Calle Rioja

"A la mar los suspiros, no los pelillos"

  • Recuerdo. Carlos Herrera recibió el galardón periodístico de la Fundación Jiménez-Becerril por su defensa de las víctimas del terrorismo, a cuyo colectivo pertenece como superviviente

Carlos Herrera recibe en el salón Colón el galardón de Teresa Jiménez-Becerril y Juan Espadas.

Carlos Herrera recibe en el salón Colón el galardón de Teresa Jiménez-Becerril y Juan Espadas. / Juan Carlos Muñoz

Aquella mañana de enero de 1998 hizo el programa de radio en el hueco de la escalera cuyos peldaños subió ayer para recibir el segundo galardón periodístico que lleva el nombre de su amigo Alberto Jiménez-Becerril. A deshora de sus madrugones, el periodista Carlos Herrera (Cuevas de Almanzora, Almería, 1957) rompió las notas que traía escritas y se tiró a la piscina para hacer un emotivo retrato de esa macabra versión de un nuevo Beltenebros. "¿Qué lleva a una persona a matar a otra que no conoce en un escenario inusitado?"

El acto tuvo lugar en el mismo Salón Colón donde sendas banderas de España cubrieron los ataúdes de Alberto y de Ascensión García Ortiz. La voz de Teresa Jiménez-Becerril, hermana y cuñada de las víctimas, sonaba estremecida en un vídeo de aquella jornada. "Veinte años de unas risas con amigos y de un ramo de claveles, de tres niños durmiendo y dos padres que nunca despertaron". Flores para los hijos del matrimonio, que un día después celebraban en el colegio el día contra la Violencia, justo cincuenta años después del asesinato de Mahatma Gandhi.

Ese día, Herrera hizo el programa de radio en el hueco de la escalera del Ayuntamiento

"Lo sé que es duro, mamá, es duro pero es necesario porque la memoria es muy corta y si se acorta la memoria se acortará la dignidad y la justicia". Mañana se cumple el séptimo aniversario del anuncio por parte de Eta del cese definitivo de la lucha armada. "Ahora estamos en la batalla más difícil, la de la historia, la del relato. Eta no mata, pero se dan más homenajes a etarras que cuando mataban". Teresa citó las palabras de su sobrino Alberto, hijo de la pareja asesinada, en respuesta a un locutor de radio que con el fin de la lucha armada dijo que el problema vasco concernía "a los vascos y las vascas". "Digáselo a mi abuela, que es de Madrid, que perdió a su hijo de Sevilla, y a su nuera de Cádiz".

Carlos Herrera pregonó la Semana Santa en la patria chica de Alberto y el Carnaval en la de Ascen. Ayer habló como un superviviente. No sólo por su vivencia de la caja de puros en un paquete-bomba que en marzo de 2000 no llegó a explotar cuando bajaba en el ascensor de Radio Nacional de España, sino porque "cualquiera podía haber pasado esa noche por la calle Don Remondo". "Yo entiendo que me quisieran matar a mí porque les hacía daño con mi única arma, la palabra, para darle un escarmiento a toda la clase periodística".

Entendía que fueran a por él pero no a por un concejal preocupado "por la frecuencia de los autobuses o las cañerías de la ciudad". Intentó meterse en la cabeza de los asesinos, "labor tan melancólica como inútil", y concluyó que eligieron como objetivo a unos jóvenes de Sevilla, "estaban agujereando los cimientos que sostienen lo que más odian, España". En Miami se enteró del asesinato dos años después de Antonio Muñoz Cariñanos.

"No hay sociedades inocentes, Teresa". En la vasca en particular estaban los que callaban, se ponían de perfil "o miraban al árbol por si caía alguna nuez", según Herrera. Ahí está la bibliografía de la cobardía: la novela Patria de Fernando Aramburu, los ensayos de Aurelio Arteta, los artículos de Fernando Savater. Herrera refuta el discurso de pelillos a la mar, "a la mar los suspiros, no los pelillos", "o eso de que no hay vencedores ni vencidos. Si va a ser así, devolvedme a mis muertos, dádmelos todos".

"Sigue hablando, Carlos, porque la gente olvida", le había dicho Teresa Jiménez-Becerril. Al acto acudieron Teresa Barrio, madre de Alberto y de la eurodiputada del PP, y Blanca Crusset, madre de Carlos Herrera. Juan Espadas, alcalde de Sevilla y presidente de honor de la Fundación contra la Violencia y el Terrorismo que lleva el nombre de las víctimas de la calle Don Remondo, dijo que "no estás ni estáis solos" y admitió que desde entonces "Sevilla no es la misma".

En su informe previo, el gerente de la Fundación, Ricardo Villena, citó entre las actividades un concierto In Memoriam que tendrá lugar en el teatro Lope de Vega el 16 de diciembre donde el precio es un juguete para la asociación No más Niños sin Juguetes. A Alberto y Ascen los mataron jóvenes. Hoy serían abuelos. El Salón Colón lo preside un retrato de Felipe VI, que ese día, aún Príncipe, cumplía 30 años.

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