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Un templo tranquilo (pero con algún sobresalto)

El incendio de Notre Dame alerta sobre la seguridad de la Catedral de Sevilla

  • El templo sevillano acumula ocho años sin incidentes destacables desde la agresión a un lienzo de Murillo por parte de un perturbado hace ya ocho años

Vista de la Catedral hispalense durante las recientes obras de restauración.

Vista de la Catedral hispalense durante las recientes obras de restauración. / José Ángel García

El desastroso incendio sucedido en la parisina catedral de Notre Dame, joya del gótico y uno de los edificios históricos más emblemáticos de la capital francesa, ha hecho saltar las lógicas alarmas sobre las medidas de prevención y contención contempladas frente a una situación similar en otras partes de Europa. Y la Catedral de Sevilla, Patrimonio de la Humanidad desde 1987, Bien de Valor Universal Excepcional desde 2010 y considerada el templo gótico con mayor superficie del mundo, no ha sido una excepción.

Tal ha sido la demanda de información por parte de medios de comunicación locales que la Catedral sevillana consideró en principio idónea la comparecencia del portavoz del Cabildo, Antonio Pascual, para explicar el plan desarrollado por el templo durante los últimos años y disipar, en la medida de lo posible, las dudas al respecto. Finalmente, anuló la convocatoria y optó por emitir un comunicado oficial tanto en su página web como en la del Arzobispado.

La seguridad en la Catedral de Sevilla

Los especialistas coinciden en señalar que fue 1992, con la celebración de exposición de arte sacro Magna Hispalensis, el año que marcó el giro hacia una organización y gestión del templo acorde no sólo a su función religiosa, sino también a su condición de ineludible polo de atracción turística, con miles de visitantes mensuales tanto locales como foráneos.

Sin embargo, no sería hasta el reciente 2013, con el nombramiento como director de seguridad de Manuel Campos Ramírez -con experiencia previa en dicho campo en diversos museos nacionales-, cuando la Catedral recurrió a un profesional con la misión expresa de diseñar y desarrollar un plan integral para reforzar y aumentar el control y la vigilancia no sólo del edificio, sino también de las distintas sedes que acogen el patrimonio artístico del templo metropolitano: las dependencias de la Plaza del Cabildo -oficinas de administración y almacenes- y un gran espacio de almacenamiento y conservación ubicado en la localidad de San Jerónimo.

Fue una decisión inevitable precedida por el sonado caso de la Catedral de Santiago de Compostela en 2011, de la que fue sustraído el Códice Calixtino pese a estar custodiado en una caja blindada. Aunque el asunto quedó resuelto por la policía un año después -el ladrón resultó ser el electricista del templo y el volumen fue recuperado sin desperfectos-, la peripecia dejó en evidencia la notable falta de seguridad en la gran mayoría de edificios religiosos urbanos -los rurales ya fueron objeto de expolio en décadas anteriores- pese el incalculable valor artístico y patrimonial del que son depositarios.

Los tesoros de la Catedral de Sevilla

En este sentido, baste apuntar que la Catedral de Sevilla atesora, entre otros elementos, unas 900 piezas de orfebrería, 2.000 ropajes litúrgicos y más de 70.000 volúmenes en su biblioteca capitular -más de un centenar de ellos, incunables-. Y ello sin contar las numerosas piezas de arte -cuadros, frescos...- y mobiliario. Razón de más para que el Cabildo catedralicio destinase ya por entonces un 31% de su presupuesto a la seguridad del templo, una partida sólo superada por la de gastos de conservación, reparación y seguros (956.248 euros en 2010).

Templo tranquilo y bien vigilado, la Catedral de Sevilla no ha sido ajena en cualquier caso a imprevistos que sobresaltaron el ánimo de devotos y simples amantes del patrimonio, aunque por fortuna apenas uno cabe ser considerado como tal durante la última década.

A mediados de agosto de 2011 trascendía el ataque de un perturbado contra un lienzo de Murillo llevado a cabo varias semanas antes, el 14 de junio, escasos días después del robo en Santiago. T. M. V., un hombre de 66 años con problemas mentales, se abalanzó sobre el lienzo de San Fernando propinándole un sonado manotazo saldado con varios arañazos. El sujeto, detenido poco después por agentes de la Policía Local, sólo fue capaz de argumentar que lo había hecho porque el cuadro "era de su padre". El incidente, para suerte de todos, apenas quedó en anécdota.

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