Una pequeña ciudad que flota en las Delicias

Numerosos sevillanos fotografían el 'Azamara Quest', atracado en el Muelle de las Delicias desde ayer.
Numerosos sevillanos fotografían el 'Azamara Quest', atracado en el Muelle de las Delicias desde ayer.
D. J. G.

28 de marzo 2013 - 05:03

Una ciudad flotante. El crucero de lujo Azamara Quest arribó ayer en el Muelle de las Delicias del que zarpará mañana. Se trata de un barco de dimensiones megalómanas -180 metros de eslora y 28 de manga- del que ayer desembarcaron 500 viajeros, de los cuales unos 200 pernoctaron en Sevilla con la intención de pasar una jornada más en la capital andaluza. Un turismo que genera ingresos, pese a las dudas sobre los beneficios de estos viajes que incluyen todos los servicios.

Quienes disfruten de solvencia económica para zarpar en esta embarcación (el precio del crucero no baja de los 5.000 euros por persona) tienen a su disposición desde un casino a un jacuzzi pasando por varios tipos de restaurante. Pero sus inquilinos prefieren patearse las ciudades donde atraca. Es el caso de Lesbia Hernández y Víctor Acevedo, un matrimonio puertorriqueño que acaba de llegar a Sevilla para hacer la travesía que les llevará por Gibraltar, Málaga, Valencia y Barcelona. En el trayecto hasta el Muelle de las Delicias el taxista les ha ido informando sobre la Semana Santa. Cuando accede a la carpa instalada para el chek-in preguntan a varias personas que los atienden "¿dónde se puede comprar un palco para ver los pasos?". Una vez que se les indica que dicha operación es imposible, solicitan un programa para saber cuándo y dónde ver cofradías.

El atraque de estos cruceros requiere de una compleja operación logística. César González de la Peña pertenece a la empresa encargada de gestionar el chek-in de los pasajeros, tanto de los que desembarcan como de los que llegan. Es la primera vez que una embarcación realiza ambas operaciones en Sevilla. "Los cruceros de lujo buscan puertos exclusivos, que no estén colmatados de otras embarcaciones para que los clientes perciban que se les está ofreciendo algo distinto y Sevilla tiene muchas posibilidades en este ámbito", explica González de la Peña.

Alrededor de la embarcación hay un centenar de personas encargadas de atender a los pasajeros -sin contar con el servicio propio del crucero- a los que hay que sumar la Policía Portuaria, los carretilleros de maletas y las compañías que suministran de víveres. A este respecto, ayer por la mañana se descargaron cuatro camiones con alimentos para los días que permanecerá en el Guadalquivir.

Entre los tripulantes del Azamara Quest se encuentra Ralph Newball, que se ha traído a su esposa Rosebell para que conozca Sevilla. Este colombiano lleva nueve años trabajando en la multinacional Royal Caribbean Cruise, especializada en estos viajes de lujo. Newball nunca había pisado suelo hispalense y está ilusionado por conocer la ciudad. Durante los días previos, en los camarotes se han emitido vídeos y se han impartido conferencias sobre la Semana Santa sevillana. Vienen con la lección aprendida, con la teoría, aunque ahora hay que ponerla en práctica.

Pero verdaderamente lo que le apetece a este matrimonio es degustar un chocolate con calentitos, pese a que el reloj marque la una de la tarde. Entre los que embarcan, hay quien pregunta si estos días "santos" se permite beber en Sevilla. Al instante surge el consejo a pie de crucero: "Salga usted mismo y lo compruebe".

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