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Los Invisibles | Marta Lara, paellera

“He aplicado mis conocimientos de marketing a la paella”

  • Abrió un punto de paella junto a la Campana. Con el primer impulso abrió un restaurante. Publicista de formación, da seis tipos de arroces y uno los viernes para veganos

Marta Lara, en el puesto de paellas que abrió en la calle San Eloy, junto a la Campana.

Marta Lara, en el puesto de paellas que abrió en la calle San Eloy, junto a la Campana. / Belén Vargas

HIJA de sevillano y valenciana, Marta Lara (Sevilla, 1981) condensó esas raíces para reinventarse. Del marketing al paro, del paro a vender la paella valenciana en Sevilla.

–¿Cuántos tipos de paella?

–Hacemos la valenciana, de marisco, arroz negro, arroz a banda, fideuá y el arroz al horno que le llamamos paella ibérica. Por la gran demanda vegana y vegetariana, los viernes también tenemos arroz con verduras.

–¿Dónde aprendió?

–La principal recompensa personal y profesional es que no tenía ninguna experiencia en hostelería. Vendrá de mi madre, valenciana de Benamámet, una pedanía de Valencia. Pero se casó con un sevillano de Morón. Se conocieron en Chipiona. Los dos trabajaban en la base americana, mi madre tuvo cinco hijos, cuando nació el segundo dejó el trabajo.

–¿Ha seguido su receta?

–Ella fue de la primera promoción de Publicidad en la Universidad de Valencia, aunque nunca ejerció porque fue profesora de Corte y Confección. Yo hice Publicidad y Marketing.

–¿La segunda vez que sigue los pasos de su madre?

–Pues sí. Mi hermano Antonio también lo hizo. Es dueño y chef de El Capitán de la Paella, un restaurante de Conil.

–¿Cómo es el mapa de su arroz?

–Ahora viene muchísimo italiano y francés. En invierno más ingleses y alemanes.

–¿Cuántas veces se reinventó?

–Trabajé diez años en marketing de Diario de Sevilla. He aplicado mis conocimientos a una idea. Mi pareja lleva la web y el logotipo. Consulté con antiguos compañeros del periódico el nombre de La Paella que se lleva, jugando con el doble sentido.

–La ‘primera’ en la Campana...

–Hemos tenido muy buena aceptación. La idea estaba dirigida al público local. No tengo nada en inglés, pero queriendo. No quería que nos identificaran con paella para guiris. Antes un ochenta por ciento de la clientela era local y un veinte por ciento turistas, ahora es cincuenta y cincuenta el local y el visitante.

–¿Ha sido su mejor ‘campaña’?

–Hice un estudio de mercado y vi que la paella se vendía carísima y de mala calidad. Mi objetivo era gráficamente dar jamón serrano al precio de jamón de york. No valía la pena dar una paella muy cara para vender cuatro.

–¿Individual, familiar?

–Y por encargos. Llevamos seis paelleras gigantes a una boda con quinientos invitados.

–Paella, ¿sinónimo de España?

–Es un símbolo universal. De hecho hay muchos turistas que saben más de paella que el público local. En Sevilla no gusta la auténtica paella valenciana, que lleva pollo y conejo.

–¿Es parte de su cultura?

–Mi madre ganó tres años seguidos el concurso de paella que organizaba el colegio San Agustín al que yo iba. Le tuvimos que decir que no se presentara más.

–¿Qué aficiones tiene?

–Siempre he estado rodeada de artistas. Mi madre me llevaba de niña al Maestranza a oír música clásica. Jugué al balonmano y voy siempre en bicicleta.

–El valenciano Sorolla pintó la pesca del atún en Ayamonte. ¿Va bien con arroz?

–Se le puede echar todo. Mi madre pinta muchísimo a Sorolla.

–¿Cómo se llama su oficio?

–Es curioso, porque la paella es el recipiente, la sartén y la paellera sería yo.

–En los teletipos aparece el arroz en Hong Kong y camino de las Bahamas para los damnificados del huracán. ¿Es global?

–Conozco muy poca gente a la que no le guste el arroz. Uno de ellos es mi padre. A la vejez ha empezado a gustarle.

–¿De dónde es el arroz?

–Lo traemos de Valencia. Igual que el garrofón, la alubia blanca que lleva la paella valenciana.

–¿Sevillana o valenciana?

–Mi familia es muy curiosa. Mi abuelo materno es de Morón y se casó con una valenciana. Mi madre es de Valencia y se casó con un sevillano. Mi hermano Antonio estuvo a punto de repetir la historia, pero no cuajó la relación con una novia valenciana.

–¿Un elogio valenciano tiene más mérito?

–Sí. Son muy exigentes, super talibanes con la paella. Le dicen peyorativamente arroz con cosas.

–¿Va a la patria del arroz?

–Hace más de veinte años que no voy a Valencia. Mi hermana se vistió de fallera. Mi madre lleva cincuenta años en Sevilla pero es muy valenciana y siempre quiere ir a las Fallas. En su casa nunca se habló valenciano porque mi abuelo era de Morón.

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