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José Francisco jiménez díaz. Profesor de ciencias políticas de la UPO

"Tenemos que hacer las leyes pensando que los hombres no son ángeles, sino demonios"

  • Granadino residente en Dos Hermanas, centra sus esfuerzos como investigador en el liderazgo político También ha trabajado sobre los efectos de la globalización en el agro andaluz

Por su acento, por su forma de abrir las vocales, José Francisco Jiménez Díaz no puede ocultar su condición de granadino. Pertenece a ese nutrido y brillante grupo de profesores foráneos que han llegado a Sevilla gracias a la política abierta de la Pablo de Olavide. Actualmente es profesor contratado doctor y responsable del Área de Ciencia Política y de la Administración de esta universidad sevillana. Como investigador ha trabajado en los efectos locales de la globalización en municipios andaluces del litoral almeriense y granadino, fruto de lo cual fue su tesis doctoral sobre El Ejido. Últimamente investiga sobre liderazgo político y, al respecto, acaba de presentar un libro escrito al alimón con el profesor Santiago Delgado Fernández, 'Political Leadership in the Spanish Transition to Democracy (1975-1982)'. Como es común en los docentes universitarios de su generación tiene una meritoria trayectoria internacional, con estancias de investigación y/o docentes en la LSE de la Universidad de Londres, la Universidad de Lisboa, la Universidad de Macerata (Italia) o la Universidad Autónoma de Nuevo León (México), entre otras. Ha publicado numerosos capítulos de libros y artículos en revistas nacionales e internacionales (Revista Española de Ciencia Política, Revista Mexicana de Ciencias Políticas y Sociales, Cuadernos de Desarrollo Rural de Colombia, etcétera). También es autor de varios libros, entre los que destacamos 'Relatos Biográficos de Agricultores'.

-Se habla mucho de liderazgo, ¿pero en qué consiste exactamente?

-El liderazgo se estudia desde que el hombre piensa sobre sus asuntos. En todo grupo humano alguien tiene que mandar, que dirigir. Liderar viene del verbo inglés to lead, conducir o guiar. Es decir, que liderazgo es la capacidad, primero, de tener una idea clara de hacia dónde hay que llevar a un grupo de personas y, segundo, de convencer a ese grupo de personas de que hay que ir hacia ese lugar que quiere el líder.

-¿Y es posible una sociedad sin líderes, como preconizan algunas utopías?

-Yo creo que no. No es posible una organización sin liderazgo, sin alguien que tenga las ideas claras. Siempre tienen que existir unos guías intelectuales que decidan sobre los valores que deben inspirar la vida en común y unos guías prácticos que nos indiquen cómo nos organizamos. La sociedad siempre está dirigida por unas minorías.

-Sin embargo, la historia de la Democracia no es otra cosa que el gran esfuerzo por limitar el poder de esas minorías para ampliar en lo posible los derechos de las mayorías.

-Históricamente, la democracia ha sido la forma de gobierno más repudiada por los grandes pensadores políticos, que por lo general siempre han reclamado gobiernos de tutela, es decir, que gobiernen los más preparados. Es cierto que la Democracia pone coto a la acción de los líderes, lo cual es bueno, porque, como nos enseña Montesquieu, toda persona que tiene poder tiende a abusar de él. Por tanto, los mecanismos institucionales para limitar el poder son necesarios. Tenemos que hacer las leyes pensando en que los hombres no son ángeles, sino demonios. El hombre tiende a ser malo, porque no es político por naturaleza como creía Aristóteles; Ortega y Gasset nos recordaba que el hombre tiene tendencias sociales y antisociales, lo que nos indica que hay que crear instituciones para corregir los excesos del poder. Es más, tenemos que asumir que vivir en sociedad es vivir bajo diversas coacciones.

-¿Sirve cualquier líder para cualquier momento histórico?

-No. Se lidera en un tiempo concreto y hay líderes que sólo podrían gobernar en ciertos momentos de la historia.

-Me llaman mucho la atención esos cursos de liderazgo que se pusieron de moda hace ya un tiempo. ¿Se puede enseñar a ser un líder?

