Solamente un 21 por ciento de las aguas de la cuenca del Guadalquivir mantienen una calidad "muy buena" o "buena" y, por tanto, cumplen el objetivo establecido en la Directiva Marco de Aguas (DMA) de la Unión Europea, que establece que para el año 2015 todas las masas de agua de la comunidad deben tener un buen estado ecológico. El dato lo aportó ayer la catedrática de Ecología de la Universidad de Sevilla Julia Toja, en el marco de las conferencias organizadas por Emasesa sobre la gestión del agua ante el cambio climático.

Aunque reconoció que la calidad de las aguas de la cuenca ha mejorado levemente en los últimos años -básicamente por la aplicación de una normativa más exigente-, mantuvo que el río Guadalquivir "se encuentra en muy mal estado, y esto no se debe al cambio climático". Julia Toja presentó para argumentar su conclusión un estudio que elaboró para la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG) en el que analizaba la calidad de los ecosistemas acuáticos en función a varios parámetros.

La conclusión es que sólo el 2 por ciento de la cuenca puede recibir la calificación de "muy buena", mientras que un 19 por ciento se encuentra en un estado "bueno". El resto está calificado en su gran mayoría como "regular" o "mal", por lo que no serían aceptados por la Unión Europea cuando la CHG presente en el año 2015 su informe sobre la calidad de los ríos de la cuenca. También existen varios puntos que entran en la categoría "muy mal", donde el río Guadaíra cobra un especial protagonismo. Por el contrario, los ríos en los que están situados los embalses que abastecen a Sevilla están entre los que aprueban el examen de Bruselas.

Julia Toja advirtió que "existen otras cuestiones de andar por casa en el impacto del hombre sobre las aguas que también hay que solucionar antes del cambio climático, entre otras cuestiones porque cuando éste llegue los problemas que ahora tenemos serán más graves".