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Pisos turísticos: El centro despersonalizado

  • La proliferación de esta actividad empuja a numerosas comunidades de vecinos a tramitar el cambio de sus estatutos para impedir el alquiler a los visitantes

Un hombre entra en un apartamento turístico. / Reportaje gráfico: Juan Carlos Vázquez

Un hombre entra en un apartamento turístico. / Reportaje gráfico: Juan Carlos Vázquez / firma del fotógrafo

Un edificio de la calle Torneo con patio interior. Todas la viviendas se conectan a través de una galería. Isabel Gómez, que lleva diez años residiendo en este bloque, contempla perpleja cómo un inquilino se pasea en calzoncillos y descalzo por las zonas comunes sin pudor alguno. No es la primera vez que esto sucede. Viene ocurriendo con bastante frecuencia. Los paseos en ropa interior, las molestias ocasionadas por fiestas y el quebranto de la normal convivencia se han convertido en el pan nuestro de cada día desde que uno de los apartamentos se utiliza con fin turístico. Lo curioso de esta situación es que quien gestiona dicho arrendamiento no es el propietario del inmueble, sino la persona a la que se lo tiene alquilado, que saca un gran provecho económico del piso sin autorización de su dueño y sin licencia alguna que ampare la actividad.

Situaciones de este tipo se han convertido en una constante en el vecindario del centro de Sevilla, especialmente en la zona norte, donde abunda este tipo de alojamientos turísticos, ya sean legales o no. José Luis Cano vive en la calle Jerónimo Hernández, en el entorno de Regina, el denominado nuevo soho de la ciudad, cerca de las setas de la Encarnación. Los dos últimos edificios que se han rehabilitado en esta vía se han adaptado por completo para dar cabida a apartamentos turísticos. "De una calle donde antes se veían a vecinos con carros de la compra hemos pasado a otra donde únicamente nos encontramos a gente con maletas", refiere Cano, quien tiene claro a qué se debe esta transformación: "Los propietarios de los pisos ganan cuatro, cinco y hasta seis veces más si arriendan el inmueble a un visitante ocasional que a un inquilino de larga estancia".

Este sevillano ahonda en otro de los efectos colaterales de este fenómeno. La oferta del alquiler convencional comienza a menguar de manera preocupante, pues los arrendadores logran mayor beneficio económico con el uso turístico. "Y ello pese a que alquilar una vivienda a un grupo de turistas conlleva más riesgos respecto a la conservación del inmueble y su mobiliario, un desgaste que se ve compensado con los altos ingresos que se obtienen", destaca este vecino.

Cuando el uso residencial y el turístico han de convivir en un mismo bloque surgen los problemas, de ahí que numerosas comunidades de vecinos estén actualmente planteándose un cambio estatuario para impedir el alojamiento de visitantes ocasionales. Así lo constata Cano: "En nuestro edificio, lo primero que hemos hecho en cuanto se han vendido pisos es preguntar si se van a convertir en apartamentos para turistas. Esta preocupación es común en otros muchos bloques, que ya están modificando los estatutos para impedir ese uso".

El cambio, sin embargo, no supone un trámite fácil. José Feria, presidente del Colegio de Administradores de Fincas de Sevilla, recuerda que dicha modificación requiere de la unanimidad de los propietarios. "En el momento en el que uno se oponga, no se pueden alterar los estatutos", incide Feria, quien explica que conseguir que todos estén de acuerdo en prohibir este tipo de arrendamiento resulta difícil, "pues si en la comunidad hay algún vecino que tiene dos propiedades o que ya cuenta con otra fuera de ese bloque, el veto supone cercernarle la posibilidad de obtener beneficios económicos con el alquiler turístico".

FUENTE: Centro de Datos Turísticos. GRÁFICO: Dpto. de Infografía. FUENTE: Centro de Datos Turísticos. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

FUENTE: Centro de Datos Turísticos. GRÁFICO: Dpto. de Infografía.

Ante tal situación, el presidente del Colegio de Administradores de Fincas aboga por aplicar un reglamento de régimen interno que establezca unas normas básicas para el uso de las zonas comunes y de la convivencia. "Lo redacta la comunidad de vecinos y la junta de propietarios lo aprueba por mayoría, sin necesidad de que exista unanimidad", detalla Feria, quien comenta que a la institución que preside ya han llegado varios casos similares. "Cuando se ha aplicado este reglamento las molestias se han reducido un 90%. Se trata de seis o siete normas que sirven para que la gente se conciencie de la necesidad de respetar unos principios básicos para la convivencia entre vecinos y para el buen uso de instalaciones que todos comparten", abunda este experto. Estas cuestiones las han elevado ya comunidades de la calle Francos, Alameda, Regina y Macarena, principalmente, donde más se concentra la referida actividad.

