Una ciudad con cuerpo y alma para los próximos veinte años

Puntos de vista

Ensamblaje de un A400M.
Ensamblaje de un A400M.
Francisco J. Ferraro - Miembro del Consejo Editorial del Grupo Joly

19 de julio 2019 - 13:31

Francisco J. Ferraro.
Francisco J. Ferraro.

La ciudad y la provincia de Sevilla se han transformado desde el nacimiento de este diario, como lo ponen de manifiesto dos potentes indicadores: la población de la provincia aumentó un 12,4% desde 1999 a 2018 y su PIB un 68,1% desde 2000 a 2016. Pero si los comparamos con los del conjunto de España (el 16,2% y el 73,1% respectivamente), Sevilla se quedó atrasada respecto a la dinámica nacional. Y más aún la ciudad, que redujo su población un 1,9% mientras que las restantes grandes ciudades lo aumentaron, si bien en esta comparación no se incluyen los desiguales comportamientos de sus respectivas áreas metropolitanas.

La relación de ambas variables (PIB/habitante) mejoró entre 2000 y 2007 respecto a la media nacional favorecida por el boom inmobiliario (del 75,6% al 83%), pero disminuyó con la crisis, y también con la recuperación (78,9% en 2016) a pesar de la expansión de las exportaciones y el turismo.

"El turismo ha sido el gran soporte del crecimiento y la transformación de Sevilla en los últimos años"

En los últimos años Sevilla ha participado en la expansión turística nacional, siendo la hostelería la actividad más dinámica de la provincia con un elevado aumento de la afiliación a la Seguridad Social (35,8% desde 2012 a 2018 frente a un 8,8% de media). El sector turístico no es sólo hostelería, pues en diferente medida se nutre también de las actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, del transporte, de las inmobiliarias o del comercio, todas ellas con aumentos de afiliación por encima de la media, además de generar efectos multiplicadores e inducidos en otras actividades.

Así, por tanto, el turismo ha sido el gran soporte del crecimiento y la transformación de Sevilla en los últimos años. ¿Lo seguirá siendo los próximos años? Por el lado de la demanda parece bastante plausible, por la potencial incorporación al turismo de las clases medias de los países emergentes, la elevada elasticidad demanda-renta del turismo y su relativo abaratamiento, aunque también puede estar sometido al aumento de la competencia de destinos alternativos más baratos, la desaceleración económica de los principales emisores o tensiones geopolíticas. No obstante, nuestra ciudad cuenta con suficientes atractivos para consolidarse como un destino turístico mundial.

"Apostar sólo por el turismo como sector base alumbra un futuro de desarrollo insatisfactorio"

Pero es razonable preguntarse en qué medida puede interesarle a Sevilla intensificar su especialización turística, pues si bien sus efectos en el empleo son incuestionables, la masificación del turismo provoca algunos inconvenientes de los que ya tenemos noticias. Por una parte, se encuentran los efectos derivados de la gentrificación, lo que está provocando el desplazamiento de muchos sevillanos del centro de la ciudad y otros barrios en los que la actividad turística es intensa por el aumento de los precios de los alquileres, el deterioro de la calidad de vida por la ocupación masiva del espacio público y la tendencia a la conversión de la ciudad en parque temático con los monumentos como motivo y el aumento de comercios turísticos, franquicias, hoteles, apartamentos turísticos, bares y restaurantes, que tiende a la homogenización y banalización de la ciudad con la consiguiente pérdida de identidad.

"Deberían abundar más empresas soportadas por tecnología y conocimiento"

No obstante, las restricciones más significativas del turismo se derivan del análisis ponderado de su impacto económico, pues si bien su capacidad de generación de empleo es evidente, el impacto económico global es más discutible. Así, con anterioridad expuse que en los últimos años en los que creció intensamente el empleo en la hostelería y otras actividades turísticas la participación en PIB/habitante de Sevilla en España se reducía, y según la Contabilidad Regional del INE, la participación en el PIB del sector "comercio al por mayor y al por menor; reparación de vehículos de motor y motocicletas; transporte y almacenamiento; hostelería; información y comunicaciones" (sector que engloba a buena parte de la oferta turística) desciende desde principios de siglo y permanece estable desde 2012 a pesar del aumento de las actividades turísticas. Por otra parte, una reciente investigación del BBVA Research analiza también la evolución de la afiliación entre 2012 y 2018 y viene a concluir que "las provincias con una creación de empleo particularmente elevada en hostelería también muestran un comportamiento relativamente peor en sectores fuera del ámbito del turismo, lo que apuntaría a la existencia de un efecto desplazamiento". Conclusión que también es coherente con el análisis que realicé en este diario sobre la pérdida de posiciones en el ranking nacional de las comunidades autónomas más turísticas. Por tanto, a falta de análisis adicionales, todas estas consideraciones apuntan a la existencia de economías externas negativas del sector turístico cuando adquiere una elevada relevancia en un territorio.

En consecuencia, apostar por el turismo como sector base del futuro de Sevilla o abandonarse a la dinámica del mercado puede limitar el nivel de paro y facilitarnos la subsistencia, pero difícilmente alumbrará un futuro de desarrollo que nos satisfaga. La mejora del nivel y de la calidad de vida de Sevilla dependerá de que tenga una base económica potente, diversificada y dinámica, y de que los sevillanos se sientan cómodos e integrados en su hábitat. Lo primero se concreta en que abunden las empresas en actividades industriales y de servicios en expansión, abiertas a la competencia internacional y soportadas por tecnología y conocimiento. Para ello se requieren empresarios, recursos humanos cualificados, ahorro e inversión en este tipo de empresas. Y esta base económica permitirá generar empleos cualificados que retengan a los jóvenes más preparados y dinámicos, que serán los que ayuden a recrear una sociedad que incorpore a sus señas de identidad tradicionales otras de apertura e innovación que alumbran las ciudades más dinámicas del planeta.

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