crimen de la heladería

El fiscal y las acusaciones mantienen la petición de 20 años de cárcel para la asesina de la heladería

  • Los forenses ratifican que la víctima murió estrangulada después de recibir un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó semiinconsciente y con la capacidad de defensa mermada.

Carmen Quero, de blanco, en el banquillo en la primera sesión del juicio.

Carmen Quero, de blanco, en el banquillo en la primera sesión del juicio. / José Ángel García

La Fiscalía de Sevilla y las dos acusaciones particulares que representan a los familiares del jubilado Manuel Martín Ojeda, cuyo cadáver fue hallado el 9 de enero de 2016 en el interior de un congelador de la heladería Otoño de la Macarena, han mantenido este miércoles la petición de condena para María del Carmen Quero Bernal de ocho años y medio de cárcel, en el caso del Ministerio Público, y de 20 años, según la petición de las acusaciones que representan a los familiares.

El Ministerio Público han elevado a definitiva sus conclusiones provisionales en la tercera sesión del juicio que se sigue en la Audiencia de Sevilla ante un jurado popular. La diferencia entre las calificaciones presentadas por la Fiscalía de Sevilla y los familiares del fallecido derivan de la calificación de homicidio planteada por el Ministerio Público, que además aprecia dos circunstancias atenuantes en la conducta de la acusada: la de confesión, por haber acudido a la Comisaría de Dos Hermanas inculpándose del asesinato, y la de hallarse bajo la influencia de las bebidas alcohólicas.

La acusación particular que ejerce la familia considera, en cambio, que los hechos constituyen un delito de asesinato, en el que no aprecia ninguna circunstancia atenuante, por lo que eleva a 20 años la petición de condena para María del Carmen Quero Bernal.

Los abogados José Manuel Portillo y Mariano de Alba, que representan a la familia, consideran que la confesión de la encausada en la comisaría fue "totalmente falsa, equívoca y tendenciosa", además de "interesada y alejada de la realidad", por cuanto ofreció una versión exculpatoria en la que "ocultó intencionadamente hechos relevantes y añadió otros diferentes, ofreciendo en suma una versión irreal que demuestra su intención de eludir su responsabilidad". Y añaden que confesó cuando ya no tenía posibilidad de ocultar el crimen.

La abogada defensora, Esperanza lozano, ha mantenido que los hechos son constitutivos de un delito de homicidio, en el que aprecia varias circunstancias eximentes y reclama una condena no superior a los cinco años.

En la tercera sesión del juicio, celebrada este miércoles, han comparecido los forenses que examinaron el cadáver de la víctima y que han confirmado que la muerte se produjo por estrangulamiento, después de haber recibido un fuerte golpe en la cabeza con un objeto contundente, lo que le provocó una “franca disminución de la consciencia” en el momento de la asfixia. Así, han añadido que la bebida que había tomado el jubilado junto a unos fármacos no le hacían estar en condiciones óptimas para defenderse, porque “la capacidad de defensa estaba bastante mermada cuando fue estrangulado”.

Además, han constatado la diferente complexión física de la víctima y la acusada. El jubilado tenía una estatura de 1,55 y pesaba 60 kilos frente a la corpulencia de María del Carmen, mucho más joven y fuerte.

En la vista oral también ha declarado un policía nacional que tomó la primera declaración a María del Carmen Quero Bernal, que ha señalado que la acusada estaba tendida en la sala de espera y diciendo “he matado a un hombre”. El agente ha añadido que le leyeron sus derechos y se los explicaron, pero no cree que los entendiera por las condiciones en las que se hallaba, “muy, muy borracha”, ha aseverado.

Por último, el jurado ha podido ver el vídeo de las cámaras de seguridad del bar Mi negro y yo, donde se observa cómo la víctima y la procesada abandonan el local poco antes de las nueve de la noche para marcharse a la heladería que regentaba para supuestamente mantener relaciones sexuales.

Tanto el fiscal como la acusación coinciden básicamente en que la acusada y la víctima se encontraron sobre las 20:30 del 8 de enero de 2016 en el bar Mi negro y yo, ubicado en la calle Doctor Jaime Marcos de Sevilla. La acusada, que conocía "al menos de vista" a Manuel, le pidió que la invitara a una consumición alcohólica.

El jubilado se hallaba con unos conocidos y, tras terminar su bebida, se dirigió a la salida del bar, momento en el que fue abordado por María del Carmen, quien según recogen los escritos de calificación provisional de las acusaciones, le dijo: "apúrate que nos vamos a follar".

A continuación, ambos abandonaron juntos el local y se dirigieron hasta la heladería Otoño, propiedad de la procesada, donde ambos se introdujeron y permanecieron juntos toda la noche, en el transcurso de la cual la acusada -según precisa el fiscal- estuvo consumiendo varias bebidas alcohólicas, seguramente whisky.

Sobre las siete de la mañana del día siguiente, el sábado 9 de enero, se inició una discusión entre ambos "por motivos no exactamente acreditados", y fue entonces cuando la acusada golpeó "violentamente" al jubilado con una figura de Buda o similar.

En su declaración en el juicio, María del Carmen reconoció el crimen ante el jurado popular y explicó que metió el cuerpo en el congelador porque tenía “miedo y pánico”. La acusada dijo que está “muy arrepentida” de lo ocurrido y atribuyó el crimen a su problema con el alcohol, puesto que afirmó que aquella noche estaba “muy borracha” porque llevaba “bebiendo varios días” sin parar y llevaba cuatro o cinco días durmiendo en el negocio.

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