Soledad Becerril abandona la política

Primera mujer ministra de la democracia y varias veces diputada y senadora, le correspondió gestionar junto con el PA de Alejandro Rojas-Marcos la Sevilla de los años posteriores a la Exposición Universal.

Soledad Becerril abandona la política
Soledad Becerril abandona la política
Carlos Navarro Antolín

08 de septiembre 2011 - 18:57

A los pocos días de la marcha del gran patrón, Manuel Fraga, el PP pierde otro referente histórico de sus filas. La ex alcaldesa de Sevilla y primera mujer ministra de la democracia abandona la política. Lo anunció ayer por sorpresa en el transcurso de la junta directiva provincial del partido. Soledad Becerril (Madrid, 1944) se va tras una dilatada carrera política que tuvo un primer gran momento brillante de proyección nacional cuando el presidente Leopoldo Calvo-Sotelo la nombró ministra de Cultura, lo que la convirtió en la primera fémina que tomó asiento en el Consejo de Ministros desde la Segunda República española. Bastantes años después, en 1998, su figura política adquirió de nuevo proyección más allá de las fronteras hispalenses como consecuencia del asesinato a manos de ETA del concejal Alberto Jiménez Becerril y su mujer, Ascensión García. Toda España vio las lágrimas de una alcaldesa derrumbada, pero en actitud de protección de los hijos del joven matrimonio caído en la calle Don Remondo. Poco más de un año después perdió el cargo por el repentino pacto entre el PA de Alejandro Rojas Marcos -con el que llevaba gobernando en coalición durante ocho años- y el PSOE de Manuel Chaves y Sánchez Monteseirín.

Soledad Becerril fue elegida diputada en las elecciones generales de 1977. Ahí comenzó una carrera política sin paréntesis hasta hoy. Además de ministra durante justo un año, Becerril fue primera teniente de alcalde de Sevilla de 1991 a 1995 y alcaldesa de 1995 a 1999. Tras perder contra pronóstico el principal sillón de la Plaza Nueva en las elecciones de 1999, en las que encabezó la lista más votada, aguantó un periodo corto como portavoz de su grupo municipal para volver a dedicarse con exclusividad al Congreso de los Diputados, donde ejerció como vicepresidenta tercera en los años de gobierno del presidente Aznar, con el que ha mantenido una relación directa y fluida. Posteriormente fue senadora por Sevilla y ya en 2007 volvió al hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo después de que Arenas intentara repescarla como cabeza de lista municipal. Primero dijo que sí en un reservado del restaurante Becerrita, pero a los pocos días rechazó la propuesta. Ahí fue cuando apareció Zoido.

Tras más de treinta años de actividad política, posee la medalla de oro de Andalucía y la Medalla de la Ciudad de Sevilla, ambas concedidas por gobiernos socialistas. Becerril se caracterizó en sus ocho años de gobernanza municipal por gestionar una ciudad en un contexto de resaca emocional y económica tras la Exposición Universal y su ciclo inversor. En lo personal nunca le gustaron los grandes proyectos urbanísticos ni otras empresas de envergadura para la ciudad, a pesar de que su principal socio en el gobierno fue el gran impulsor del estadio de la Cartuja y del primer intento de candidatura olímpica. Apostó siempre más por la micropolítica, la austeridad en el gasto público, la limpieza de las calles (la ciudad consiguió la escoba de oro) y el cuidado del medio ambiente hasta el punto de preocuparse personalmente por determinados árboles y, valga una estampa de muestra, hasta por ir apagando las luces del Ayuntamiento.

A finales de su mandato tuvo clara la necesidad de hacer un gran edificio municipal en el Prado, diseñado por Rafael Moneo. Pero una de las primeras decisiones de Monteseirín fue la de orillar el proyecto aun costándole a las arcas municipales una gravosa indemnización.

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