Muere Antonia Heredia, la americanista que ‘descubrió’ la provincia
Obituario
Se preocupó de los municipios de la provincia de Sevilla, que ahora se conocen mucho mejor a sí mismos por el Plan de Organización de Archivos Municipales que puso en marcha
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Si Sevilla nunca dejará de ser americana y una parte de América (decía Manuel Alvar que fue el habla de Sevilla el que llegó a ese continente) siempre será sevillana, en buena parte se lo debemos al ingente trabajo de Antonia Heredia Herrera (1934-2024), que acaba de fallecer. Como muestra un botón. La Guía Artística de Sevilla y su Provincia la edita la Diputación Provincial que presidía Manuel del Valle en 1981. Un trabajo de Alfredo J. Morales, María Jesús Sanz (la esposa del médico y catedrático de Literatura Esteban Torre), Juan Miguel Serrera y Enrique Valdivieso. En la ficha del libro aparece el nombre de Antonia Heredia como jefa de Publicaciones de la Diputación Provincial. Cargo que desempeñó entre 1972 y 1995. Desde el crepúsculo del tardofranquismo hasta la democracia ya consolidada.
En el capítulo de agradecimientos, los autores de este trabajo monumental, casi 700 páginas de patrimonio de Sevilla y provincia, destacan que fue Antonia Heredia la que propuso esta iniciativa y quien coordinó “toda la gestión para hacerla realidad y cuyo amplio historial como promotora de ediciones culturales sobre Sevilla y su provincia no es necesario recalcar aquí pues es bien conocida de todos”.
En la hora del adiós, sí es necesario recalcar la trayectoria de una doctora en Historia de América de la Universidad de Sevilla, con premio extraordinario, que hizo su tesis sobre la renta del azogue (el mercurio) en la Nueva España (1709-1751). Nombre que recibió México, país que ahora pretende revertir lo que la historia hizo irreversible. Antonia ingresó por oposición en el Cuerpo Facultativo de Archiveros del Estado en 1962. Durante treinta años trabajó en el Archivo de Indias, donde coincidió con investigadores como Ramón Carande, Chaunu, Hamilton o José de la Peña Cámara. En la antigua Lonja estuvo al frente de diferentes fondos: Audiencia de Filipinas, Audiencia de Quito, Correos Marítimos, Capitanía General de Cuba y Consulados Mercantiles.
Se preocupó de esos países y de los municipios de la provincia de Sevilla, que ahora se conocen mucho mejor a sí mismos por el Plan de Organización de Archivos Municipales que puso en marcha y dirigió Antonia Heredia. Promovió la creación de archiveros de zona rescatando un patrimonio documental que estaba o perdido o muy abandonado. Impartió conferencias en países como Venezuela, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, México, Perú, Uruguay y Portugal.
Medalla de Oro de Sevilla y de la Provincia, formó parte de la Academia Hispano Americana de Ciencias, Artes y Letras y de la Real Academia de Nobles Artes de Antequera. Impulsó la cultura patrimonial y documental al frente de la Revista Archivo Hispalense, una publicación de mediados del siglo XIX que vuelve a funcionar a partir de 1943. Entre 1995 y 2004 dirigió el Archivo General de Andalucía y durante siete ediciones codirigió en la Universidad Internacional de Andalucía el máster de Gestión Documental y administración de Archivos, con sede en La Rábida.
Además de sus muchas condecoraciones nacionales (medalla de oro de Sevilla y de la provincia) e internacionales, Antonia Heredia siempre fue una persona generosa, sabedora de que el conocimiento se anquilosa si no se comparte. Tuve la suerte de conocerla el verano de 1977, cuando llegué a Sevilla a hacer prácticas en El Correo de Andalucía, y a personas como ella debo un más cabal conocimiento de la historia de esta ciudad y de su riquísima intrahistoria. Con ella aprendimos que un archivo no es un caudal de pasado, sino un puente para acometer mejor el futuro. Cuando Amparo Rubiales asumió la ‘cartera’ de Cultura en la Diputación Provincial, Antonia Heredia Herrera fue una de sus colaboradoras principales. La mujer que descubrió América y permitió al centenar de municipios de la provincia descubrirse a sí mismos con una mirada global, nunca provinciana.
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