieso. Se oyen voces infantiles. Han colocado dos porterías junto a la plaza de las Mercedarias y dos equipos de niños con mascarillas juegan un partido de fútbol. Entre La Carbonería de Paco Lira y el palacio donde nació Mañara y estudió Alfonso Guerra. En la iglesia de Santa Cruz hay rezos en latín para que vuelva la misa en Gregoriano.

Ayer fue San Valentín y se le acumulaba el trabajo al joven de Flores Montero, firma más que centenaria en la calle Sagasta, entre el Salvador y Sierpes. Llegan a hacer un encargo Amparo Rubiales y Víctor Pérez Escolano. Formaron parte de la primera Corporación de la democracia, el Ayuntamiento que presidió Luis Uruñuela. Había un arquitecto por partido: en esa época, Víctor todavía hacía edificios con la hoz y el martillo. Biógrafo de Aníbal González, dedicó su tesis doctoral a uno de los artistas más aventureros, Juan de Oviedo, que tiene calle junto a la Casa de las Sirenas de la Alameda. Le han tocado muy dentro las recientes muertes de Vicente Lleó Cañal y Alberto Corazón, de cuyas respectivas trayectorias ha dado cumplida cuenta en las páginas de este periódico.

La edición de libros fue una de las muchas tareas que llevó a cabo Alberto Corazón, a quien el catedrático Fernando Martín invitó a una de las Jornadas de Arte Contemporáneo en la Maestranza. Le cuento a Víctor que tengo en casa un ejemplar de Las flores del mal de Baudelaire que usé como guión transversal en una actuación de Lola Flores en el teatro Álvarez Quintero.

Amparo Rubiales tiene nuevo libro a punto de doble presentación en Madrid y Sevilla. Lo ha titulado Al Amparo del feminismo y lo ha escrito al alimón con Octavio Salazar. En Sevilla se lo presentarán la ministra portavoz y titular de Hacienda, María Jesús Montero, que vive muy cerca de la calle Juan de Oviedo, y la periodista Mercedes de Pablos, que como Amparo también fue concejal del Ayuntamiento de Sevilla. Lo edita Renacimiento, la firma de Abelardo Linares, la misma editorial donde Arsenio Moreno, ex alcalde de Úbeda y especialista en Historia del Arte, ha publicado la novela Galápago. Úbeda es uno de los municipios españoles con mayor número de escritores per cápita. Muñoz Molina lo saca a pares. La patria chica de Joaquín Sabina, que cumple años el día que va unido a esa chapuza que Arias Navarro llamó el espíritu del 12 de febrero para maquillar el franquismo sin Carrero Blanco. Hace dos febreros, Sabina pregonó el Carnaval de Cádiz. Hace un febrero, se desplomó cuando cantaba con Serrat, su socio siamés.

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