El pastor que abandonó al rebaño
Calle Rioja
Historia. Luis Navarro sigue la estela de Pedro Fonte, el último arzobispo español de México, que dejó ese país en 1823 pero mantuvo el cargo durante quince años más.
EL personaje es de una novela escrita al alimón por Carlos Fuentes y John le Carré. Se llamaba Pedro José Fonte Hernández de Miravete y fue el último arzobispo español de México. El 3 de enero se cumplió un siglo de su nombramiento diocesano. Un siglo después, lo único vigente en torno a su figura es la polémica, la controversia generada por un clérigo que al declararse la Independencia de México decide abandonar ese país sin renunciar a su condición episcopal, siendo durante sus últimos quince años de vida arzobispo de México con residencia en España.
La estela de este obispo aragonés (Linares de Mora, Teruel, 1777-Madrid, 1839) la sigue el americanista y catedrático emérito Luis Navarro García, que regaló a los alumnos de Historia de América y Diplomática una clase práctica con la presentación de su libro El arzobispo Fonte y la Independencia de México (Secretariado de Publicaciones de la Universidad Hispalense).
Dos generaciones distintas avalaron la presentación. Alberto de la Hera fue catedrático de Historia de América de la Universidad de Sevilla entre 1967 y 1971. Un año después, 1972, nace Emilio Luque, director del departamento de Historia de América. Los dos acompañaron al profesor Navarro, que ha completado un puzzle transoceánico lleno de lagunas y en el que partió de un estudio publicado en 1981 por un erudito local en una revista de Teruel y de las propias Memorias de Fonte, que las empezó en 1815, el mismo año que es nombrado arzobispo, y las termina en 1829, ya en España.
"Los obispos los nombra el Papa y los designa el Rey". Ésa era la fórmula según explicó el profesor De la Hera, que algo sabe del tema ya que durante los ocho años de los Gobiernos de Aznar (1996-2004) fue director general de Asuntos Religiosos. "Todavía hoy, la Santa Sede comunica reservadamente los nombramientos de obispos al Gobierno".
El obispo de Teruel, el riojano Francisco Javier Lizana, es nombrado arzobispo de México. Se lleva como vicario a un joven sacerdote. Fonte tiene 25 años cuando salen del puerto de Cádiz el 9 de octubre de 1802. Dos meses y una semana después llegan a Veracruz. Al morir Lizana, el Vaticano se niega a autorizar el nombramiento como sucesor de Bergosa, obispo de Oaxaca y antiguo inquisidor de México.
"Para la historiografía mexicana, Fonte es un demonio", dice De la Hera. Luis Navarro ha seguido su pista en el Archivo de Indias, pero considera fundamental completar ese perfil en los archivos mexicanos. De simple canónigo fue elevado a la condición de arzobispo de México. En su haber, la pacificación del territorio, el acercamiento entre insurgentes y realistas o la visita a la deprimida Huasteca.
México también tuvo su 1808. Los sucesos de El Escorial y Aranjuez, las abdicaciones de Bayona y los sucesos del 2 de mayo en Madrid tuvieron en México lo que hoy llamaríamos efecto llamada. Fonte vive los vaivenes políticos de México y le llegan los de España. Cinco años después de su nombramiento como arzobispo, se produce el levantamiento de Riego en Las Cabezas de San Juan. El final de ese trienio coincide con su regreso a España. Una vuelta que parece el reverso del viaje que narra Alejo Carpentier en El siglo de las luces.
El todavía arzobispo de México deja ese país en Tampico el 22 de febrero de 1823. El 8 de marzo llega a La Habana y el 26 de ese mes sale de la capital cubana en la fragata francesa Virginia desembarcando el 12 de mayo en el puerto francés de Le Havre, donde sufre cuarentena. El 21 de noviembre llega a Madrid. Pasó unos años en Valencia, hasta que la reina regente María Cristina lo nombra miembro del Consejo del Reino, senador vitalicio y capellán castrense, sin renunciar en ningún caso al de arzobispo de México. El profesor Navarro no ha encontrado "la menor huella documental" de una supuesta renuncia a la mitra en 1838. De hecho, su sucesor, Manuel Posada, fue confirmado por el Vaticano medio año después de la muerte del clérigo aragonés.
Los alumnos disfrutaron con el viaje de Navarro y De la Hera al México de Hidalgo, Morelos e Iturbide, el personaje de realismo mágico convertido en el emperador Agustín I. Con el clima creado en Nueva España por el dictamen de Juan D'Onojú, militar y gobernador que pese a su apellido era sevillano de cuna. María Eugenia Petit-Breuilh Sepúlveda, chilena, profesora del departamento, agradeció las aportaciones de autor y presentador y emplazó al segundo, discípulo de Giménez Fernández en Derecho Canónico, a otra clase práctica. Navarro fue requerido al final por Fernando Sabido, extremeño, descendiente del intendente Joseph Sabido de Vargas.
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