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tribuna de opinión

El nuevo distrito portuario-pecuniario

  • El autor señala que los desarrollos que busca el Puerto de Sevilla no responden al interés de los ciudadanos sino a su conveniencia comercial y patrimonial

Reproducción virtual del Muelle de Tablada con el cambio de uso previsto.

Reproducción virtual del Muelle de Tablada con el cambio de uso previsto. / APS

Las asociaciones del sur de la ciudad y próximas a la ribera del Guadalquivir (Asociación Sector Sur, Bermejales Activa, Foro de Heliopolis y Parque Vivo del Guadaíra) reclaman ser oídas en el proceso de elaboración de nuevas propuestas del distrito portuario.

Consideran que los anuncios realizados por la Autoridad Portuaria están orientados primordialmente a la venta de los suelos de su propiedad, que se pretenden recalificar como residenciales.

La exposición del presidente del Puerto de Sevilla, Rafael Carmona, confirma los augurios pesimistas expresados hace ya tres años por la Asociación Parque Vivo del Guadaíra con motivo de la aprobación del documento Delimitación de Espacios y Usos Portuarios: los desarrollos buscados por la Autoridad Portuaria frente a la ciudad son comerciales y patrimoniales, de ningún modo responden al interés de los ciudadanos. De lo que se trata es de abrir el puerto a negocios y viviendas que puedan aportar dinerario para sus arcas, lo cual no es de ninguna manera reprobable -el Puerto de Sevilla arrastra una pesada deuda por la construcción de la esclusa-, pero no se ajusta a la elegante definición que se pretende, de distrito urbano-portuario. Se trataría más bien de hacer caja, de entablar concesiones mercantiles, de adjudicar tinglados y naves regionalistas siguiendo el conocido modelo del Muelle pesquero (Fishermen's Wharf) de San Francisco de California, o el más cercano del Muelle 1 de Málaga: actividades lucrativas y terciarias.

No hay la más mínima alusión a espacios no comerciales o no patrimoniales. Se dirá que se abre al uso ciudadano la Avenida de Guadalhorce, entre los almacenes y los tinglados, y que se convertirá en un paseo arbolado con especies autóctonas. Se dirá también que va a restaurarse el puente de hierro o de Brakenbury para hacer de él un mirador al muelle del Batán, una actuación sin fecha, ya prometida hace mucho tiempo. Y se traslada una imagen de distrito moderno con sus "fachadas de grandes entradas acristaladas y placas solares en las cubiertas".

Las Asociaciones firmantes no ponen en duda las bondades que para el puerto, y por ende para la ciudad, tiene este proyecto económico. Desde el punto de vista de la recuperación urbanística, lo poco que se consiga estará bien en comparación con lo que hoy día existe en esos muelles semiabandonados. Pero entendemos que el anuncio omite una parte de lo que podría hacer el Puerto en ese espacio, y lo que es peor, elude la normativa existente y las obligaciones que tiene impuestas desde hace ya muchos años. El símbolo más palmario del carácter crematístico del envite portuario lo constituye la escasez de referencias a la conexión del Puerto con el Parque del Guadaira en la franja desde el ya citado puente de hierro hasta el puente del Centenario.

Tampoco hay alusión al destino del tren portuario que entra por esa zona y recorre toda la Avenida de Guadalhorce con cargas de chatarra y cereales varias veces al día. En los encuentros que hemos mantenido estas asociaciones con la autoridad portuaria se nos ha insistido en que ese tren imposibilita la conexión parque-ribera. Tal afirmación dista mucho de ser cierta, pues hay muchos trenes que atraviesan carreteras y calles y existen los debidos mecanismos de seguridad para evitar riesgos, teniendo en cuenta que la velocidad media del ferrocarril portuario es muy poco mayor a la de los tranvías urbanos que se desplazan por las calles de Sevilla.

Varias normas obligan al Puerto a establecer tal conexión, comenzando por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) vigente, entre cuyas determinaciones está la Zona E, ampliación del Parque del Guadaira", (…) en este ámbito del Plan Especial de Reforma Interior, por tanto objeto también de exclusión de la delimitación de la Zona de Servicio del Puerto, se localiza la franja de terreno de continuidad y ampliación del Parque de Bermejales (…) que se transforma en zona verde".

Hoy día este espacio continúa ocupado por concesiones de descarga de graneles, con un aspecto desolado. El PGOU plantea ya, esquemáticamente, el objetivo estratégico de continuar por el sur lo ya logrado para el centro y norte de la ciudad, es decir, "de configurar un corredor en la ribera del Guadalquivir que relacione todo el frente urbano norte-sur con el sistema de espacios libres de la ciudad, desde el Parque del Alamillo hasta el del Guadaira" (Potaus, Decreto 267/2009 de la Junta de Andalucía). La mención a esta amplia zona verde vuelve a repetirse en 2019 en el documento Delimitación de Espacios y Usos Portuarios, citándose este espacio como "el mirador de Batán".

Las asociaciones firmantes no han sido invitadas al Seminario RETE y nos guiamos por lo divulgado en fuentes periodísticas. Tampoco el equipo redactor se ha reunido con los colectivos que llevamos años reclamado la apertura de los muelles de Tablada a la ciudad, y la conexión del Parque del Guadaira con la dársena. En todo caso, la práctica de la Autoridad Portuaria consiste en dejar abierta la realización de tan magníficos proyectos al albur del tiempo, sin plazo de realización, lo que es tanto como decir que hasta que les venga bien, sea oportuno, o peor aún, ad libitum. Temen que el retorno de esa Zona E a la ciudad se deje ad calendas grecas, cuando se haya logrado a plena satisfacción del Puerto de colmar la Avenida de las Razas de bloques de viviendas, y las naves y tinglados de tiendas de ropa y bares de tapas y atender, en primer lugar, sus urgencias pecuniarias.

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