La Estrella en Camerún: "Tuve la sensación de que Dios no había llegado allí"
Sevilla
Una delegación de la hermandad de la calle San Jacinto atiende a niños sordos en una aldea del país africano
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De la capilla de la calle San Jacinto al corazón de Camerún. La Hermandad de la Estrella ha entrado en las profundidades de África, más concreto en Camerún, para completar una misión en Somo (en la región de Bafia), a dos horas y media de la capital del país, Yaundé. Nueve días en los que han visitado a los más necesitados para dejar patente, una vez más, el papel de las hermandades en cuanto a caridad se refiere. El cometido, el sentido de este viaje, se vertebra en labores educativas y asistenciales en territorios donde no se llega a los mínimos. Recibidos por las hermanas del Niño Jesús de de Nicolás Barre, en Yaundé, no han dejado de visitar distintas comunidades.
Todo nace de la mano del capellán de la cofradía del Domingo de Ramos, Engelbert Désiré Mbarga, que es fraile mínimo. Este sacerdote habló a los responsables de la hermandad acerca de la aldea y a partir de ahí comenzaron a enviar ayudas puntuales. "Nos dijeron que tenían un libro por cada clase", comenta el hermano mayor de la Estrella, Carlos Martín, que observó allí "un nivel de precariedad inimaginable en Sevilla". Ahí comenzó a fraguarse una aventura que tenía como objetivo hacer la vida de quienes les acogían más facil y bella, así como mejorar aún más la salud de los habitantes de la aldea. Además, repartieron cuadros con los rostros de Jesús de las Penas y la Virgen de la Estrella como obsequios en numerosos actos y visitas. Los niños sordos protagonizaron muchas de las actividades que se llevaron a cabo.
La labor sanitaria, vital
Las precauciones con las que los hermanos visitaron la nación africana eran lógicas, por lo que decidieron "ir sobre el terreno y ver las exigencias de aquel país, de aquella aldea en concreto", cuenta Carmelo Cuevas, enfermero participante en la expedición. El trabajo médico, que era base de este viaje, se centró en "ver los oídos y garganta y nariz de los niños sordos que estaban allí", declara Carmelo. Carlos, otorrinolaringólogo de profesión, fue uno de los encargados de realizar las pruebas médicas a los habitantes. "Hemos descubierto malos diagnósticos así como infecciones crónicas en los oídos", declara con la alegría de haberles ayudado. No fue fácil llevar la tarea a cabo, pues según cuenta Carmelo, se encontraron "con otra serie de exigencias". "Tuve la sensación de que Dios no había llegado allí", sostiene el sanitario.
Como ejemplo de esas dificultades, ellos tenían pensado "mandar audífonos a aquellas personas que lo pudieran necesitar o incluso alguna pequeña intervención que pudiéramos realizar allí in situ con material que lleváramos de aquí. Pero el problema fundamental que nosotros vimos allí fue el mantenimiento. Es decir, nosotros podemos solucionarle algún tipo de cosa, por ejemplo, ponerle a algún crío o a algún adulto audífonos, pero los audífonos requieren de una serie de mantenimiento que el país no tiene", afirma con pesar Carmelo. También es un problema la distancia que existe con la capital desde Somo: "la capital, a pesar de ser un caos, también es algo mejor que la propia aldea en cuanto a sistemas operativos, a bancos, a supermercados y demás. Pero es complicado. Llegar hasta allí es muy complicado".
Un gran impacto emocional
Las danzas, habituales en las recepciones, fue lo primero que se encontraron el grupo de hermanos al llegar al colegio de San Juan Bautista, regentado por las hermanas. "Es muy emocionante ver cómo se llena la parroquia, que por cierto ahora cumple 100 años y se está arreglando", describe Carlos Martín, que no oculta su satisfacción tras la misión de este calado. Pudieron celebrar el día de la Asunción de María en aquella iglesia.
La soledad de aquellos territorios se plasma en la sorpresa de los lugareños al encontrar visita. "El párroco de la iglesia donde hemos estado no recuerda que se haya acercado absolutamente nadie allí a preocuparse por ellos. Más que se preocupaban los gobernantes de Yaundé y ya está", apostilla Carmelo Cuevas, que no le resta importancia a cómo se comportaron con ellos. "No paraban de darnos las gracias y de sonreírnos".
Entre las visitas y recepciones, el recibimiento en la Embajada de España en Camerún, en Yaundé, por parte de la Segunda Jefatura de la Embajada, de Patricia Elosua Feliciano. Todo finalizó con una cena de despedida antes de partir hacia Sevilla.
Como dijo el Papa Francisco, "los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios”. Lo que obtienen los hermanos de la Estrella de ellos es un impacto: "eso es una enseñanza que te pegan esa gente, que te dan un tortazo. Es tremendo. La pobreza que se ve allí es tremendísima. Se las ingenian para que tú estés lo mejor posible allí".
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