El consenso era eso
Los acuerdos entre Guerra y Abril Martorell permitieron reducir las 1.113 enmiendas que se presentaron a la Comisión Constitucional a sólo 187 en el pleno celebrado el 22 julio de 1978
MOMENTOS. Era el momento de reconocer la impresionante trayectoria política de Alfonso Guerra, ocho años vicepresidente del Gobierno, 21 como número dos socialista, 37 años y medio diputado por Sevilla en el Congreso, donde presidió la Comisión Constitucional durante siete. Hombre de cultura, director de teatro, poeta, ensayista. Pero además, como diría el Nobel François Mauriac, la historia de un hombre es la historia de una época. Más allá de su prestigio y su leyenda de político brillante y astuto, la historia de Alfonso Guerra es la historia de la Constitución. En este momento de reinicio constitucional, con el país extenuado por la polarización, hay una profunda necesidad de consenso en la sociedad española, transversal entre ciudadanos de toda ideología, generación y territorio. Y el referente es la entente de la transición.
Los acuerdos entre Alfonso Guerra y Fernando Abril Martorell permitieron reducir las 1.113 enmiendas que se presentaron a la Comisión Constitucional a sólo 187 en el pleno celebrado el 22 julio de 1978, que aprobó definitivamente el texto en el Congreso. Si se llama comúnmente a los siete ponentes padres de la Constitución, creo que no es exagerado llamar abuelos a quienes tutelaron aquel proceso. El papel de Abril y Guerra fue capital en aquel momento. Urdieron, en el secreto de reuniones de noche a madrugada, los acuerdos más difíciles del texto constitucional. Y consiguieron salvar escollos como la forma de estado, la abolición de la pena de muerte o la mayoría de edad a los 18 años.
Amalia Sánchez Sampedro cuenta en su libro Pendientes de la noticia que, la noche del 22 de mayo de 1978, Abril y Guerra en una cena en el restaurante José Luis pactaron 25 artículos, de los 185 que tiene la Carta Magna española en sus diez títulos y 16 disposiciones adicionales, transitorias o derogativas. Guerra también habla de ese día en sus memorias. A él lo acompañaban, Peces Barba, Gómez Llorente y Enrique Múgica. Abril acudió con Pérez-Llorca, Arias-Salgado y Gabriel Cisneros. Allí los dos jefes de delegación montaron una escena de enfado con los actores de reparto del partido adversario, que estuvo destinada a dejar claro su liderazgo. “Todos comprendieron y aceptaron que más allá de las discusiones y teorías jurídicas, dos personas, Fernando y yo, estábamos dispuestos a manejar con criterio político las decisiones que fuera necesario adoptar”.
En la negociación hubo escenarios distintos, para encuentros igualmente discretos: el Nuevo Club, el Hotel Palace, el Meliá Castilla. También se habilitaron otros lugares, con otros protagonistas, para tejer la Constitución, como los despachos de abogados del ponente centrista gaditano Pérez-Llorca o del ponente socialista Peces Barba. Los periodistas sorprendieron una noche a Abril fumando en el balcón del bufete de Peces Barba, en la madrileña calle Conde de Xiquena. Allí estaba Xavier Arzallus, en una teórica bilateral entre PSOE y UCD, lo que desmiente que los nacionalistas vascos estuviesen fuera de la negociación o que sólo fuesen representados por Roca Junyent.
No todo fue fácil, ni perfecto. Guerra se ha pronunciado en más de una ocasión contra los privilegios fiscales de vascos y navarros. Y en 1978 estuvo en contra de un pacto realizado en la Moncloa entre UCD y CiU por el que se redactó el artículo 150.2, que dejaba abierto el mapa de competencias autonómicas; por ley orgánica se pueden transferir materias de titularidad estatal. Lo cuenta en sus memorias: “Me opuse con todas mis fuerzas. La estructura del estado podía ser modificada por un acuerdo del Ejecutivo de la nación.”
Conocemos por su primer libro de memorias, Cuando el tiempo nos alcanza, una historia relevante. En los debates de la ponencia constitucional se llegó a la definición de la forma de estado y Peces Barba anunció que el PSOE mantenía un voto particular en favor de la república. Los otros ponentes le presionaron y Peces planteó a Guerra la posibilidad de retirarlo. Guerra explica que era partidario de que se votara en la comisión constitucional, para que así no fuese la monarquía una imposición del dictador. Luis Gómez Llorente defendió en la comisión la república. Se votó, se perdió y el PSOE nunca volvió sobre el asunto.
Momentos. No se recuerdan los días, se recuerdan momentos, sostenía Pavese. Ahora recordamos el de aquella entente política. El consenso era eso.
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