Juicio por la muerte de un bebé en la Macarena

El bebé que murió en el Cerezo tenía un golpe en la cabeza contra una superficie plana

  • Los forenses declaran que la fractura que tenía el cadáver en la cabeza es de un golpe con "mucha energía".

Portal del bloque de pisos donde residían los padres del bebé fallecido.

Portal del bloque de pisos donde residían los padres del bebé fallecido. / josé ángel garcía

Las forenses que realizaron la autopsia al bebé de seis meses fallecido el pasado junio en el Hospital Macarena con signos de maltrato han aclarado que las fracturas craneales que presentaba fueron fruto de "un único golpe contra una superficie plana" que tuvo que ser con "mucha energía".

Según informaron fuentes del caso, dos forenses han declarado este en el juzgado de instrucción 6 de Sevilla que investiga a los padres del bebé por delitos de maltrato, abandono de familia y en el caso del progenitor -en prisión provisional- de asesinato, acusación que retiró a la madre.

Los hechos sucedieron el 15 de junio de 2017 cuando el padre llevó al niño al hospital por atragantamiento, si bien en el centro comprobaron que el bebé -que nació prematuro- presentaba hematomas y lesiones propias del llamado "síndrome del bebé zarandeado" que acabaron causándole la muerte dos días después tras caer en coma.

Según las forenses, el pequeño presentaba varias fracturas en la cabeza, una costilla rota y desprendimiento de las órbitas de los ojos, uno de los signos del síndrome del bebé zarandeado. Han atribuido la costilla rota a las maniobras de reanimación del padre que en los bebés ha de hacerse con apenas dos dedos a diferencia de los adultos y también el desprendimiento de las órbitas a esos intentos.

Sin embargo, las fracturas craneales han señalado que son fruto de "un único golpe con una superficie plana" que tuvo que producirse "con mucha energía" ya que el bebé presenta fracturas en la pared opuesta a donde sufrió el golpe por efecto rebote. A petición de los defensas de ambos acusados, también han declarado ante el juez instructor José Ignacio Vilaplana los progenitores.

El padre, B.S.R. -que en el momento de los hechos tenía 19 años- ha indicado al juez que durante el trayecto corriendo de la casa en la que vivían como ocupas hasta el hospital le acompañó un vecino que se ofreció a llevarle (él lo rechazó) y puede corroborar que no se le cayó el niño ni le dio ningún golpe, por lo que será llamado a declarar como testigo.

La Fiscalía acusa a los padres de abandono porque no procuraron al bebé "los cuidados necesarios" ni le llevaron a las citas médicas de Neonatología y de maltrato porque en mayo el padre le provocó hematomas en la cara al agarrarle de "forma agresiva" para darle el biberón y la madre no hizo nada para evitarlo.

"Chocó la cabeza de forma violenta"

Respecto al delito de asesinato, para el fiscal, el padre "con ánimo de causar la muerte a su hijo, quien no tenía capacidad alguna de defensa dada su corta edad, o en todo caso, sin importarle que muriera, apretando su cabeza, la chocó violentamente contra una superficie lisa y dura no determinada, al tiempo que lo zarandeaba de forma brusca y acelerada".

Sin embargo, la defensa del padre esgrime que no existió dolo ni intención de causarle la muerte ya que los hematomas y el zarandeo son compatibles con el intento de reanimarlo al ver que se atragantaba y la rapidez al bajar las escaleras y salir corriendo al hospital.

Las defensas de ambos progenitores también rechazan la acusación de abandono y aluden al "contexto social" de dos "padres inexpertos e inmaduros" -el tenía 19 años y ella 18-, sin arraigo familiar ni formación, que vivían en un piso ocupado, por lo que incluso apuntan a una "grave negligencia" de los servicios sociales y médicos ya que el "bebé nunca debió ser entregado a sus padres debido a su delicado estado de salud".

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