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Cómo ahorrar en el uso de combustibles

Cómo ahorrar en el uso de combustibles

Cómo ahorrar en el uso de combustibles

Llenar el depósito es cada día más caro. Según los últimos estudios, el precio del combustible se ha encarecido un 45% con respecto a las mismas fechas del año anterior. A esta subida desbordada de los precios debemos sumar la inflación generalizada, la incertidumbre económica y el miedo ante el posible suministro de gas.

Todo ello explica que las familias revisen los tiques que reciben e intenten ahorrar en el consumo del vehículo. Pese a ello, la cantidad de combustible necesaria para trasladarse puede variar atendiendo a diversos factores. Algunos de ellos están relacionados con la presión de las llantas, el estado de los neumáticos o la frecuencia con la que pisamos el pedal del acelerador.

Trucos para ahorrar combustible en los viajes

Aunque depende del vehículo, los años de circulación o el estado de las carreteras, en general existen una serie de trucos que pueden ayudarnos a repostar con menor asiduidad.

  1. Lugar de repostaje

Repostar en un lugar u otro tiene efectos sobre el precio final del depósito. De hecho, existen grandes diferencias entre el repostaje en pequeños pueblos y grandes ciudades, así como entre las gasolineras más conocidas. Si estas pequeñas diferencias continúan a largo plazo, el uso de combustible de una gasolina a otra puede generar una cifra elevada.

Pese a ello, en los últimos meses las gasolineras han comenzado a premiar a los consumidores o intentar retener su consumo mediante descuentos por litro, puntos para gastar en las tiendas u otro tipo de servicios. Por esta razón, es recomendable revisar algunas plataformas como Gasogenio en las que los usuarios pueden informarse sobre el ahorro de combustibles y las últimas actualizaciones de las empresas (descuentos, cupones, apps…).

Asimismo, conviene tener presente las ventajas a largo plazo que nos ofrecen ciertas marcas. En este sentido, algunas empresas ofrecen acumulación de descuentos o rebajas fiscales ante la atracción de amigos.

  1. Velocidad uniforme

Los llamados “acelerones” precisan de una mayor cantidad de carburante que una velocidad constante y óptima. Siempre que sea posible, lo ideal es mantener la velocidad en carretera y evitar pasar de una velocidad elevada a una baja. De igual modo, las cuestas o frenazos deben intentar aprovechar el movimiento natural del vehículo, disminuyendo la velocidad lentamente o evitando los frenazos de última hora. Una aceleración constante implicará un uso mayor de carburante.

  1. Presión en las ruedas

Aunque el motor es el que genera la explosión de fuerza, el vehículo se pone en movimiento gracias a las ruedas. Así, un fallo en las ruedas evitará que el vehículo se ponga en marcha o que, por el contrario, precise de una mayor potencia y, por ende, de carburante.

Los expertos recomiendan acudir al libro del fabricante y revisar las cifras aportadas por estos. Especialmente antes de viajes largos, la presión de aire de las llantas y el estado del neumático deben ser revisados. Además de suponer un ahorro en el carburante (pues un neumático deshinchado necesitará una mayor potencia para su puesta en marcha), las ruedas influyen en el movimiento del vehículo y la velocidad.

  1. Marchas

El vehículo sufre enormemente cuando el motor se revoluciona. En este sentido, no prestar atención a un vehículo revolucionado da lugar a un consumo abusivo de carburante y una pérdida económica a largo plazo.

Aunque algunos vehículos informan sobre el cambio de marcha, los expertos recomiendan no sobrepasar las 2.500 revoluciones en los coches diésel y las 2.000 en gasolina. Además, lo aconsejable es apostar por la marcha elevada en caso de duda, ya que una cuarta o quinta marcha consume menos cantidad de combustible que una tercera revolucionada.

  1. Apaga el motor

Especialmente en la conducción en la ciudad, los vehículos deben someterse a multitud de contratiempos que van desde semáforos o túneles hasta paradas sin explicación aparente. En este sentido, en algunos momentos conviene apagar el vehículo y accionar el freno de mano para evitar el uso constante de carburante. Otros ejemplos pasarían por los atascos, sobre todo en la entrada de grandes urbes, o el aparcamiento momentáneo señalizado.

  1. Aire acondicionado o ventanillas

En contra de la creencia popular de que el aire acondicionado aumenta el carburante consumido, lo cierto es que su aumento o disminución atienden a la velocidad. En este sentido, los vehículos que circulan a menos de 90 km por hora ahorran carburante si viajan con las ventanas bajadas. En estos casos, el uso del compresor provoca que el trabajo del motor sea mayor y, por lo tanto, requiera una mayor cantidad de carburante.

No obstante, si los vehículos circulan a 100 km por hora o a una velocidad mayor, las ventanillas bajadas darán lugar a un mayor uso de carburante. Entre otras, ello se debe a una cuestión aerodinámica: el viento que se introduce en el interior de nuestro coche “intenta frenarlo” y provoca una resistencia por parte del mismo. De este modo, la velocidad disminuye y debemos apretar el acelerador para alcanzar una velocidad adecuada.