Educación

El coronavirus en los centros de compensatoria de Sevilla. Un esfuerzo titánico para superar la brecha digital

  • Los directores alertan de la necesidad de una mayor digitalización ante un posible rebrote

  • Además de la enseñanza, se han atendido las necesidades básicas de las familias

Videconferencia en el CEIP Valeriano Bécquer con las madres delegadas de clase.

Videconferencia en el CEIP Valeriano Bécquer con las madres delegadas de clase. / M. G.

"Ya la semana del 9 al 13 de marzo empezó muy extraña, las familias tenían miedo y los alumnos dejaban de venir a clase. Nuestra mayor preocupación en ese momento era el absentismo. El viernes llegaron las primeras instrucciones, empezamos a preparar material impreso para que los estudiantes continuaran con su formación en casa. Entonces pensábamos que esta situación no duraría más de dos o tres semanas. Nos preocupaba cómo continuar con la enseñanza, ya que la mayoría de nuestro alumnado no tiene rutina de trabajo en el hogar ni un seguimiento familiar adecuado". Quien así habla es María José Parejo, directora del IES Antonio Domínguez Ortiz, un centro de educación compensatoria del Polígono Sur, donde durante la pandemia se ha librado una auténtica batalla para frenar los efectos de la brecha digital que sufren los menores e intentar cubrir las necesidades básicas de muchos hogares, afectados por la crisis económica que ha provocado el coronavirus

Los centros de compensatoria son aquellos colegios e institutos que se encuentran en zonas necesitadas de transformación social y que, por lo tanto, atienden a una población escolar con una serie de dificultades que requieren de atención específica. En el caso del Domínguez Ortiz, los programas que desarrolla se incluyen en el plan educativo de zona (PEZ) que se lleva a cabo en el Polígono Sur y que supone la implicación de la inspección educativa, la coordinadora de este tipo de centros, los equipos directivos, asesores y grupo de seguimiento. 

Partiendo de esta base, la comunidad educativa del centro de enseñanzas medias está fuertemente condicionada por el entorno más inmediato. Los alumnos, en palabras de la directora, se caracterizan por tener "una escasa motivación hacia los estudios, por sufrir desfases en habilidades como lectura, comprensión o cálculo, y por el mínimo nivel de autoestima que padecen". A ello hay que añadir el aumento considerable del absentismo escolar a partir de los 14 años. En cuanto a las familias, su realidad viene marcada por la escasez de recursos económicos, el desempleo o por trabajos de baja cualificación, sin olvidar los problemas de adicciones y violencia que sufren en los hogares

Ante tal situación, la plantilla de este instituto es seleccionada en su mayoría por una convocatoria pública de puestos específicos. Para acceder, se debe contar con una formación sobre el fomento de las relaciones con las familias que potencien su participación en la vida escolar, la atención a la diversidad, el empleo de la inteligencia emocional y la resolución pacífica de conflictos, además del uso de metodologías innovadoras y la intervención educativa con la comunidad gitana. Por tanto, al margen de su currículo en un área concreta del conocimiento, se requiere de estas cualidades, que suponen un alto nivel de compromiso para impartir la docencia en un centro de tales características

Fomentar el vínculo afectivo

Unos condicionantes generales que suponen mayor dificultad a la hora de abordar la enseñanza desde la distancia, como ha ocurrido estos tres meses desde que se decretó el estado de alarma por coronavirus. "Las primeras acciones educativas llevadas a cabo por el profesorado, el equipo directivo y los tutores se centraron en fomentar el vínculo afectivo y sensibilizarnos con la situación que estaban viviendo en sus hogares, teniendo en cuenta la idiosincrasia de nuestro alumnado y la exclusión social que sufren", recuerda María José Parejo. 

Desde el primer momento hubo que enfrentarse a uno de los grandes problemas de este alumnado: la brecha digital. Para ello ha resultado esencial la coordinación entre la Consejería de Educación, diversas entidades implicadas con el barrio y el propio centro. Se han aplicado diferentes metodologías en función de la edad. De esta forma, en los primeros cursos de la ESO las tutorías, la coordinación de los equipos educativos y el seguimiento de los estudiantes se ha realizado por whatsapp y vídeollamadas, ya que la mayoría de ellos sólo contaba con dispositivos móviles y no con tablets u ordenadores.  

Vídeollamada en el IES Domínguez Ortiz durante el confinamiento. Vídeollamada en el IES Domínguez Ortiz durante el confinamiento.

Vídeollamada en el IES Domínguez Ortiz durante el confinamiento. / M. G.

En este sentido, la entrega -por parte de la Consejería de Educación y Deporte- de los dispositivos y la tarjetas de conectividad  al alumnado del último curso de la ESO, la Formación Profesional Básica y Bachillerato supusieron "un soplo de aire fresco en toda esta compleja situación", refiere Parejo, quien abunda en que a partir de ese momento "los estudiantes empezaron a trabajar de manera más cómoda, mejoró su motivación y su rendimiento está siendo mejor. Además, se interesan por buscar informaciones en función de los intereses para su formación". 

Portátiles pagados por profesores

El instituto, por su parte, ha puesto a disposición de determinados menores los ultra portátiles de dotación, así como tarjetas prepago de conectividad, sufragadas con fondos obtenidos a través de la colaboración del profesorado y personas cercanas. El alumnado al que no se le ha podido facilitar estos recursos tecnológicos se le ha ofrecido el material educativo impreso en diferentes puntos del barrio.

También ha resultado esencial la colaboración de otras entidades, como el Secretariado Gitano y la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo, que han continuado con sus programas específicos de apoyo por vía telemática.

