Sevilla

"La misa del gallo la pienso celebrar aquí"

  • El párroco pide ayuda para terminar la segunda fase e iniciar la tercera y última

Cuando se le pregunta a Óscar Gil Delgado, arquitecto de Santa María la Blanca, por la fecha de la reapertura del templo al culto, dirige la mirada al párroco. "Don Manuel es quien manda aquí". El sacerdote lo tiene muy claro, y aprieta para ello: "La Misa del Gallo la pienso celebrar este año aquí". Algo más de cuatro meses que son más que asumibles.

La iglesia de Santa María la Blanca cerró el Domingo de Resurrección de 2010 para sustituir las cubiertas y acabar con las filtraciones que estaban poniendo en jaque toda la estructura. "Era la actuación más urgente. Se sustituyeron las cubiertas y se cambió la estructura". Estos trabajos terminaron en la primavera de este año. En el año 2011 se firmó un convenio entre la Archidiócesis y la Junta de Andalucía para esta obra. Cultura sufragó el 80% de los 823.000 euros del presupuesto.

Cuando la primera fase estaba en su fase final, el párroco decidió seguir adelante con los trabajos para atajar otra de las afecciones del templo: las humedades. En esta ocasión, desde la Archidiócesis le indicaron que no contaban con dinero para ello. Tampoco desde la Junta de Andalucía. Pero el sacerdote no se cruzó de brazos y decidió que era la hora de implicar a los fieles en la restauración.

Se redactó el proyecto para esta nueva actuación y se cerró el presupuesto en 300.000 euros. Un dinero que no tenían. Aunque Manuel Mateos estaba decidido a emprender los trabajos y encadenar las obras. "Me arriesgué. Ahora estamos intentando reunir todo el dinero para que esta segunda fase se termine y la iglesia se pueda reabrir de nuevo al culto". Para comenzar los trabajos se contrató un préstamo por valor de 140.000 euros con una entidad bancaria.

Además, el párroco remitió en junio una carta a la feligresía para informarles del avance de las obras y pedirle su colaboración. También informaba en la misiva de las actuaciones a acometer en la fase actual: cambio de la solería, restauración de los paños de azulejos y actuación para eliminar las humedades.

Las donaciones de los fieles y devotos ascienden ya a más de 50.000 euros, aunque el párroco insiste en la necesidad de seguir colaborando para la recuperación total de uno de los templos más notables de la ciudad: "Se está colaborando bien. Esperamos que a partir de septiembre y octubre la donaciones aumenten. Tenemos que pagar 1.018 euros mensuales durante 15 años por el préstamo que tenemos".

Un grupo de personas afines a la parroquia tiene en proyecto organizar un mercadillo en septiembre y octubre con el fin de recaudar dinero. También se pueden realizar donativos en metálico a las personas acreditadas por la parroquia que acuden a los domicilios, o entregarlos directamente en el salón parroquial de Santa María la Blanca o en San Nicolás. Igualmente, se ha habilitado una cuenta corriente en la oficina de Cajasol de la calle San José.

Una vez terminada esta segunda fase se podrá abrir el templo. Aunque todavía quedaría una tercera: la restauración de las pinturas murales y las yeserías de las bóvedas. "Son cartones recortables en las naves laterales, pero las de la nave central son de primer nivel. Estaban realizadas sobre pan de oro, aunque ya apenas se aprecia", señala Óscar Gil, el arquitecto. Por su parte, el párroco es consciente de que esta actuación sería la más complicada de todas: "Esperemos que no tarde mucho en hacerse. Parece que ya puede haber una oferta para llevarla a cabo".

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