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La confusión se ha convertido en la nota dominante el primer día de reapertura al tráfico de la Avenida Ramón y Cajal, cerrada durante año y medio por las obras de ampliación del tranvía. La circulación ha sido escasa en el arranque de esta jornada, a lo que se ha añadido la desorientación de numerosos conductores que desconocían que para ir en dirección a la Ronda del Tamarguillo debían dar un rodeo por Avión Cuatro Vientos. Todo ello tras un retraso en unos trabajos que provoca la crítica de vecinos y hosteleros. Los empleados de las facultades confían en que para el 11 de septiembre, cuando se inicie el curso académico, se encuentren ya habilitados los pasos de peatones que permitan cruzar esta vía y evitar así una vuelta completa a la zona vallada.
Los operarios de las obras del tranvía han prestado este último lunes de agosto un servicio de información. Tal era la confusión de conductores y peatones que dos trabajadores se han turnado durante las primeras horas del día para dar las indicaciones necesarias. A los 20 minutos de que se abra el tramo de Ramón y Cajal (cerrado al tráfico desde el primer trimestre de 2022) llega el primer aviso. Un conductor sale de la calle Barrau y quiere girar a la izquierda, buscando la Avenida de San Francisco Javier. Es un repartidor habitual de la zona. "A partir de hoy no puedes hacer el giro directo. Debes tomar a la derecha y luego dar un rodeo por Avión Cuatro Vientos", refiere uno de los operarios.
La explicación se demora varios minutos. El tráfico a estas horas es muy escaso. "La mayoría de los conductores no se han enterado de que hoy ya se puede circular por aquí", ahonda Moisés, uno de los trabajadores de las obras del tranvía. Todos los conductores deberán acostumbrarse a este giro para dirigirse a la Ronda del Tamarguillo, pues el carril de este tramo con dicho sentido sólo está habilitado para autobuses y taxis. Lo indica una señal instalada hace años en pleno Viapol, pero que suele pasar desapercibida.
La calzada hacia el centro de Sevilla consta de dos carriles, divididos provisionalmente por separadores de plástico. Sólo uno de ellos está en uso, el más cercano a la acera de la Facultad de Económicas y Empresariales de la Hispalense. El otro, el que discurre junto al paso subterráneo y la futura plataforma del tranvía, se encuentra cerrado al tráfico. Por este sentido sí se permite la circulación de vehículos privados, además de los servicios públicos. Una información que, pese a ser difundida por el Ayuntamiento y los medios de comunicación los últimos días, desconocen la mayoría de los conductores y peatones que transitan a estas horas por este enclave.
Para algunos residentes estos trabajos se han convertido en "un auténtico suplicio". Así los definen Ana y Montserrat, dos vecinas que se encuentran a escasos metros de la Facultad de Económicas. Ana asegura haber perdido "cinco kilos" desde que este tramo se encuentra vallado, debido al gran rodeo que ha de realizar cada día para llegar a su casa. "Esperemos que, al menos, para cuando empiece la universidad podamos cruzar de una acera a otra por algún paso de peatones", expresa. Montserrat también se aferra a tal posibilidad y confiesa que estas semanas, con el termómetro superando los 40 grados, ha levantado alguna que otra valla para evitar dar una vuelta "con tanto calor".
Moisés, uno de los empleados de las obras, despeja la incógnita. Señala que el rebaje que existe en la plataforma del tranvía, previsto para el futuro paso de peatones, que aún no está pintado. "La intención es que se encuentre listo para cuando empiecen las clases", asegura.
Adela y Pilar trabajan en la Facultad de Económicas. Han sufrido estos rodeos. Lo que más lamentan es "la falta de información" para quienes andan o circulan por la zona. Los más perjudicados, según ellas, son los peatones. Una afirmación que se constata cuando se pasea por este tramo entre Viapol y Nervión. En la acera que discurre junto al centro universitario hay quien se pregunta por dónde hay que pasar al llegar a la intersección con San Francisco Javier. Las vallas obligan a tomar por la terraza de la cafetería Birdie y a hacer uso de escaleras, lo que dificulta el tránsito de personas con movilidad reducida. En esta avenida la ampliación del tranvía va mucho más avanzada que en Ramón y Cajal. La plataforma del Metrocentro está prácticamente acabada. Las máquinas se encargan ahora de preparar el pavimento.
La hostelería es uno de los sectores más afectados por el cierre al tráfico, que ha durado año y medio. Antonio es el dueño de Poco Loco, uno de los bares de la zona. Se hizo con él poco antes de que comenzaran las obras de ampliación del tranvía. Poco provecho le ha podido sacar este tiempo a la amplia terraza de veladores que posee. "Nadie se quiere sentar en un sitio donde abunda el polvo y el ruido", lamenta. Unas condiciones que continuarán, pues pese a la reapertura del tráfico, el fin de los trabajos no se estima cerca. Acabarán, como muy pronto, a comienzos de 2024.
Karina es también responsable de un negocio cercano, el Marbella. Las ventas pudieron salvarse el curso pasado gracias a los estudiantes y trabajadores de la Facultad de Económicas, situada justo enfrente. "Lo que sí ha bajado es la llegada de clientes de hoteles, puesto que los autobuses paraban lejos y las vallas dificultaban el acceso al bar", recuerda esta hostelera, para quien la incógnita -como para otros muchos- está en conocer cuándo circulará el tranvía por este tramo y se acabarán las molestias. "Todo lo ha demorado el giro con San Francisco Javier, que al quedarse muy justo ha dado problemas", añade Karina, que espera que los pasos de peatones se encuentren habilitados para el 11 de septiembre, cuando la actividad hostelera remonte por completo con el inicio del curso universitario.
A media mañana, empieza a registrarse ya más circulación por Ramón y Cajal. Aunque, eso sí, los autobuses de Tussam con paradas en esta zona son los que más usan los carriles habilitados. El tráfico privado continúa siendo muy minoritario. Muchos conductores aún no se han enterado de la reapertura. Y también hay bastantes sevillanos aún de vacaciones. Una situación que, con toda seguridad, cambiará cuando empiece septiembre.
La ampliación del tranvía a Nervión ha sufrido una importante demora. La obra, prevista para un año, no acabará hasta enero de 2024. El Ayuntamiento de Juan Espadas adjudicó a la UTE formada por las constructoras Sando y Vías y Construcciones esta primera fase que llega al cruce con Luis Montoto por 14,9 millones de euros y un plazo de construcción de 12 meses. Los trabajos se adjudicaron en diciembre de 2021.
Finalmente se necesitarán dos años para construir kilómetro y medio. Por tanto, las obras avanzan a razón de 58 metros cada mes. La causa del desfase de plazos se debe, sobre todo, a los problemas del túnel por el que discurrirá el tranvía en el cruce de Ramón y Cajal con San Francisco Javier.
Este paso inferior tiene una profundidad de cinco metros, una longitud de 96 metros y una anchura de 7,8 metros. El desvío de los servicios afectados (gas, Movistar y Endesa) para ejecutar este tramo subterráneo ha dado tantos problemas que se ha tenido que replantear la estructura.
La reapertura al tráfico de Ramón y Cajal estaba prevista para inicios de agosto, pero se ha postergado por la falta de disponibilidad de la maquinaria necesaria para extender el pavimento de los carriles por los que desde ayer se puede circular.
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