Otra de las preocupaciones de los residentes es el control de las personas que hacen uso de estos pisos los fines de semana y puentes festivos. "¿Quién les pide una documentación?", pregunta Javier Sánchez, que a menudo se encuentra en la escalera de su bloque, en la calle Jesús del Gran Poder, a extranjeros que vienen a disfrutar de una escapada en la capital andaluza. "Con frecuencia llegan cargados de enormes bártulos sin que sepamos si este equipaje ha pasado algún tipo de inspección o si su alojamiento está supervisado por alguna autoridad. En los hoteles se les pide un DNI y existe una vigilancia al respecto, pero en un bloque de pisos este procedimiento no se lleva a cabo y desconocemos qué control se les ha aplicado hasta tenerlos de vecinos", comenta este joven con cierta preocupación.

El centro despersonalizado Pisos turísticosEl trasiego de visitantes con maletas se ha convertido en una estampa habitual de las calles sevillanas. El centro despersonalizado  Pisos turísticosEl trasiego de visitantes con maletas se ha convertido en una estampa habitual de las calles sevillanas.

El centro despersonalizado Pisos turísticosEl trasiego de visitantes con maletas se ha convertido en una estampa habitual de las calles sevillanas.

A dicha duda responde el presidente de los administradores de fincas: "Los apartamentos turísticos reglados sí han de informar sobre los huéspedes, un control que recae en la Policía Nacional. El problema, eso sí, está en los que carecen de licencia para esta actividad". Una situación de ilegalidad que no es ni mucho menos minoritaria. Los datos más recientes del Ayuntamiento hispalense lo demuestran. En este ámbito deben diferenciarse dos tipos de alojamiento, por un lado, los apartamentos turísticos, de los que en octubre de 2017 había inscritos 1.155 en la ciudad. Por otro lado, las viviendas con fines turísticos. El avance del diagnóstico de Emvisesa fijó en 10.600 las existentes, de las que sólo 2.330 estaban dadas de alta en el registro de la Junta de Andalucía. Unas cifras que desvelan que a finales del año pasado existían en Sevilla 8.270 inmuebles que alojaban de forma irregular a los turistas, lo que a la postre supone la llegada de un importante número de visitantes sin seguir los parámetros de control establecidos. Y todo ello en un contexto de alerta por terrorismo internacional que intranquiliza aún más a los vecinos habituales.

La proliferación de apartamentos turísticos se evidencia, de igual forma, en el número de licencias otorgadas por la Gerencia de Urbanismo para estos usos. También aquí deben diferenciarse dos tipos de permiso. Para los edificios que van a ser objeto de alguna reforma se requiere del visto bueno de la Gerencia y del Servicio de Protección Ambiental, órgano que permite el desarrollo de la actividad. Aquellos inmuebles que simplemente van a cambiar su utilización residencial por la turística necesitan de una licencia distinta, que facilita Urbanismo. En 2017 se tramitaron 42 permisos que requerían obras y que iban encaminados a la apertura de apartamentos turísticos y hoteles. En el segundo supuesto, se concedieron 454 licencias, un dato bastante elevado que demuestra a todas luces el cambio de tendencia a la hora de darles uso a los inmuebles, la mayoría de ellos situados en el Casco Antiguo y Triana.

Esta tendencia, además, tiene un efecto bastante preocupante que ya se está notando en las principales ciudades de España: los cascos antiguos despersonalizados. Claro ejemplo de ello es lo ocurrido en la madrileña Plaza de Santa Ana, donde ya sólo el 14% de sus residentes son vecinos habituales tras haberse dedicado la mayor parte de los pisos que la conforman a alojar turistas. En Sevilla aún no se ha llegado a tal extremo, pero empiezan a verse síntomas preocupantes que advierten de esta tendencia. José Feria admite que la proliferación de los apartamentos turísticos ha provocado un encarecimiento de hasta el 15% en los alquileres convencionales de algunos barrios del casco antiguo, lo que lleva a muchos interesados a descartar esta opción y elegir zonas más alejadas.

Pero también este auge tiene su reflejo en el comercio. José Luis Cano destaca que el aumento de la oferta de apartamentos con fines turísticos se ha convertido "en un imán" para el alquiler de los locales, cuyo precio también se ha incrementado. "Esto ha provocado que los comerciantes autóctonos abandonen estos establecimientos o los busquen fuera del centro, por lo que al final sólo se quedan con ellos franquicias o los chinos, que con la cantidad de horas que trabajan y la gran variedad de artículos que venden son los únicos que hacen rentable un gasto tan elevado", precisa este vecino del casco antiguo.

Charo Flores, quien vive en la Encarnación, hace hincapié en este efecto. "Cada vez hay más tiendas para turistas. Desde souvenirs y moda low cost a bares para ellos, lo que genera una demanda que eleva el precio de los locales y provoca el cierre de negocios tradicionales", advierte esta vecina, que teme que la Alameda, las setas o la Alfalfa acaben convirtiéndose "en otro barrio de Santa Cruz". José Luis Cano, al respecto, lanza una vaticinio nada esperanzador: "La proliferación de los apartamentos turísticos acabará con los vecinos. Sólo quedarán visitantes. El concepto de barrio empieza a desaparecer".

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