La batalla contra la pandemia

La Facultad de Matemáticas de la US se inaugura como vacunódromo: Climatizado, pero con retraso

  • La demora en la llegada de las dosis provoca que los primeros pacientes no hayan podido entrar hasta una hora después de lo previsto

  • La Hispalense cederá más centros cuando terminen los exámenes de junio 

Varias pacientes reciben la vacuna contra el Covid en la Facultad de Matemáticas de la US.

Varias pacientes reciben la vacuna contra el Covid en la Facultad de Matemáticas de la US. / Juan Carlos Muñoz

A Agustín los planes de este martes se le han torcido. Lleva desde las 7:30 esperando a entrar en la Facultad de Matemáticas, uno de los edificios que cuentan con más edad del campus que la Universidad de Sevilla (US) tiene en la Avenida de la Reina Mercedes. Este transportista, con más de 50 años, es el primero de una larga cola que da la vuelta ya a todo el complejo y que permanece bajo un sol que empieza a ser insoportable. Están citados para ser vacunados contra el Covid-19.

Sus palabras en el día en que va a recibir la primera dosis son de enojo: "Esto es una falta de respeto". El reloj marca las 9:30 y aún la puerta no se ha abierto. La razón del retraso es la llegada de las vacunas. El camión que las transporta ha aparecido a las 9:20, cuando un trabajador sanitario le ha pedido al compañero que le abran la puerta para descargarlas. 

La demora empieza a impacientar a los que guardan cola, muchos de los cuales han optado por sentarse en el suelo. "Esto va para largo", refiere uno de ellos. Agustín continúa con su enfado: "El segundo, que iba detrás de mí, se ha marchado. Es autónomo, como yo, y no puede perder más tiempo", explica este camionero, que alerta del peligro que ello supone: "Ahora ese buen hombre puede contagiarse o contagiar a otros si es positivo". 

Cuando faltan ocho minutos para las diez, casi una hora después de lo previsto, se abren las puertas de la Facultad de Matemáticas, convertida en uno de los nuevos puntos de vacunación con los que cuenta Sevilla a partir de esta semana. El otro es el Centro de Formación Profesional Ocupacional Guadalquivir, en el barrio de la Candelaria. Entre uno y otro se espera inocular a 2.500 personas al día.

La cola de espera daba, a primera hora, la vuelta a la facultad. La cola de espera daba, a primera hora, la vuelta a la facultad.

La cola de espera daba, a primera hora, la vuelta a la facultad. / Juan Carlos Muñoz

 

La Facultad de Matemáticas es uno de los centros de los que la Hispalense pondrá al servicio de la Consejería de Salud y Familias este verano. Así lo explica Agustín Míguez, coordinador para la puesta a punto de estas instalaciones y quien esta mañana se recorre el amplio espacio que se ha destinado a dicho servicio sanitario. "Esto era conocido como el búnker, por estar en el sótano y por su amplitud", detalla este profesional, que explica que uno de los motivos de que se haya elegido es por su "perfecta climatización".

Efectivamente. Sólo hace falta permanecer varios minutos en las instalaciones para comprobar que el aire acondicionado funciona a la perfección, algo de lo que carecía el pabellón deportivo de la Facultad de Económicas, situado en la Avenida Ramón y Cajal, donde las altas temperaturas empezaban a resultar incompatibles con la vacunación. En pocas semanas ocurrirá lo mismo con las instalaciones de Los Bermejales, donde la cola de personas que esperan lo hacen bajo el sol. "Aquí, al menos, se puede aprovechar la sombra del jardín del campus", señala Míguez, que adelanta que, cuando acaben los exámenes finales, se ampliará el número de facultades y recintos que la US pondrá a disposición de la campaña de vacunación. 

Una dosis de la vacuna de Moderna. Una dosis de la vacuna de Moderna.

Una dosis de la vacuna de Moderna. / Juan Carlos Muñoz

El servicio de Inspección de la Consejería de Salud ha visitado en dos ocasiones el búnker de Matemáticas. La última vez lo hizo la semana pasada, cuando se dio el visto bueno para que desempeñara esta función. Buena parte del inmobiliario que usa el personal sanitario está cedido por la Hispalense. El sótano se ha dividido en cuatro áreas. Una vez que los pacientes citados bajan las escaleras, pasan por un circuito, similar al que existe en los aeropuertos para el embarque de pasajeros. Una vez acabado, llegan al registro, donde se apuntan sus datos de manera manual por si surgiera algún problema con la documentación electrónica. Posteriormente, se les inyecta la dosis. La que se suministra estos días aquí es la de Moderna.  

Una de las profesionales que desempeña esta tarea es Teresa, enfermera adscrita al centro de salud del Cachorro. Lleva aquí desde las 8:15. Ha tenido que descongelar las vacunas. "Además de llegar tarde, al venir semicongeladas, hay que calentarlas con las manos sin moverlas, lo que provoca más retraso", aclara. Ya ha estado en otros centros de salud prestando este servicio. 

Los pacientes reposan 15 minutos tras recibir la vacuna. Los pacientes reposan 15 minutos tras recibir la vacuna.

Los pacientes reposan 15 minutos tras recibir la vacuna. / Juan Carlos Muñoz

Una vez que se les inocula, pasan a otra sala, donde esperan sentados 15 minutos en sillas separadas por un metro y medio de distancia. Salen por una escalera distinta a la de entrada a través de un circuito señalado en el suelo. Las personas con movilidad reducida lo hacen por un ascensor. Además, también hay una sala habilitada para las urgencias que puedan surgir y otra para el avituallamiento del personal que trabaja aquí. Míguez recuerda las cifras: ocho celadores y 18 enfermeros, a los que se suma un nutrido grupo de voluntarios. 

En esta primera jornada están citadas 1.600 personas, todas nacidas en 1968. Antes de recibir la inyección, se les proporciona in situ la cita para la segunda dosis. Con la de Moderna son 28 días de intervalo, por lo que han de volver a Reina Mercedes el 22 de junio. Para entonces, ya habrán pasado muchos sevillanos con menos de 50 años por estas instalaciones, donde convivirán por unos meses la agujas con los libros de texto y los apuntes de los estudiantes que acuden a las últimas clases presenciales. La imagen que mejor define este curso tan extraño.