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Sevilla

La pandemia convierte a Santa Cruz en el barrio del silencio de Sevilla

  • El coronavirus cierra los negocios y vacía las calles a media mañana en el enclave más turístico de la capital

El barrio de Santa Cruz se queda vacío

El barrio de Santa Cruz se queda vacío / Juan Carlos Vázquez

Sabores de Antaño, en la Plaza de Doña Elvira, es el único negocio que abre sus puerta por la tarde prácticamente en todo el barrio de Santa Cruz este mes de agosto. Mamen Martínez es una de las empleadas de este establecimiento de una cadena gourmet enfocada al turismo y cuya plantilla estival era de siete trabajadores, de las que cinco están dentro de un ERTE y dos se turnan para completar la jornada diaria.

Hay pocos clientes y poco gasto. La dependienta lamenta el turismo low cost que la pandemia ha agravado. En la misma plaza, dos hoteles mantienen cerrado el cerrojo desde el confinamiento. Incluso el bar, que se nutría precisamente de los turistas que se alojaban en estos hoteles, también ha cerrado temporalmente sus puertas. En una de las bocacalles de la plaza el restaurante La Cueva ha tomado la difícil decisión de cerrar sus puertas indefinidamente tras 15 años atendiendo a una extensa clientela.

Continúa el paseo por un barrio desierto hasta la plaza de Los Venerables, la más visitada tradicionalmente. No hay un sólo establecimiento abierto, unos cuantos turistas se cruzan y comentan sorprendidos que “Sevilla está en silencio”. Uno es británico y había visitado ya la capital años atrás. “A Sevilla le falta Sevilla”, responde con acierto el otro turista mientras prosiguen su ruta en busca de Santa María la Blanca.

En el Mesón del Moro la gerente de una tienda de souvenirs confirma que “la mayoría de las tiendas están desgraciadamente cerradas y otras muchas han quebrado”. Este mercado de artículos de recuerdo ha dejado de tener sentido en una ciudad vacía de turistas. “En cada rincón del centro de Sevilla encontramos una tienda de souvenirs cerrada y si encontramos una abierta está vacía”,  certifica la dependienta.

En el ambiente se huele la decepción y el temor ante un futuro laboral incierto. Algunos de los comerciantes, ante la presencia del periodista, evitan los comentarios y simplemente asienten con la cabeza con resignación cuando se les pregunta por los efectos de la crisis.

El coronavirus ha provocado un desastre en el sector turístico y se une otra pandemia, las obras, en palabras de Manuel Domínguez, director del hotel Doña María, un emblemático establecimiento del centro de Sevilla a escasos metros de la Catedral . La entrada al barrio de Santa Cruz por la calle Mateos Gago, levantada, es una carrera de obstáculos que cualquier turista prefiere evitar para lamento de los muchos bares que jalonan la vía con mejores vistas de la Giralda. Domínguez cifra en casi el 50% el descenso en la en ocupación. Es difícil encontrar establecimientos que superen el 25% de ocupación en el centro de la ciudad.

Domínguez se resiste a tirar la toalla y busca y rebusca la fórmula para mantener el negocio y el servicio al cliente. Este hotel tira de marketing de subsistencia y ofrece una serie de servicios únicos para fidelizar al cliente. Así,  al precio de una noche regala una botella de cava y un cocktail por valor de 20 euros. Y aún así las cifras del negocio adquieren unos tintes trágicos.

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