-Pienso que el líder se va haciendo con el tiempo; sí se puede aprender a ser líder.

-¿Y cualquiera puede aprender?

-Hay que tener ciertas capacidades. La más importante es la ambición de liderar. También ciertas habilidades sociales para comunicar. El buen líder debe comunicar bien. De hecho, liderazgo es, sobre todo, comunicar bien en el contexto y en el momento adecuados e interpretar qué necesidades tienen tus seguidores.

-Bajemos a la arena de la España actual. ¿Hay buenos líderes?

-No hay buen liderazgo político. Algunos, incluso, se resisten a liderar porque están muy presionados por Bruselas. Quien gobierne después del 26-J va a estar muy vigilado por la Comisión Europea. Además, nuestros líderes también están muy debilitados por sus propias organizaciones políticas.

-¿Rajoy es el no-liderazgo?

-Rajoy depende mucho de su aparato político. No es un líder como Adolfo Suárez, que gobernó sin un partido. Rajoy cree que dejar morir los problemas es una forma de liderazgo. Se equivoca: los problemas hay que abordarlos. Sí, creo que es el no-liderazgo.

-¿Y Pedro Sánchez es el liderazgo banal?

-Pedro Sánchez es todavía un líder muy joven y todavía se está haciendo. Por lo que se ve tampoco es alguien que lidere, porque tiene muchos frentes abiertos en su propio partido. Insisto en que uno de los problemas de los actuales líderes es que dependen mucho de sus organizaciones partidistas, las cuales no les dejan liderar.

-En el caso de Pedro Sánchez incluso se le niega la condición de líder desde algunos sectores del PSOE.

-Sí, y eso lleva a un líder débil, poco dispuesto a asumir la conducción de la organización.

-A los líderes de los partidos emergentes, sin embargo, sí se les ve más madera. Empecemos por Albert Rivera.

-Tiene madera de líder, porque comunica bien y empatiza bien. Liderar es también comprender el estado de ánimo de la gente e intentar incorporarlo a tu programa político. Rivera sabe hacer esto mejor que los dos anteriores.

-Y llegamos al fenómeno Pablo Iglesias, un líder sin discusiones. ¿Es el mejor en la materia?

-Al igual que decíamos de Rivera, Iglesias ha sabido recoger el estado de ánimo que había en España y traducirlo en mensajes políticos que llegan a la gente. Es un buen líder porque tiene la capacidad de movilizar a los ciudadanos, algo que es fundamental.

-También es un gran comunicador.

-Sí, sobre todo en la televisión. A Rajoy y a Sánchez les cuesta mucho llegar a la gente por TV. Un buen político debe saber comunicar bien en diferentes foros: en las estructuras del partido, en el Parlamento, en los medios...

-Pero es cierto que tanto Pablo Iglesias como Albert Rivera también generan un rechazo agrio en muchas personas. ¿Es inevitable que un buen líder genere odios incondicionales?

-Sí, recuerde a Felipe González, un gran líder que generaba mucho rechazo en algunas personas.

-Muchísimo, había gente, tanto de izquierdas como de derechas, que lo odiaba.

-Los buenos líderes tienden a generar percepciones polarizadas en la gente. De hecho, actualmente, el que más rechazo genera, según las encuestas, es Pablo Iglesias.

-¿Ve algún gran líder en el panorama internacional?

-No lo veo.

-Uno de los grandes problemas actuales de Europa es que no hay un liderazgo claro y sin discusión.

-Sí, y eso es grave. Cuando Obama quiere llamar a Europa no sabe a quién hacerlo, si a la Comisión, si a Merkel, si a Hollande... Europa es una organización política que gobiernan los burócratas de Bruselas y el gobierno de los burócratas es aquel en el que nadie es responsable de las cosas que pasan. Actualmente, no hay una idea de Europa clara a cuatro años vista, no hay líderes, vamos a la deriva...

