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Contaminación

Polémica con las terrazas de invierno: ¿podría Sevilla imitar a Rennes y prohibir las estufas de gas?

  • El Ayuntamiento no se plantea de momento esta medida en su contribución al cambio climático

  • Los hosteleros lo verían como una seria amenaza a sus negocios y los ecologistas consideran un "despilfarro energético brutal" el calentar un espacio al aire libre  

Varias estufas de gas en pleno funcionamiento en la terraza de un bar en centro de Sevilla.

Varias estufas de gas en pleno funcionamiento en la terraza de un bar en centro de Sevilla. / Juan Carlos Vázquez

Es una estampa típica en cualquier ciudad. Los clientes de los bares y restaurantes sentados en plazas y calles a pesar de las bajas temperaturas gracias a las ya tradicionales terrazas de invierno y a sus sistemas de calefactores exteriores. Sin embargo, podríamos estar ante el principio del fin de esta práctica.

La ciudad francesa de Rennes ha abierto la veda y desde el pasado 1 de enero el gobierno local ha prohibido el uso de las estufas de gas en estos negocios hosteleros, volviendo a poner sobre la mesa un debate que, aunque en Sevilla ni siquiera se ha llegado a plantear nunca, no es algo nuevo y ya estuvo hace algún tiempo en el punto de mira en otras ciudades.

París hace ya 10 años y, más cerca geográficamente, la Madrid que dirigió Manuela Carmena allá por el 2017 ya intentaron, aunque sin éxito, esta prohibición. En Barcelona, la modificación de la ordenanza municipal de terrazas incluye la eliminación de las estufas de combustión en el año 2025. Pero, ¿cuál es la razón de la toma de estas decisiones.

En Rennes, el alcalde defendió tras aprobar la nueva medida municipal que se trata de "una cuestión de responsabilidad energética para tomar conciencia ecológica en los espacios públicos".

La empleada de un bar se dispone a encender un 'seta' calefactoras en una terraza. La empleada de un bar se dispone a encender un 'seta' calefactoras en una terraza.

La empleada de un bar se dispone a encender un 'seta' calefactoras en una terraza. / Juan Carlos Vázquez

A este lado de la frontera y en concreto en el sur del país, el clima no es ni parecido al de la ciudad de Renes -donde se pueden alcanzar hasta los 15 grados bajo cero-. Aquí las bajas temperaturas son cosa de tres o cuatro meses al año por lo que el uso de esas estufas en los veladores es menos habitual que en otros puntos de Europa, sin embargo no por ello la cosa deja de ser menos seria, sobre todo teniendo en cuenta que, según los cálculos del Ministerio de Transición Ecológica, una única estufa encendida en una terraza durante ocho horas emite tanto CO² como las emisiones generadas en un viaje en coche de gasolina de 120 kilómetros. Cuatro estufas de un bar encendidas una semana equivalen a las emisiones generadas en un trayecto en avión de Barcelona a Las Palmas de Gran Canaria, ida y vuelta.

El Ayuntamiento no se plantea como prioritario prohibir las estufas de gas, que están reguladas en la ordenanza de veladores

En Sevilla, donde el Ayuntamiento no se plantea ninguna medida similar como prioritaria dentro de sus planes contra el cambio climático y donde su instalación está regulada por la ordenanza de veladores, los ecologistas aseguran que el uso de estas setas calefactoras al aire libre suponen un "despilfarro y derroche energético tremendo e innecesario". Los hosteleros, en cambio, consideran que una hipotética prohibición en la ciudad supondría una seria amenaza a sus negocios. "Sería absurdo copiar en Sevilla una prohibición que se ha hecho en una ciudad fría del norte de Europa. Aquí esas estufas son escasas y nuestro sector es muy sensible a cualquier perturbación. Las terrazas y veladores son un elemento esencial de los negocios de hostelería y ya estamos sometidos a una regulación muy estricta", argumenta Antonio Luque Ortega, presidente de la Asociación de Hostelería de Sevilla.

Las pérgolas que utilizan los bares para acotar sus terrazas y resguardar del frío a sus clientes. Las pérgolas que utilizan los bares para acotar sus terrazas y resguardar del frío a sus clientes.

Las pérgolas que utilizan los bares para acotar sus terrazas y resguardar del frío a sus clientes. / D. S.

