Incendios en monumentos

A Sevilla le falta un plan Notre Dame

  • Los Bomberos carecen de formación en manipulación de obras de arte, no tienen gases para apagar los fuegos sin causar daños materiales y la red de hidrantes del centro es escasa

La aguja de Notre Dame, ardiendo la tarde del Lunes Santo.

La aguja de Notre Dame, ardiendo la tarde del Lunes Santo. / Ian Langsdon / EFE

El incendio de Notre Dame ha vuelto a poner de actualidad un viejo debate sobre la seguridad en los monumentos y si las ciudades están lo suficientemente preparadas para proteger su patrimonio. ¿Qué pasaría en Sevilla si hubiera un incendio como el declarado en la Catedral de París? Cierto es que en el templo metropolitano de Sevilla sería difícil que se originara un fuego similar, ya que los techos son de piedra y no hay madera en las zonas altas.

Sí la hay en el interior, en forma de retablos principalmente, lo que crearía una gran carga térmica en el caso de un incendio dentro del templo. En ese sentido, el edificio más vulnerable del conjunto monumental es el Alcázar, en el que hay una gran cantidad de artesonados y también yeso, materiales que arden con mucha más facilidad que la piedra.

En el hipotético caso de un incendio en alguno de los tres grandes edificios de la zona monumental de la ciudad (Catedral, Alcázar y Archivo de Indias), los Bomberos de Sevilla carecen de formación para tratar con obras de arte o legajos valiosos como los que se guardan en el Archivo. En los últimos años no se ha hecho ni un solo simulacro de incendio en ninguno de estos tres complejos arquitectónicos y no existe un protocolo que indique los pasos que deben seguir los profesionales del servicio de extinción de incendios si se encontraran ante un fuego en este conjunto monumental.

Los Bomberos de Sevilla, en un incendio en una vivienda de la calle San Eloy. Los Bomberos de Sevilla, en un incendio en una vivienda de la calle San Eloy.

Los Bomberos de Sevilla, en un incendio en una vivienda de la calle San Eloy. / Juan Carlos Vázquez

Cada uno de los tres edificios es independiente. La Catedral es propiedad de la Iglesia, el Alcázar del Ayuntamiento de Sevilla y el Archivo de Indias del Estado, lo que hace que cada uno tenga sus propios planes de autoprotección, sin que se tenga en cuenta el entorno en el que está ubicado ni los obstáculos que pueden encontrarse los Bomberos a la hora de llegar a atender una emergencia.

Juan Carlos Bernabé, ingeniero de edificaciones y bombero del Ayuntamiento de Sevilla desde el año 1989, plasmó por escrito estas deficiencias en un trabajo académico que hizo en el año 2014. El trabajo se tituló Planificación contra incendios en el área de protección de la Unesco en la ciudad de Sevilla y fue su proyecto de fin de grado en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la Universidad de Sevilla. El tutor fue el profesor Adolfo Martínez Cuevas.

En ese trabajo, el autor constata la existencia de varios problemas. La red de hidrantes es insuficiente, con pocas bocas de salida. La red de riego está obsoleta y es de difícil acceso. En ambos casos el agua sale con una baja presión e inconstante, y lo acompaña con un mapa de la red de hidrantes y bocas de riego en el entorno monumental de la ciudad. Esto supone un grave problema para los Bomberos, cuyos vehículos especiales para poder acceder al casco histórico tienen muy poca capacidad de agua. Son camiones pequeños, diseñados para poder pasar por calles estrechas, y por tanto sólo pueden cargar con unos 700 litros de agua.

El Parque Central de Bomberos, el de San Bernardo, está bastante cerca de la zona monumental para poder llegar en muy poco tiempo desde que se reciba un aviso. Sin embargo, el itinerario establecido para los Bomberos en caso de siniestro en en esta zona es el más largo de todos los posibles: salir hacia Menéndez y Pelayo, Prado de San Sebastián y avenida de María Luisa, para girar a la derecha hacia el Paseo de las Delicias y entrar en la avenida de la Constitución por la Puerta de Jerez. Un recorrido mucho más corto es por San Fernando, pero no existe un protocolo para cortar el Metrocentro, por lo que los Bomberos podrían encontrarse con un tranvía bloqueándoles el paso.

Un bombero parisino trabaja en el interior de Notre Dame Un bombero parisino trabaja en el interior de Notre Dame

Un bombero parisino trabaja en el interior de Notre Dame / Benoit Moser / EFE

No sería el único obstáculo. Toda la zona monumental, más desde los atentados de las Ramblas, está protegida con bolardos y macetones, lo que impediría un atentado terrorista con un vehículo pero retrasaría la llegada de los servicios de emergencias. A estos obstáculos se le suman las paradas de coches de caballos, de taxis y las zonas de carga y descarga, que suelen estar casi siempre ocupadas.

