Desmemoria Histórica

A su padre también lo mataron el 10 de agosto del 36

  • Pepita vive en la misma casa de Heliópolis de la que se llevaron a Emilio Barbero para fusilarlo hoy hace 75 años.

"Nunca he tenido rencor por nada, sólo la pena de no haber tenido un padre". Pepita Barbero tenía tres años cuando el 4 de agosto de 1936 se presentaron en su casa de la calle Jamaica de Heliópolis para llevarse a su padre. Creció y en su familia se instaló la costumbre de no ir nunca al cine "ni a ningún sitio" en 4 o en 10 de agosto. El día que se lo llevaron, primero al cuartel de la Guardia Civil que había en la calle Amazonas, y el día que lo fusilaron en la hacienda de Hernán Cebolla. La muerte de Blas Infante el mismo día y en el mismo sitio ha eclipsado las de quienes le acompañaron en tan funesto viaje: José González Fernández de Labandera -también vecino de Heliópolis-, Manuel Barrios Jiménez, Fermín de Zayas y Emilio Barbero Núñez, el padre de Pepita.

Como el alcalde de Sevilla en 1936, Horacio Hermoso, Barbero pertenecía a Unión Republicana. Fue uno de los catorce concejales de aquella corporación municipal -era teniente de alcalde- fusilados tras estallar la guerra civil. "El Ayuntamiento de Sevilla ha tardado setenta años en llamarme".

Emilio Barbero nació en 1898 en Valladolid. Paisano de Queipo de Llano (Tordesillas, 1875), hijo de la ciudad en la que Mola instaló su cuartel general. En Sevilla se casó con una sevillana, María José López Toca. "Su ilusión era tener un varón, pero vino una niña, mi hermana María José, después otra, y en febrero de 1936 nació Emilio, el varón con el que soñaba. En los cinco años que estuvieron casados, nunca faltó un jamón en la despensa, los veraneos en Punta Umbría o Chipiona y los seis meses que disfrutó del niño".

Pepita vive en la misma casa donde nació, uno de los hotelitos del Guadalquivir construidos para la Exposición del 29 que por el capricho de la guadaña volvió a tener un uso hotelero. "Mi madre salió adelante teniendo huéspedes. Primero eran estudiantes y los últimos fueron japoneses, sexadores de pollitos, que averiguaban nada más nacer el sexo de los pollos". La madre de Pepita también tenía muy buena mano para la costura. "Hacía chalecos y camisas para los alemanes".

Tiene un recuerdo de su padre, "mi hermana y yo vestidas de flamenca y él atento a que no nos cayéramos". Juan, el jardinero de la casa, vino un día y les dijo que en el Cerro del Águila le preguntaban por este interventor de ferrocarriles. "El vecino de al lado se quitó de enmedio. El día que se lo llevaron, se volvió a mi madre para decirle: Mari Pepa, si te hubiera hecho caso". Este vallisoletano que llegó a Heliópolis -como Cardeñosa, habrán recordado más de una vez sus nietos béticos- tenía una tertulia de amigos en Avelino. "Allí trabajaba uno que había sido cocinero de Franco. Ellos hablaban con total libertad y alguien debió ir con los detalles".

Pepita vive con Álvaro, cocinero, y Fernando, empleado de Opencor, los pequeños de sus nueve hijos. El mayor, Manuel, nació un 18 de julio. "Es inspector de Policía, le han dado la medalla de los 25 años". Después llegaron María José, Emilio, Carlos, Rosana, Luis, Mario y Eva María. "Les inculqué el sentido del deber de mi padre. Me han salido extraordinarios, con buenas costumbres, ocho de los nueve tienen trabajo". Una de sus hijas hizo un breve papel en la película sobre Blas Infante, Una pasión singular, y se cruzó con el actor que encarnaba a su abuelo.

Pepita nunca ha coincidido con las hijas de Blas Infante. "No supe hasta muy tarde que a mi padre lo fusilaron en ese sitio. Es curioso, porque nos hicimos del Club de Campo y veíamos al pasar con el R12 lleno de niños las flores y la cruz de madera". Sabe que la familia de Blas Infante le cedió la casa del notario a la Junta de Andalucía. "Esta casa no se la cedo a nadie, está llena de penas y de alegrías. Cayó hasta una bomba y la metralla entró en el jardín". Agradece al historiador Juan Ortiz Villalba que le pusiera lugar y fecha a la muerte de su padre y que lo contextualizara históricamente. Le está muy agradecida a Marcelino Bonet, que la colocó siendo muy joven en la casa de películas Bengala Films.

No le daban el certificado de defunción de su padre, no recibió una sola bonificación por familia numerosa y estuvieron a punto de dejarla sin casa. "No quisiera morirme sin darle las gracias a Utrera Molina. Este señor, que es suegro del alcalde de Madrid, me dijo que eso no se podía consentir. Fui a Madrid y volví con el título de propiedad de la casa".

Pepita se casó en 1958. Su madre murió diez años después en la Cruz Roja de Triana. El 30 de agosto, mes de duelo, de 1968. Pepita ganó la casa, el precio fue demasiado caro. "Era una niña tan triste que el médico le dijo a mi madre que cambiara de aires. Fuimos unos meses a Galaroza".

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