Mucho más que hijo de don Ramón

Calle rioja

Homenaje. La Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País evocó a Bernardo Víctor Carande, hijo y padre de catedráticos de Sevilla, en el décimo aniversario de su muerte.

Bernardo Víctor Carande, en una foto hogareña que dedicó a su hija Rocío.
Bernardo Víctor Carande, en una foto hogareña que dedicó a su hija Rocío.
Francisco Correal

02 de noviembre 2015 - 05:03

LA Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País homenajeó el pasado viernes, 30 de octubre, a Bernardo Víctor Carande en el décimo aniversario de su muerte. Hijo y padre de catedráticos, su Universidad fue el campo y las numerosas disciplinas que cultivó: novelista, poeta, ensayista, crítico, fotógrafo, pintor, historiador, periodista.

Haberes y saberes que enumera su amigo Jesús García Calderón, extremeño, poeta y fiscal Superior de Andalucía en su sede de Granada. Lo hace en el prólogo de una joya bibliográfica de Bernardo Víctor Carande titulada Cuentos Republicanos que editó en 2006, un año después de su muerte, la editorial El Desembarco que entonces comandaba el notario Francisco José Aranguren Urriza.

Un escritor atrapado entre un fiscal y un notario. Dos de sus muchos amigos. Conservo la invitación de la presentación del Libro en la Carbonería el 27 de octubre de 2006 a cargo del propio García Calderón. Al hijo de Ramón Carande, al padre de Rocío Carande, las dos cátedras de su árbol genealógico, le hacían gracia estas coincidencias.

En el décimo aniversario de la muerte de Ramón Carande (1887-1986), aquel siglo de las luces andante, se iniciaba el campeonato de Liga en Heliópolis con un Betis-Athletic de Bilbao. Un partido que se repitió ayer, en el décimo aniversario del fallecimiento del hijo de don Ramón, además de ser su testaferro, el guardián de su legado, biógrafo, hagiógrafo y chófer en aquel viaje de Sevilla a Oviedo, con parada en Cáceres, para recibir el premio Príncipe de Asturias de las Ciencias Sociales en 1985.

Betis-Athletic de Bilbao. El mismo enfrentamiento de la final de la primera Copa del Rey de aquel 25 de junio de 1977. Una restauración simbólica de la Monarquía cargada con algunos de los valores esenciales de la República que había defendido Ramón Carande Thovar.

Su hijo Bernardo Víctor es un niño de la República. El 13 de marzo de 1930, su padre es nombrado rector de la Universidad de Sevilla. En 1931, Manuel Azaña lo designa consejero de Estado. Llegó a ofrecerle la cartera de Comunicaciones de su Gobierno, ofrecimiento que Carande rechazó por recomendación de su "jefe político" Ortega y Gasset, comillas de García Calderón. En 1932 nace Bernardo Víctor en Madrid.

En la reseña biográfica de su amigo fiscal, cuenta que en julio de 1936 tiene que abandonar Madrid con su madre y su hermano mayor. Saquean el chalé familiar, destruyendo un trabajo de Ramón Carande sobre los Trastamara; detienen al historiador en una pensión de Alcalá, finalmente acogido en su casa por José María de Cossío, el mecenas de Miguel Hernández, Alberti y otros poetas. La familia, después de refugios en legaciones diplomáticas de México y Panamá, viaja en barco desde Valencia hasta Marsella, de allí a Hendaya y a Irún y con ese bucle geográfico terminan en Badajoz en 1937.

El niño Bernardo Víctor Carande tardará doce años en vivir en una casa con todos sus atributos de estabilidad y propiedad. La que adquiere su padre en la calle Álvarez Quintero.

En 1940 vuelve la familia de Ramón Carande a la ciudad donde fue rector, a la espera de que le restituyan la cátedra. Se alojan en el Hotel Madrid entre "nazis, distantes ingleses, espías diversos, cómicos, gentes que vienen y van hasta Gibraltar...". Pasan un año más en el hotel Simón de la calle García de Vinuesa.

Sospechoso de afín a las ideas republicanas, Queipo de Llano aparece en la dedicatoria de la primera edición de Carlos V y sus banqueros. Su hijo se integra en familias de amigos de su padre: Pedro Castro Barea, catedrático de Biología, y Francisco Candil, Derecho Mercantil. Pasan breves temporadas en Torremolinos.

En las penurias y estrecheces nace la pasión de Bernardo Víctor Carande por el cómic, un pionero. Como también lo es de la fotografía taurina, donde tuvo a su padre, memoria viva de la cogida de Joselito en 1920, como mentor y valedor.

En Capela descansan los dos, padre e hijo, un cortijo construido en 1883 por albañiles portugueses. Pertenece al pueblo pacense de Almendral. Este cronista, en compañía del amigo y fotógrafo Paco Cazalla, tuvo el privilegio de visitarlo aquel año 85 de los honores asturianos. De Carlos V a ese joven príncipe que tres décadas más tarde reza en los libros de Historia como Felipe V.

No es baladí relacionar a Carande jr. con un libro. García Calderón recuerda que con Suroeste fue finalista en 1974 del premio Nadal (editado por Destino en la colección Áncora y Delfín). Dos años más tarde, con Don Manuel y la Agricultura, finalista del premio Nacional de Literatura.

Acaban de cesar a Paco Herrera como entrenador del Las Palmas. Buen amigo de Bernardo Víctor. Cuando era ayudante de Rafa Benítez en la ciudad de los Beatles, se hicieron seguidores del Liverpool. El año que murió ganaron la Copa de Europa.

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