Como en Francia, en España la proliferación de las llamadas terrazas de invierno y con ellas la de estas calefacciones de exterior surgió en 2011 a raíz de la aplicación de las leyes antitabaco en bares y restaurantes. Esta situación llevó a los hosteleros a buscar métodos para no perder clientela. El hecho de utilizar sistemas de calefacción en un entorno a priori frío trajo consigo la desestacionalización de las típicas terrazas de verano y desde entonces nadie piensa ya en estar pasando frío mientras echa un cigarrillo en un bar en pleno mes de enero, por ejemplo.

Es ahí donde surge el debate, ¿sería esta medida posible en nuestro país y en concreto en Sevilla?, ¿compensa que sea el medio ambiente el que pague el peaje de la ley antitabaco para que los hosteleros no pierdan rentabilidad en sus negocios? Desde el área de Transición Ecológica del Ayuntamiento de Sevilla aseguran que el impacto del uso de estas estufas de gas se considera "reducido" porque el número de días que se utilizan en la ciudad, en comparación con las ciudades francesas por ejemplo, "es muy limitado".

El mismo departamento municipal matiza que aquí los esfuerzos contra el cambio climático se centran en "medidas que puedan tener un mayor impacto en la reducción de emisiones como la eficiencia energética en edificios públicos, el alumbrado, la economía circular y, sobre todo, el tráfico del vehículo privado". Sin embargo, para Daniel López Marijuán, responsable de contaminación, residuos y cambio climático de Ecologistas en Acción Andalucía, tomo suma y, aunque coincide con el Ayuntamiento en que el principal problema ambiental en la ciudad procede del tráfico rodado, lo de las estufas en las terrazas "es una cuestión muy relevante". "Afortunadamente no existen tantas estufas como coches, pero teniendo en cuenta los cálculos de su contaminación que ya han sido demostrados, podríamos decir que en una escala del uno al diez, estos aparatos se sitúan ya muy por encima del cinco. Habría que empezar a actuar antes de que sea tarde", afirma.

Una estufa encendida 8 horas emite tanto CO2 como un viaje en coche de gasolina de 120 km.

Llegados a este punto, y desde una perspectiva ecológica, lo interesante sería conocer qué alternativas existen respetando el medio ambiente y sin tener que llegar a la erradicación de estos sistemas de calefacción, esenciales para los hosteleros durante los meses de frío.

Para el ecologista Daniel López sería suficiente con "una buena campaña de de información". "Podría intentarse llegar a un acuerdo con hosteleros y Ayuntamiento, explicándole a la gente que calentar un espacio que está al aire libre es un mecanismo sin sentido y supone un derroche energético brutal. La gente podría tomar conciencia si se le explicara que el fumar en la terraza de un bar mientras se calienta con una estufa no tiene que ser, por ejemplo, a costa de un derroche energético tremendo", insiste.

En el caso de los hosteleros, el presidente de la Asociación de Hostelería de Sevilla no resta importancia a la lucha contra el cambio climático y de hecho subraya la conciencia del sector con el cuidado y respeto del medio ambiente, sin embargo sí reclaman alternativas sin sufrir un perjuicio económico. "Los hosteleros sevillanos están tremendamente concienciados con el cuidado y respeto al medio ambiente y contamos con sistemas muy avanzados de eficiencia energética. Aunque no entenderíamos una prohibición, en su caso, habría que buscar una alternativa real y práctica al hostelero que actualmente la usa para que pueda contar con cualquier otro tipo de calefacción sin sufrir consecuencias económicas", matiza Antonio Luque, que además pone de manifiesto que en los veladores de la ciudad es mucho más común el uso de radiadores eléctricos frente a los de gas. Un uso, no obstante, que tampoco convence a Ecologistas en Acción. "Las eléctricas son energías limpias en destino, pero no en origen. El 70% de la electricidad procede de la quema de carbono por lo cual estamos en la misma ya que la contaminación radica donde se genera la energía y no donde se consume", explica Daniel López.

Un radiador eléctrico instalado en el toldo de un negocio hostelero. Un radiador eléctrico instalado en el toldo de un negocio hostelero.

Un radiador eléctrico instalado en el toldo de un negocio hostelero. / Juan Carlos Vázquez

Para él, la mejor solución es mucho más fácil. "Hay bares en algunas ciudades europeas que proporcionan mantas a sus clientes. Puede parecer una cosa irrisoria, pero tiene todo el sentido. Una manta no gasta nada y si una persona quiere fumar o simplemente estar al aire libre aunque haga frío, esta es la forma más ecológica posible", explica el ecologista.

En cualquier caso, un debate que en Sevilla no se plantea, pero que no pasa indiferente entre los sectores implicados al ser la hostelería una de las principales fuentes de ingresos de la ciudad.

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