Sevilla

Un policía local de Sevilla lleva un mes en una autocaravana para no contagiar a su familia

José Antonio, en la autocaravana de su suegro, en la que vive aislado desde hace un mes.

José Antonio, en la autocaravana de su suegro, en la que vive aislado desde hace un mes. / Antonio Pizarro

José Antonio es un policía local de Sevilla que lleva 17 años en el cuerpo, la mayoría de ellos en el turno de noche. Está destinado en la Unidad de Intervención Nocturna (UIN) desde el año 2006. Tiene dos hijos, uno de 15 y otra de 13. La pequeña es diabética. Es, por tanto, población de riesgo ante un posible contagio del Covid-19. Por eso, su padre, que no puede permanecer confinado por su trabajo y está expuesto cada día a una eventual infección, lleva un mes viviendo en una autocaravana.

"La decisión fue por proteger la salud de mi hija. Lo consulté con familiares médicos y tomamos esa medida. La autocaravana es de mis suegros y me la cedieron para ello. Al principio estuve viviendo unos días en un parking de autocaravanas, donde ellos la tenían, pero eso generaba una cierta inquietud para mis hijos, porque a veces me llamaban por teléfono y yo no respondía porque estaba dormido", explica este agente. 

El policía local, en la autocaravana. El policía local, en la autocaravana.

El policía local, en la autocaravana. / Antonio Pizarro

Para la familia de un policía del turno de noche, no tener noticias de él ni saber cómo ha ido la jornada generaba ansiedad. Así que aprovechó la obra de un garaje que estaban haciendo en su casa para trasladar allí la autocaravana. Y allí reside, donde su familia puede verle simplemente asomándose a la ventana. "Es también una descarga para mí, pues ahora no tengo que cocinar. Mi mujer suele dejarme la comida en un banco y yo la recojo".

De esta forma no hay contacto físico con sus hijos y su esposa, pero sí visual. Por su trabajo, no puede garantizar que no esté en contacto con infectados por el coronavirus, ni con gente que sea asintomática y se lo pueda transmitir. "Vamos siempre con nuestras medidas de protección, con guantes y mascarillas, y mantenemos la distancia de seguridad de dos metros siempre que podemos. Pero hay veces que hay que intervenir o detener a alguien y te tienes que revolcar con él. Y en esos momentos uno se olvida de la mascarilla, supongo que no estamos acostumbrados aún a esta situación, pero lo cierto es que es en lo último que uno piensa cuando está en una emergencia".

El agente se prepara la comida. El agente se prepara la comida.

El agente se prepara la comida. / Antonio Pizarro

De hecho, el turno de noche de la Policía Local de Sevilla lleva una serie de intervenciones muy destacadas durante el estado de alarma. "Nuestro cometido es el cumplimiento de las ordenanzas municipales y el tráfico, pero en la noche hacemos también muchas cuestiones de seguridad ciudadana". Fue la unidad que liberó a un hombre que llevaba cuatro días secuestrado por una deuda de drogas en el Polígono Norte, que detuvo a un delincuente que colocaba piedras en la carretera para asaltar a conductores junto al asentamiento chabolista del Vacie y la que arrestó a los tres asaltantes de una panificadora de San Jerónimo, entre otros servicios destacados.

Estos días se encuentra una ciudad desierta por las noches. "Nos centramos en garantizar que se cumpla el confinamiento, pero entendemos que hay algunos barrios en los que es más difícil que en otros. Tratamos de empatizar con la ciudadanía", dice, y explica que se le encoge el alma cuando ve a los niños encerrados en los pisos de apenas 30 metros cuadrados de Los Pajaritos. En los barrios más deprimidos de la ciudad se encuentran estos días con personas con adicciones que no tienen más remedio que salir a la calle para adquirir sus dosis.

Consulta en el ordenador. Consulta en el ordenador.

Consulta en el ordenador. / Antonio Pizarro

De que trata de empatizar siempre con la persona a la que atienden puede dar fe este periodista, que hizo con José Antonio y otro compañero suyo hace ya siete años un reportaje sobre la aplicación de la ordenanza  de la prostitución. El trato a las mujeres que ejercían en la calle era el mejor que se le podía dar a una persona en esa situación. "Es que ellas son víctimas, no están ahí porque quieren", recuerda el policía.

Vivir con su familia habría sido arriesgado para ellos, entiende José Antonio. "Siempre mis hijos, cuando yo vuelvo a casa, me dan dos besos y me preguntan cómo ha ido la noche. Si estuviera en casa tampoco iba a ser fácil quitarles esa costumbre de forma radical". Es un hombre muy familiar. Ya en una entrevista que le hicieron en un vídeo corporativo emitido durante uno de los últimos días del patrón de la Policía Local hablaba de la importancia de su familia en su vida. "Sin el apoyo de la familia no podríamos continuar", decía entonces. Podría ser una frase profética. Hoy son sus hijos los que le animan desde la ventana.

 

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