La Universidad de Sevilla sufre una sangría de alumnos. En ocho años ha perdido más de 13.000 estudiantes. Es un goteo incesante que se repite desde principio de siglo (con excepciones puntuales en 2007, 2009 y 2011) y que se ha acentuado en los últimos años.

Éste no es un problema exclusivo de la Universidad de Sevilla, sino de todas las universidades públicas andaluzas y las previsiones para los próximos cursos no muestran grandes cambios. El auge de las universidades privadas, la diversificación de universidades y la duplicidad de titulaciones junto con la caída de la tasa de natalidad en las últimas décadas son las principales causa de este descenso en el número de matrículas.

La Universidad de Sevilla, la primera de Andalucía en número de alumnos, ha perdido un total de 13.187 estudiantes desde el curso 2011-2012, lo que equivale a una media de algo más de 1.600 alumnos por año. En el curso 2011-2012 había en total 84.764 alumnos matriculados en la Hispalense, mientras que el pasado curso 2018-2019 (última cifra disponible) este número cayó hasta los 71.577, según datos de la propia institución académica.

Los años de mayor sangría fueron desde 2011 hasta 2014. En los últimos cursos, la caída del número de matriculaciones no ha sido tan acentuada, sigue en descenso pero a un ritmo menor.

La pérdida más significativa se encuentra entre los estudiantes de Grado, que caen más de un 13% en ocho años. Por ramas, la de Arquitectura e Ingeniería es la que pierde más alumnos (de 16.278 a 13.128 estudiantes en sólo cinco años), seguido de la rama de Ciencias Sociales y Jurídicas (de 21.987 en 2014 a los 19.479 de 2019).

La facultad de Derecho y las ETS de Ingeniería y Arquitectura son los centros que más estudiantes han perdido en los últimos años

Si se analiza la situación por centros de estudios, los más perjudicados son las facultades de Ciencias de la Educación, Derecho, la Escuela Técnica Superior (ETS) de Arquitectura, la ETS de Ingeniería y la ETS de Ingeniería de Edificación, que ha pasado de los 1.527 alumnos en el curso 2014-2015 a los 674 el curso pasado.

Las universidades explican esta tendencia a la baja, entre otros factores, por la adaptación al Espacio Europeo de Educación Superior (Plan Bolonia), que fija en cuatro años el periodo de estudios frente a los cinco del sistema anterior. Sin embargo, el plan antiguo también contemplaba carreras de tres años (diplomaturas), como las ingenierías técnicas, las de Magisterio o Enfermería, que hoy son de cuatro. Además, desde el curso 2013-2014 el nuevo plan de estudios está completamente implantado, y el número de alumnos de grado, sin incluir a los estudiantes rezagados del plan anterior pendientes de terminar (un colectivo mínimo actualmente), ha seguido descendiendo desde entonces.

Esta caída se aprecia mejor en los alumnos de nuevo ingreso. Desde el curso 2011-2012 hasta la actualidad, tanto la oferta de la Universidad de Sevilla como el número total de matriculados de nuevo ingreso han descendido. En concreto, la demanda se ha reducido en más de un 16,5% en este periodo. Ante esta situación, la Hispalense ha tenido que recortar también su oferta en estos años y eliminar hasta 2.154 plazas de nuevo ingreso en ocho años.

Otro de los factores que explican este descenso es la caída de la tasa de natalidad en las últimas décadas y la diversificación de universidades. La última institución en incorporarse al sistema universitario público andaluz fue la Universidad Pablo de Olavide en 1996. Pero, en estos últimos 20 años, las universidades, sobre todo las más jóvenes, han ido adquiriendo nuevas carreras o creando dobles titulaciones, produciéndose algunas duplicidades en carreras como Ciencias de la Actividad Física y del Deporte o Derecho, que en el caso de Sevilla la ofertan tanto la Hispalense como la UPO. La tarta es la misma, pero hay más invitados para repartir.