Los problemas del albergue en la Macarena

El Triángulo de las Bermudas

  • Los vecinos y comerciantes de la Macarena denuncian agresiones y amenazas de los indigentes, que han llegado a quemar una puerta de un bloque

Una mujer se sube el pantalón en una calle de la Macarena.

Una mujer se sube el pantalón en una calle de la Macarena. / Maria Pla

En un paseo de apenas diez minutos se puede encontrar uno a dos personas orinando en plena calle, a otra enseñando el trasero, a varias consumiendo macetones de tinto de verano aunque sean las diez de la mañana y a unas cuantas más esperando junto a cada plaza de aparcamiento que se queda libre. Es el paisaje diario de las calles Don Fadrique, Esperanza, Juan de Astorga, Juan de Robles y Perafán de Ribera, la zona próxima al albergue municipal ubicado en esta última calle.

Un punto del distrito Macarena donde la tensión vecinal ha ido en aumento en los últimos meses, hasta el punto de que los vecinos han organizado patrullas para instar a los indigentes (la mayoría de ellos toxicómanos) a que no hagan sus necesidades en plena calle y a que cesen en el trapicheo de drogas y alcohol que manejan a diario.

Los comercios están sufriendo el problema desde hace tiempo. Uno de los más afectados es el Bar Plata, histórico negocio fundado en 1909 ubicado en la esquina de Don Fadrique y la Resolana, frente a la Basílica de la Macarena y del Parlamento. La gerente del bar es Macarena Díez, que ha denunciado en varias ocasiones las amenazas y ataques que ha sufrido. En agosto de 2017 le quemaron tres veces el portal del bloque contiguo al bar, donde reside su madre.

Uno de los indigentes que para en el albergue se metía dentro del portal y le prendía fuego a la puerta por dentro. "Lo hacía cada miércoles. Llamé a la Policía explicándoselo y diciéndole que por favor vinieran el miércoles siguiente, que lo detendrían seguro. La respuesta fue que no podían poner un patrullero en mi puerta y que colocase la cámara de videovigilancia grabando el portal. Es decir, grabar la calle, algo que no está permitido y para lo que necesito un permiso de la Delegación del Gobierno".

Un carro de compra abandonado. Un carro de compra abandonado.

Un carro de compra abandonado. / Maria Pla

Así que el indigente llegó y le volvió a quemar la casa. Al menos consiguió que le impusieran una orden de alejamiento. Díez asegura que las pérdidas que sufre el negocio están siendo cuantiosas. Los indigentes se bañaban en sus aseos. Tuvo que hacer una reforma para cerrarlos. Se han llevado hasta las tartas con sus tarteras de cristal, además de sillas y sombrillas. "No dejan de molestar, de pedir a los clientes, si les dices algo te amenazan, si los echamos nos saltan con el derecho de admisión y nos piden hojas de reclamaciones...".

Un hombre orina en media de la calle. Un hombre orina en media de la calle.

Un hombre orina en media de la calle. / Maria Pla

Lamenta que el gobierno local hablara de la intolerancia de los vecinos con las personas sin hogar. "Esto no son personas sin hogar, necesitadas a las que hay que ayudar, esto es gente que está bebiendo vino desde las siete de la mañana y, cuando se le acaba, aparca un coche para comprarse otro cartón". Lamenta que la zona se haya ido deteriorando cada vez más, hasta el punto de que se le conoce como "el Triángulo de las Bermudas de la Macarena". Los indigentes también han amenazado a otros comerciantes y trabajadores de la zona, como la directora de una sucursal bancaria cercana.

La tienda Moto Sport Sevilla también sufre el problema. "Los clientes tienen miedo a venir. En el momento en que llegan ya les sale alguien pidiendo o diciéndole algo", dice Javier Rodríguez, dueño del negocio, que denuncia las continuas peleas entre ellos y la inacción de la Policía. "La Policía Nacional viene, los detiene y al día siguiente están aquí otra vez. La Local ni siquiera viene", apunta.

Una vecina de la calle Don Fadrique, Rosa Morillo, explica que ha presentado numerosos escritos al Ayuntamiento y a Lipasam. Los vecinos están ahora recogiendo firmas para que se les dé una solución. Responsabilizan del problema al albergue municipal y a otros centros sociales que hay en la zona. "Todos están concentrados aquí, no se reparten entre varios barrios".

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