Los hospitales de Sevilla sobreviven al apagón, pero suspenden cirugías y aplazan pruebas

Calma. Es el ambiente que se respiraba ayer a las puertas de los principales hospitales de Sevilla a primera hora de la tarde. El apagón generalizado que se produjo en toda la península y el sur de Francia pasado el mediodía tuvo su impacto en el devenir diario de los centros sanitarios aunque, según informaron las fuentes oficiales de la Consejería de Salud, se mantuvo la actividad gracias a los "grupos electrógenos con gran capacidad" de los que disponen. Estos aparatos, además, "pueden ir ampliando su capacidad de generar electricidad según las necesidades", indicaron las mismas fuentes.

En los grandes hospitales públicos de la provincia, aunque desde sus direcciones transmitían tranquilidad porque habían logrado parar el primer golpe, lo cierto es que, según pudo aber este periódico por fuentes no oficiales, optaron por suspender toda la actividad quirúrgica no urgente y en otros por suspender la programada de la tarde. El escenario se hacía más incierto a medida que avanzaba la tarde. Había profesionales que empezaban a temer por la autonomía de los respiradores de los pacientes con problemas respiratorios y desde la Consejería de Salud se desconocía el margen que podían tener los generadores de electricidad de emergencia.

En el Hospital Virgen Macarena un guardia de seguridad junto al personal del centro orientaban ayer a las 17:00 horas a los usuarios que iban llegando con una cita programada, en su mayoría, presumiendo su suspensión, pero sin querer dejar de comparecer después de meses de espera.

Era el caso de María Montes y Miguel Saavedra. Él tenía programada ayer por la tarde una colonoscopia que llevaba "unos cuatro meses esperando". Resignado, admitía la imposibilidad de poder realizarse la prueba ante tal imprevisto. "No podemos hacer nada", decía ella. Otra pareja abandonaba, igualmente resignada, las instalaciones. Tenía una ecografía a las 18:30 horas, que se ha visto aplazada. "A ver ahora hasta cuándo", lamentaban.

Mari acaba de llegar de trabajar a visitar a su abuelo hospitalizado. En planta la situación "está controlada" afirma. "No hay estrés, ni tensión, ni nerviosismo", apostillaba. Coincideían ella Rosario Hernández. Tiene a su hermano ingresado y aseguraba que todo "funciona con normalidad". "Tiene suero y oxígeno y todo le está yendo bien", explica aunque sí admitía que le han aplazado un cateterismo no urgente.

Más angustiada estaba Aguasantas Benítez. Su madre, de 86 años, tenía que ser intervenida para la colocación de un marcapasos el viernes, pero una complicación hizo que se programara para ayer. El apagón tampoco lo hizo posible. "Nos habíamos reunido todos los hijos y más familiares que se habían desplazado desde fuera y esperábamos que ya se lo hicieran porque lleva desde el miércoles mal", lamentaba escasos minutos después de que les hubieran comunicado que, finalmente, no podría realizarse la intervención.

La situación se repetía en el Hospital Virgen del Rocío. En los accesos a las Urgencias había el tránsito habitual de cualquier día. El vigilante avisaba a los usuarios que se acercaban a la puerta sobre cómo se estaba afrontando la situación. Por lo general, reinaba la resignación. "Es una lástima con lo que tardan en darte una cita que ahora pase esto, pero no tienen la culpa los que están dentro", decía el portavoz de un grupo de varias personas que aguardaban la llegada de su familiar. Algunos profesionales advirtieron de la llegada masiva de pacientes a la puerta de Urgencias de los hospitales de pacientes crónicos con sistema de oxigenación domiciliaria ante la falta de suministro eléctrico en casa.

En cuanto al ámbito de la Atención Primaria, igualmente se optó por aplazar la actividad, conservando sólo la atención para urgencias. Los centros activaron sus correspondientes planes de crisis para afrontar el apagón.