El sector turístico vive su peor año

Las limitaciones del puente de diciembre dan otro rejonazo a bares y hoteles en Sevilla

  • La vigencia de las restricciones fulmina las expectativas de los dos sectores

  • En 2019 se registró un lleno técnico en el arranque de la temporada navideña

El Hotel Colón permanece cerrado desde que se decretó el segundo estado de alarma.

El Hotel Colón permanece cerrado desde que se decretó el segundo estado de alarma. / Antonio Pizarro

Decepción, desolación y hartazgo. Son las palabras que más usan los hosteleros y hoteleros a la hora de referirse a la situación que están sufriendo y, especialmente, a “lo que queda por venir”. Dos sectores estratégicos en la economía sevillana y fuertemente golpeados por la crisis del Covid. El último atisbo de esperanza que les quedaba se ha visto fulminado con la ampliación de las actuales restricciones por parte de la Junta de Andalucía, lo que supone que el próximo puente de la Inmaculada (de cuatro días) no tendrá ninguna repercusión en sus negocios, al mantener limitada la movilidad por municipios. Una decisión que condiciona la temporada navideña.

Aunque esperada por muchos, la decisión anunciada por el presidente andaluz, Juanma Moreno, de continuar con las actuales medidas para hacer frente a la segunda ola del coronavirus ha venido a añadir más pesimismo e incertidumbre en negocios que dependen directamente del turismo. Bares y hoteles perderán otra oportunidad para resarcirse (aunque fuera levemente) de las graves pérdidas que les ha ocasionado la pandemia. El puente de la Constitución y la Inmaculada pasará totalmente en blanco. Nada que ver con las cifras alcanzadas años anteriores.

Conviene tener en cuenta aquí, como recuerda el presidente de la Asociación de Hoteles de Sevilla (AHS), Manuel Cornax, que se trata del puente más importante para la ciudad, tanto por su duración (incluye dos festivos) como por suponer el arranque de la temporada navideña, la cual, a día de hoy, se desconoce cuándo podrá dar inicio.

Cartel de completo en 2019

En 2019, por ejemplo, los hoteles sevillanos alcanzaron de media durante los cuatro días del puente festivo (que duró de viernes a lunes) un 96% de ocupación, con “lleno técnico” la jornada del sábado. Dicha cifra superó en más de 10 puntos las previsiones para estas fechas. Un comportamiento que avalaba en aquel momento el boom de hoteles y pisos turísticos que se estaba produciendo en la ciudad. Un año después, la estampa que ofrecerá la ciudad será bien distinta, pues actualmente, según Cornax, sólo el 40% de los hoteles sevillanos se encuentra abierto, debido a la movilidad restringida a nivel estatal, autonómico y local. El Alfonso XIII, por ejemplo, no volverá a retomar su actividad hasta el 18 de diciembre.

La ocupación en días laborales no supera el 12% de las plazas disponibles. “Se trata de clientes que hacen uso de los establecimientos porque se desplazan por motivos de trabajo”, explica el presidente de este gremio, que incide en que el sector está condicionado por la evolución sanitaria. La ampliación de las restricciones da al traste con cualquier posibilidad de que dicho porcentaje aumente en el próximo puente. Otra expectativa disipada. “No queda cuerpo para darle otra puntilla a los hoteleros”, lamenta Cornax.

Otro hotel de tres estrellas que permanece cerrado. Otro hotel de tres estrellas que permanece cerrado.

Otro hotel de tres estrellas que permanece cerrado. / Antonio Pizarro

El presidente de la AHS alerta de que “los pulmones de los hoteleros no tienen ya aire para seguir soportando la situación”. Un sector que, además de grandes cadenas, también tienen importante presencia en él pymes que gestionan hoteles pequeños, pensiones y hostales, de cuyo futuro depende la economía de toda la familia. “Las grandes cadenas hoteleras, en momentos de crisis, pueden acudir a los mercados financieros para ser rescatadas, pero no es el caso de los negocios familiares, donde se vive una auténtica tragedia”, advierte Cornax.

El representante de los hoteleros sevillanos también critica que no se hayan establecido ayudas directas a un sector “tan importante” en Andalucía. La única que han recibido, según Cornax, hasta el momento ha sido la del Ayuntamiento de Sevilla, que durante la primera ola de la pandemia decidió no cobrarles la tasa de basura, “pero ninguna otra medida vinculada estrechamente con nuestra actividad, más allá de las genéricas”. Todo ello cuando la ocupación acumulada en lo que va de año en estos establecimientos ha caído un 90%, lo que hace prever que la facturación supere dicho porcentaje. Una auténtica ruina a la que se no se le ve, por ahora, salida.

Los bares, los otros perjudicados

La hostelería es otra de las grandes perjudicadas por la vigencia de las restricciones durante el puente. El cese de su actividad a las 18:00 no se levantará en estas cuatro jornadas, que llegan a suponer el 6% de la facturación del año, una fecha con la que comienza la temporada navideña, que llega a representar una cuarta parte del volumen de negocio anual. Los ingresos para la Constitución y la Inmaculada serán, con las actuales condiciones, mucho más reducidos que los de años anteriores. Para la Navidad, nadie se atreve a hacer vaticinios con los límites horarios en vigor.

Terraza de un bar con casi todos los veladores vacíos. Terraza de un bar con casi todos los veladores vacíos.

Terraza de un bar con casi todos los veladores vacíos. / Juan Carlos Muñoz

Hace un año, el presidente de la hostelería sevillana, Antonio Luque, se congratulaba de los buenos resultados que había logrado el sector en el puente, con bares, cafeterías y pubs llenos en cuatro jornadas acompañadas de una excelente climatología. Sirva para ello un dato que demostraba este éxito de visitantes: los cuatro parking del casco antiguo se habían llenado por completo. Tal fue la afluencia de público que el Metrocentro tuvo que cortar su circulación en la Avenida de la Constitución y las líneas de Tussam con parada en el centro tuvieron que quedarse en Ponce de León, la Alameda y Puerta de Jerez. Para ir a un bar había que reservar mesa desde varias semanas antes y hacerse un hueco en la barra aquellos días era misión imposible.

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