El análisis: Una sentencia muy abierta
Ahora que ha terminado el juicio, tras la vorágine de declaraciones y pruebas presentadas, comienza la labor más complicada para el tribunal. Los tres magistrados de la Sección Séptima deben ahora retirarse a deliberar en la soledad de sus despachos para dictar una sentencia que, como suele ocurrir siempre que los jueces resuelven, nunca contentará a todas las partes. A priori, la sentencia está muy abierta y cabe cualquier posibilidad, desde la condena de alguno o de todos a la absolución de otros. El único que a estas alturas sabe que va a ser condenado sin duda alguna es Carcaño, aunque el joven confía en que el tribunal admita que la muerte de Marta fue un homicidio imprudente -como si se tratara de un accidente de tráfico, cosa de la que dista mucho- y le imponga una condena de tres años o, como mucho, que la condena sea por homicidio -de diez a quince-, pero nunca de asesinato, que podría llegar a 20 años. Con respecto a los otros acusados, la sentencia es un melón por calar: Samuel Benítez tiene en su contra la confesión inicial y la incriminación de sus amigos. Javier Delgado lo tenía bien hasta que apareció el testigo sorpresa, y el futuro de su novia está ligado probablemente a lo que los jueces hagan con Javier: si es condenado puede que sea arrastrada también. La solución, posiblemente a la vuelta de Navidades.
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