Opinión

Un gran secretario del Ayuntamiento de Sevilla

Luis Enrique Flores, secretario genera del Ayuntamiento de Sevilla

Luis Enrique Flores, secretario genera del Ayuntamiento de Sevilla / Antonio Pizarro (Sevilla)

Sé que este artículo no le va a gustar a mi amigo Luis Enrique, pero tengo la obligación moral de escribirlo y lo hago con la libertad que me proporciona mi situación de jubilado. He leído en la prensa, con una gran sorpresa por mi parte, que se va a nombrar un nuevo secretario en el Ayuntamiento de Sevilla, dado que según les dicen a los periodistas, hay un cuello de botella en la actual Secretaría que hace que se paralice y ralentice todo, sobre todo lo relacionado con urbanismo.

Parto de la base de que cualquier equipo de gobierno nuevo tiene la posibilidad de organizarse como crea oportuno, pero siempre con respeto a las normas de aplicación vigentes y a las personas a las que pueda afectar.

Las funciones del secretario están muy claras en la ley: dar fe de todos los acuerdos que se produzcan e informar sobre la legalidad de los mismos en aquellos casos en que así lo determine la propia ley. La Secretaría nunca ejecuta los acuerdos, los informa, da fe de los mismos y los notifica, luego si se produce ese cuello de botella será en la parte de ejecución, es decir la parte política. Por tanto si ya políticamente y como consecuencia de las pasadas elecciones se ha variado el color político de los que nos gobiernan, actuando en consecuencia queda solventado el problema.

Descargar la responsabilidad de esa falta de ejecución en un funcionario me parece una falsedad que quiere encubrir otras cosas que, como las desconozco, no las digo.

Solamente puedo decir que he sido compañero de trabajo en el Ayuntamiento, trabajando codo con codo, concretamente 16 años, hasta mi jubilación en diciembre del año pasado y puedo decir, alto y claro, que Luis Enrique es un trabajador eficiente y eficaz, siempre dispuesto a todo y en especial a colaborar con los distintos equipos de gobierno que le han tocado, con preguntar a esos alcaldes de esos gobiernos, Alfredo Sánchez Monteseirín, Juan Ignacio Zoido, Juan Espadas y Antonio Muñoz, quedaría suficientemente claro el tema. Baste decir que ha antepuesto ese deber de colaboración a cualquier otro interés de amistad y compañerismo y soy testigo sufridor de ese afán.

Aplicar la Ley de Grandes Ciudades para solventar el problema es una excusa banal, la ley es de 2003 y curiosamente hasta ahora a nadie se le había ocurrido utilizarla para esa finalidad y han pasado veinte años y como he dicho antes, distintos alcaldes de colores políticos diferentes y además porque en todo caso hay un Oficial Mayor, Habilitado Nacional, al que se le podrían asignar otras tareas en caso de que existiesen esos cuellos de botella técnicos, en lugar de traer otro funcionario extraño y duplicando los costes de un mismo servicio, ya que si es verdad, se está por el interés general.

En fin solo me queda felicitar a Luis Enrique, porque como elemento decorativo va a estar muy bien retribuido y con todo el tiempo del mundo para desarrollar todas las actividades intelectuales que tiene, que son muchas y variadas, y dar mi pésame al Ayuntamiento por la perdida de una figura emblemática, con un gran carisma y conocimiento de todos los temas de derecho administrativo que le pudieran afectar.

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