Una profesora imparte docencia telemática desde su casa. Una profesora imparte docencia telemática desde su casa.

Una profesora imparte docencia telemática desde su casa. / M. G.

La evaluación se lleva a cabo siguiendo las instrucciones dadas por la Junta, que priorizan el refuerzo y la recuperación de los dos primeros trimestres del curso. "El tercero se ha desarrollado con un ritmo adaptado a la situación actual y se ha valorado siempre en positivo", añade Parejo, quien, no obstante, reconoce una dramática realidad: "a pesar de las medidas adoptadas, no todo el alumnado sigue el proceso de enseñanza telemática, debido a sus características socioeconómicas y familiares, unidas a la brecha digital existente de partida". "Hoy en día hay menores con los que seguimos sin poder  contactar, y padres con los que el contacto es habitual, pero no siguen las clases ni realizan los trabajos asignados", admite. 

La improvisación inicial

El relato de lo vivido en el IES Antonio Domínguez Ortiz es muy similar al del CEIP Valeriano Bécquer, otro centro de compensatoria situado en la barriada de Padre Pío. Su director, José Carmelo Villegas, recuerda los primeros días del estado de alarma, cuando se cerraron las aulas. "Ante la incertidumbre que nos inundó a raíz de la suspensión de las clases, todo fue imprevisto y notificado a última hora con la consiguiente falta de planificación. Automáticamente se reunió el claustro y demás órganos colegiados, que estimaron que el trabajo debería estar encaminado a la realización de tareas de repaso y acompañamiento", explica.

"La idea no era seguir la programación con nuevos contenidos que agravaran más la situación de las familias, en muchos casos con limitación sociocultural, se trataba de no perder el hábito de rutinas de trabajo, tan importante durante el confinamiento", explica Villegas, quien incide en que se ha intentado mantener en todo momento el feed-back con el alumnado, "en función de las posibilidades y facilitándoles todos los medios: correo electrónico y whatsapp de los maestros, incluso con atención telefónica individual".

Una alumna del Valeriano Bécquer sigue las clases a través de la 'tablet'. Una alumna del Valeriano Bécquer sigue las clases a través de la 'tablet'.

Una alumna del Valeriano Bécquer sigue las clases a través de la 'tablet'. / M. G.

Otro aspecto a tener en cuenta en los centros de compensatoria es la relación con las familias durante estos tres meses. En el Valeriano Bécquer, su director afirma que se ha logrado "una total implicación". "Nos reunimos por videollamada con 15 madres que ejercían de delegadas de clase para sondear posibles dificultades y ofrecerles la ayuda posible. En los casos mas complicados, les facilitamos la tarea desde el centro, donde se les proporcionó el material impreso para la enseñanza a distancia", recuerda el director de este colegio.

La falta de alimentos en los hogares

A la brecha digital se ha sumado la falta de recursos básicos de muchos hogares por la crisis económica que ha desatado el Covid-19. En el CEIP Valeriano Bécquer se atiende desde abril a 90 familias, a las que se les proporciona -mediante el programa de garantía alimentaria coordinado por la Consejería de Educación y los ayuntamientos- de menús para toda la semana que, según apunta Villegas, "no sólo llegan al alumnado más vulnerable matriculado en el centro, sino también a sus hermanos". 

Alimentos y productos de higiene para ser repartidos entre las familias del IES Domínguez Ortiz. Alimentos y productos de higiene para ser repartidos entre las familias del IES Domínguez Ortiz.

Alimentos y productos de higiene para ser repartidos entre las familias del IES Domínguez Ortiz. / M. G.

En el IES Domínguez Ortiz el inicio del confinamiento se vivió con una auténtica "avalancha" de llamadas de las familias "pidiendo ayuda ante la difícil situación". Para atenderlas, se centralizó la información a través de la trabajadora social del centro y la dirección. Se organizó al profesorado para que recabara información sobre las necesidades que aparecían en cada uno de los hogares. En esta tarea se ha contado con un miembro del equipo educativo del comisionado para el Polígono Sur. Los datos obtenidos se han trasladado a los servicios sociales, con derivaciones de familias, según su problemática, a la Cruz Roja, Cáritas, la Hermandad de los Gitanos, la Parroquia de San Bartolomé o a entidades como Atenea, Fakali, Congregación Evangélica y a los fondos aportados por el profesorado y allegados. La directora del instituto subraya que, "además de ayudar a las familias a través del programa de garantía alimentaria, se les ha dado apoyo afectivo, tan necesario por la nueva realidad en la que se encuentran".

Las perspectivas del próximo curso

Y con tales premisas se encara un nuevo curso en el que la pandemia, según María José Parejo, ha dejado al descubierto "muchas carencias que padecemos". Para la directora del Domínguez Ortiz, resulta esencial que se aumente la dotación de dispositivos y de conectividad en los centros de enseñanza. "Debemos trabajar, de forma transversal en todas las materias y desde primero de ESO, el uso de las TIC, así como mejorar la formación del alumnado en diferentes herramientas", apostilla.

En el CEIP Valeriano Bécquer ya se plantean varias alternativas para el próximo curso, marcado por la nueva normalidad que ha traído la pandemia. Así, además de una mejor dotación tecnológica, se reclama más personal de apoyo, ambas apuestas ya han sido anunciadas por la Junta y su inversión dependerá de la partida del fondo estatal de contingencia que reciba Andalucía. También consideran "deseable" el apoyo -con más horas y efectivos- de los trabajadores sociales que atienden a la población vulnerable, así como ampliar el número de turnos en el comedor. 

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