-Ya han salido algunos nombres de políticos de la Transición. Lo digo porque acaba de publicar, junto al profesor Santiago Delgado Fernández, el libro Political Leadership in the Spanish Transition to Democracy (1975-1982). El lugar común que se repite hasta la saciedad es que estos políticos eran mejores líderes que los actuales. ¿Es cierto?

-Suárez y Felipe González fueron buenos líderes, entre otras cosas porque sólo tuvieron que lidiar con una televisión, la TVE. No existían internet, las redes sociales, tantos periódicos... Era más fácil liderar porque había menos frentes a los que dar respuesta inmediata. Actualmente, la opinión pública pide soluciones inmediatas a problemas que son complejos de resolver y requieren mucho tiempo: el paro, la diversificación de la economía, la reforma fiscal...

-Manejar políticamente las redes sociales es complicado. ¿Debilitan mucho el liderazgo?

-Toda la comunicación a través de internet hace que el liderazgo sea líquido, porque continuamente se tiene que estar adecuando a unas circunstancias que cambian día a día. También produce un liderazgo por rechazo, un liderazgo reactivo, la gente apoya a determinado político por la antipatía que le genera su adversario. Suárez o Felipe González, sin embargo, eran líderes proactivos que tenían una idea clara de España a cuatro años vista. Suárez sabía que había que democratizar el país y para eso había que preparar la reforma política, perfilar los Pactos de la Moncloa, redactar la Constitución... Felipe González quería modernizar España y llevarla a Europa y a la OTAN, pero ¿cuál es el proyecto a largo plazo de los actuales políticos?

-¿Cómo debilita la corrupción a los líderes?

-La corrupción debilita mucho los liderazgos, más en los tiempos de las redes sociales. Lo que hace la corrupción es, sobre todo, degradar la relación de confianza que debe existir entre el representante y los representados.

-Sin embargo, el PP y el PSOE han sufrido muy poco castigo por la corrupción.

-Pues sí, porque quizás esa corrupción está más extendida en la sociedad de lo que nosotros percibimos a través de redes clientelares de todo tipo y de comportamientos domésticos de dudosa ética.

-Cambiemos completamente de tercio. Otra de sus líneas de investigación es cómo afecta la globalización al medio rural andaluz. ¿Nos ha ido bien con la globalización?

-En Andalucía, la globalización ha tenido efectos perjudiciales y efectos positivos. Lo cierto es que la globalización está relegando a nuestra comunidad a la periferia del sistema mundial. Aquí ofrecemos turismo y una agricultura importante, pero todo lo demás está en declive.

-¿Y lo positivo?

-Todas las nuevas tecnologías de la comunicación están permitiendo que nuestros profesionales y estudiantes estén conectados al mundo global. En Andalucía tenemos gente muy bien formada que tenemos que aprovechar. Las redes les sirven para estar conectados con el conocimiento de vanguardia.

-Uno de los lados más oscuros de la globalización son los grandes movimientos migratorios de sur a norte, lo que provoca choques y conflictos inevitables, como pasó en El Ejido, asunto que usted ha investigado. ¿Es posible que Europa pueda integrar con garantías a estas masas de población?

-Es posible. Decía Aristóteles que la política es el arte de hacer real lo posible, sin utopismo. La integración de los inmigrantes es posible si tenemos la voluntad política de hacerlo. Lo que no se puede hacer es incorporar, sin previo aviso, a cien mil inmigrantes en un año. España tiene un auténtico problema demográfico y, si no tenemos nuevos aportes de población en los próximos tiempos, en unos 40 años vamos a vivir en una sociedad envejecida y decadente.

-¿Qué es lo que falló, por ejemplo, en El Ejido?

-Eso fue en el año 2000, hace ya mucho tiempo. Hay que tener en cuenta que el 33% de la población de este municipio es inmigrante e incorporar a todas estas gentes de forma sensata y realista, darles posibilidades para que sigan allí, es un auténtico reto para las administraciones. No olvidemos que el futuro del sector hortofrutícola de El Ejido depende en gran medida de esta mano de obra inmigrante. Nosotros, que hasta hace nada emigrábamos al norte de Europa, tenemos ahora la obligación moral de incorporar económica, social y políticamente a estas gentes.

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