Al haber tan poco espacio disponible para esta labor en esta zona del centro, es habitual que un repartidor estacione la furgoneta en una calle como Mateos Gago, por ejemplo, y desde ahí reparta con un carrillo por calles aledañas. El problema es que, en el caso de un incendio, los Bomberos podrían encontrarse con un vehículo que les tapona el paso sin que se sepa dónde está el conductor ni cuánto tiempo va a tardar en llegar.

Bernabé repasa en su trabajo los grandes incendios que han sufrido los monumentos sevillanos en su historia. La Catedral ha sufrido dos incendios importantes: uno en 1684 durante el funeral del cardenal Espínola y otro en 1889, en el que se perdieron las pinturas de los laterales de la capilla de la Virgen de la Antigua. En 2013, los Bomberos acudieron por unos chispazos en el dispositivo para ahuyentar las palomas. El Archivo de Indias se incendió en 1924 y en 1982, mientras que el Alcázar sufrió un fuego en el antiguo teatro de la Montería en 1691.

Completan la relación de fuegos en el casco histórico los sufridos por la iglesia del Salvador sufrió uno en 1905, la del Santo Ángel en 1906, Santa Marina en 1915, la capilla de San José en 1931, San Julián en 1932, Omnium Sanctorum, San Gil, San Roque y San Marcos en 1936, el Palacio de San Telmo en 1952, la casa natal de Bécquer en 1976 y el palacio de Altamira en 1986.

Además del desconocimiento en la manipulación de obras de arte, los Bomberos sevillanos tampoco poseen materiales como gases halogenados, que pueden apagar fuegos causando los mínimos daños en el patrimonio y los bienes. El autor del trabajo también denuncia que no se hacen inspecciones en los monumentos y que los profesionales del servicio tienen poca información con respecto a los materiales con los que tendrían que tratar en el caso de incendio.

"El gran éxito de los Bomberos de París es lo que no se vio"

Juan Carlos Bernabé Salgueiro hizo en febrero treinta años en el servicio de Bomberos del Ayuntamiento de Sevilla. Sus dos hermanos comparten oficio, y uno de ellos, Alberto, trabaja desde hace años en una iniciativa para la creación de un museo del fuego en Sevilla. Juan Carlos fue durante años la cara del Sindicato Andaluz de Bomberos (SAB), desde donde luchó por la mejora y la renovación del servicio y sus instalaciones. Retirado de la lucha sindical, se dedicó a estudiar la zona monumental de Sevilla y su vulnerabilidad ante un gran incendio. "Ante lo nunca debería pasar, pero que un día puede ocurrir y para lo que debemos estar preparados".

Juan Carlos Bernabé, bombero e ingeniero de edificaciones. Juan Carlos Bernabé, bombero e ingeniero de edificaciones.

Juan Carlos Bernabé, bombero e ingeniero de edificaciones. / Salomón Cejudo

Su trabajo es del año 2014 y en él han cambiado dos aspectos: se han eliminado las catenarias del tranvía, que él citada como obstáculos, y se compraron vehículos pequeños para pasar por calles estrechas, aunque no con la suficiente capacidad de agua como otros modelos que están ya en el mercado. Su trabajo se inspira en una red de ciudades que son Patrimonio de la Humanidad y que, apoyadas con fondos europeos, crearon un plan de salvaguarda para las obras de arte. "Me llamó la atención que ahí estuvieran Córdoba, Salamanca, Santiago de Compostela o La Laguna, entre otras, pero no estuviera Sevilla", explica Bernabé.

"Los planes de autoprotección de los monumentos están encaminados a proteger a las personas, pero no a las obras de arte. Cuando fallan todos los sistemas de seguridad, tienen que entrar los Bomberos. Y si empezamos a utilizar mangueras a discreción podemos destrozar nuestro patrimonio. El gran éxito de los Bomberos de París es lo que no se vio por televisión. Vimos el fuego y a los bomberos echando agua por arriba, pero mientras debajo estaban sacando todas las obras de arte. Hicieron un plan de contención de las llamas para poder sacarlo todo. Si hubieran echado más agua lo hubieran apagado antes, pero destrozando la Catedral".

Bernabé detalla que no puede apagarse un fuego en una iglesia o un palacio como si se tratara de un incendio normal en una vivienda. "Una vez que las personas están a salvo, necesitamos tener unas prioridades, saber qué cuadro es el más valioso. Hablamos de edificios que albergan obras de arte cuyas pérdidas serían irreparables, no de un mueble que, aunque sea caro, se puede sustituir por otro igual". Para este bombero es fundamental que la ciudadanía conozca el plan de emergencias de la ciudad. "Ni siquiera los bomberos lo conocemos. Está guardado en un cajón, ¿qué sentido tiene entonces un plan de emergencias?".

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