los invisibles

"Hay estudios que han demostrado que las emociones ayudan a curar"

  • Mercedes Vázquez Silva. La hija del 'gladiador' de San Bernardo coge el legado de su padre para hacer en la Venta de Antequera una fiesta a beneficio de Fundación Pequeño Deseo

Mercedes Vázquez, junto a una fotografía de su padre hecha por Arjona que se colocó en el Ayuntamiento cuando murió en mayo de 2013.

Mercedes Vázquez, junto a una fotografía de su padre hecha por Arjona que se colocó en el Ayuntamiento cuando murió en mayo de 2013. / josé ángel garcía

Vive en la casa que su padre, el torero Pepe Luis Vázquez, le regaló a sus abuelos paternos en la calle San Bernardo. Mercedes Vázquez (Sevilla, 1966), la pequeña de los siete hijos del diestro, coordina en Andalucía la Fundación Pequeño Deseo.

-¿Vio su padre cumplidos sus deseos?

-Se había quedado ciego y decía con mucha gracia: "Ya va a estar aquí la guadaña". Cuando murió nos quedamos muy tranquilos porque él había visto cumplidos todos sus deseos, trabajó en lo que más le había gustado.

-¿El deseo de su padre chocaba con la realidad de su madre?

-Ella lo pasó muy mal cuando en 1959 mi padre decide reaparecer. Tenía tres niños y esperando el cuarto. Ella nunca iba a verlo torear y eso que sus padres, mis abuelos maternos, se conocieron en la plaza de toros de Sanlúcar.

"Me gusta ayudar. Unas navidades, con 13 o 14 años, dije que me iba a ir de misionera al Perú"

-En esta casa se respira Pepe Luis por todos sitios...

-Compró la casa para su abuela Consuelo. Ella trabajaba de cigarrera y mi padre de jovencito iba a recogerla a la Fábrica de Tabacos. Decía que yo tenía los ojos de su abuela Consuelo.

-¿Heredó esa faceta solidaria?

-Siempre estaba donando cosas a la Hermandad de San Bernardo o al hospital de la Caridad de Carmona. Unas navidades dije en mi casa que me iba a ir de misionera al Perú. Siempre he tenido esa cosa de ayudar a los demás.

-¿Y en Pequeño Deseo?

-Yo estaba trabajando en eventos en el hotel Colón y en un café me hablaron de la Fundación.

-¿A quién va dirigida?

-A niños con enfermedades crónicas o de difícil pronóstico entre 4 y 18 años, para que el periodo de los tratamientos duros o la operación se les haga más llevadero con ilusión, positividad y un chute de energía. Hay estudios que han demostrado que las emociones ayudan a curar.

-¿Qué deseos piden?

-Tan variado como la imaginación de un niño. Antes hablamos con los hospitales y pedimos permiso a los padres. Puede ser desde conocer a un famoso a tirarse en paracaídas, ser bombero por un día o conocer el mar.

-¿Qué tipo de patologías?

-De todo. Oncologías, espina bífida, cardiopatías, trasplantes, enfermedade raras. Tenemos unos patronos: el Padre Ángel, de Mensajeros por la Paz, Javier Urra, Mariana Rey, productora de Televisión Española, y la Asociación Nacional de Pediatría.

-¿Cómo concretan el deseo?

-Con los más pequeños podemos utilizar personajes de Disney. Con los mayores, llegamos a su corazón para intentar conocer su mayor sueño. Ellos no deben saber nada, por la sorpresa y para que no sea frustrante si no sale.

-Todos sus hermanos quisieron ser toreros...

-Menos Álvaro, que sufrió un revolcón en un tentadero y lo dejó.

-¿Hay deseos taurinos?

-Un niño de Córdoba quería conocer los toros en el campo. Fuimos a una ganadería e hizo toreo de salón en la Venta de Antequeta. Como el niño de Valencia que tenía el deseo de conocer a Rita Barberá. Una niña quería ser princesa. La recogió un coche de caballos y la llevó al Palacio Real.

-¿Cómo se financian?

-Hacemos tres eventos. Una fiesta campera, el año pasado la hicimos en la finca de Morante y éste en la Venta de Antequera; la Gala de los Deseos, se han cumplido más de quinientos en Andalucía; y un torneo de Golf en el Club Pineda.

-Hay una foto de Pepe Luis y Manolete que parecen dos galanes de cine...

-Están en San Sebastián. Eran uña y carne, amigos íntimos.

-Lo mató el toro el mismo año 1947 que vino Evita Perón...

-Le regaló una pitillera a mi padre. Se llevaba mucho lo de regalarle pitilleras a los toreros. Mi madre tiene una vitrina llena de pitilleras. Una se la regaló Himmler, el segundo de Hitler. En plena guerra, mi padre no quería torear en Madrid. En Despeñaperros lo reconocieron y le obligaron a volver. Toreó con Himmler en el palco. Después le preguntó si le había gustado la corrida y le dijo que no, que había mucha sangre, con todo lo que había matado el otro.

-Tiene tres hijos. ¿Hay toreros?

-Jaime, el mayor, es ingeniero informático y físico en el Centro de Acelerelación de Partículas de Suiza. Se parece muchísimo a mi padre, tiene su túnica y capirote de San Bernardo. José Luis sí coqueteó con el toro, pero mi padre le convenció para que se centrara en los estudios. Mercedes estudia Derecho. Es una de las cinco Mercedes de la familia.

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