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Los invisibles

"No sé si es cosa mía, pero aquí se bebe más coca-cola que en Estados Unidos"

  • Llegó norteamericana a Sevilla y se fue sevillana a Honduras, donde participó en un proyecto de voluntariado y enseñó a niñas hondureñas a bailar sevillanas para ganar orgullo y autoestima

NACIÓ unos días antes de la muerte de Elvis en la patria de Bob Dylan y Prince. Mary Anne (Minneapolis, 1977) se apellida Nixon, pero su familia es originaria de Irlanda, como los Kennedy. Enseñó Español en Wisconsin y ahora enseña Inglés en Sevilla.

-Una postal de su ciudad natal...

-Minneapolis quiere decir en la lengua indígena la ciudad de los lagos y está separada por el río Mississippi de San Pablo. Les dicen las ciudades gemelas.

-¿Quién ganó allí, Obama o Hillary Clinton?

-La gente olvida que las elecciones son en noviembre. Que los dos son del mismo equipo.

-Ellos también son 'gemelos'...

-Como el equipo de béisbol de Minnesota. Los Twins.

-¿Por qué vino a Sevilla?

-Por el encanto y el tamaño de la ciudad. Llegué en el 98.

-Y más si hay Feria...

-Poco después de llegar, un grupo de estudiantes norteamericanas hicimos un máster de sevillanas para bailarlas en la Feria. Mi profesora estaba embarazada y vivía al lado de una familia con la que hace 30 años se quedó mi tía, que también se llama Mary Anne y vive en Wisconsin. Cuando le llevo estudiantes sevillanos, los lleva a practicar esquí acuático y su marido siempre se pone la camiseta de Cruzcampo.

-¿Qué cuesta más, aprender español o enseñar inglés?

-Después de mi primera visita a Sevilla, me gradué en Wisconsin y me fui a un proyecto de voluntariado en Honduras. Una prueba dura: mi español mezclado con el cheque-leque de ese país. Era un proyecto llamado Cuerpo de Paz en un pueblecito de la Montaña llamado Santa Rosa de Copán.

-¿También con clases de inglés?

-Y más cosas. Les enseñé a bailar sevillanas a aquellas niñas hondureñas de familias muy humildes; algunas venían a clase sin zapatos. Las sevillanas les sacaron el orgullo y la autoestima. Se pagaban los trajes de volantes vendiendo pizzas caseras. Las telas de lunares me las mandó una modista de Estados Unidos. También enseñábamos a los niños a lavarse los dientes. Los hombres se iban al campo y las mujeres nos pedían clases de yoga y aeróbic. Pusimos en marcha una biblioteca, porque en la mayoría de las casas el único libro que existía era la Biblia.

-¿Conoció a la primera dama de Honduras, la sevillana de Brenes Aguas Santas Ocaña?

-Yo estaba allí cuando se casó con el presidente Maduro. No la conocí. Maduro nos recibió porque estaba interesado en el proyecto.

-¿De qué presumen en Minnesota?

-De unos lagos en los que puedes ir en canoa y beber el agua. De ser la patria de Bob Dylan y Prince. Me rompió el corazón Kevin Garnett cuando dejó los Timberwolves (Lobos del Bosque) de Minnesota y fichó por los Boston Celtics.

-Lobos del Bosque. ¿Tiene alma de Caperucita?

-No pude visitar a mi abuelita porque se murió y mi abuelo se quedó muy triste, no quería salir de su casa, pero un día dijo que se venía a Sevilla para ver a su nieta Mary Anne. Se vino con su enfermera, su silla de ruedas y su tanque de oxígeno. Con 92 años. Uno de mis alumnos de inglés le regaló una botella de vino de Chipiona, otro le preparó una paella en Villamanrique. En Sevilla dijo que quería ir a Roma a ver al Papa. Fuimos y, claro, no lo vimos.

-¿Por qué en España cuesta tanto aprender Inglés?

-Porque las películas las dan dobladas. En Portugal las ponen en versión original y los portugueses lo hablan estupendamente.

-¿Le sorprende que su país tenga mucha peor reputación aquí que sus costumbres?

-No sé si es una cosa mía, pero aquí la gente bebe mucha más Coca-Cola que en Estados Unidos. Sin renunciar a lo suyo. Cuando voy a mi casa, les hago gazpacho. Con tomates de Minnesota.

-¿Cuál es la principal diferencia entre esta cultura y la de su país?

-La noción del tiempo. Me fui un mes de mochilera a Tailandia. En Estados Unidos, como no existe el concepto de un mes de vacaciones, me dijeron: ¿qué vas a hacer en un mes?, qué aburrimiento. En Sevilla me decían: un mes, qué poco tiempo. Me fui sola, pero en el avión hice dos amigas, irlandesas por cierto. En Tailandia conocí a una chica californiana a la que le hablé tanto de Sevilla que me dijo que iba a venir para ver si era para tanto. Viene ahora. No le dará tiempo a conocer la Feria de Sevilla. La llevaré a la de Jerez.

-Nunca debimos dejar el Missisipi... ¿Le suena?

-Claro. Nunca debemos dejar el Guadalquivir. Aunque me escapo de vez en cuando. Vinieron mis padres e hice con ellos el camino de Santiago por Roncesvalles.

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