Congreso de Hermandades y Piedad Popular
El arzobispo de Sevilla apuesta por organizar "un encuentro más pequeño cada pocos años"
Rioja y Oro
Trampantojo. Quédense con ese nombre. Con el concepto, para ser más precisos. Con la capacidad de engañar al ojo, pero con talento, haciendo creer que ve algo que realmente no es tal cual. No crean que les voy a someter a una master class de Historia del Arte (clase magistral, para los que huimos de los técnicismos anglosajones), que para eso hay expertos que pueden hacerlo mucho mejor que el aquí les escribe, que me confieso gran ignorante en esa preciada rama del saber.
Toda esa parrafada que les solté al principio viene a colación de los Premios Feroz que se han concedido esta semana, la alfombra roja que precede a la de los Goyas que se han entregado también y que nos han traído un poco de glamour (tampoco demasiado) en este tiempo de rostros con mascarillas y distanciamiento de seguridad.
Sigamos con lo del trampotojo. Entre los posados de las actrices asistentes dieron mucho que hablar las medias de rejilla que lucía Paula Usero, un complemento combinado con unas sandalias de tacón, algo que desató las críticas, pues ya se sabe que para este tipo de calzado veraniego no hay medias (ni enteras) que valgan. Y es que lo que parecía un error de bulto, de primero de Infantil en estética, no era más que un engaño para el ojo de los mortales, que apenas se habían percatado de que medias y sandalias formaban una única unidad: unas botas del diseñador Jimmy Choo valoradas en el mercado en 2.895 euros.
No se lleven tan pronto las manos a cabeza. Dejen de poner esa cara de perplejidad. Les explico. Estas peculiares botas alcanzan ese precio –nada módico y con el que usted se podría costear unas buenas vacaciones en Semana Santa si nos dejaran cruzar las fronteras– por varias razones. Primera, por constituir un buen ejemplo de trampantojo en la moda, un recurso muy habitual entre los artistas del Barroco y que uno de los más reputados diseñadores de zapatos ha empleado para engañar la vista a la hora de cubrir los pinreles con un calzado que no es realmente el que aparenta ser. Segundo, porque este modelo se ha confeccionado con 1.600 cristales de Swarovski, y tercero y quizá más importante, porque sólo existen 50 ejemplares en el mundo.
Es lo que tiene la exclusividad, que al final logra que todas las miradas se centren en los bajos e ignoren por un momento tronco y cabeza, que dieron también mucho que hablar en la entrega de estos premios, que por un momento nos hicieron olvidar que este año habíamos estado privados de carnavales. “No sea malvado, que le veo venir”. Poco más hay que decir. Pongan en el buscador de internet Samantha Hudson, Melani Olivares, Esty Quesada, Vicky Luengo o Nathalie Poza y no hará falta que un servidor añada nada. Pues todo queda claro.
Aunque claro (valga la redundancia), que ustedes ya saben que el libro que aún está por escribir es el de los gustos, expresión tan manida como recurrente cuando se desea eludir cualquier opinión que provoque molestia o sitúe al hablante en un bando u otro de una confrontación. Y como saben que en esta sección no somos de escurrir el bulto, pues en vez de hablar sobre quienes podrían engrosar la lista de las (y los) peores vestidas (inclúyase aquí también el masculino), pues me decanto por destacar el modelo más elogiado, el de Macarena Gómez, que apostó por un vestido de la diseñadora Teresa Helbig, de estilo “orientalizante”, como dicen los entendidos en la materia, aunque yo por preferir, me quedo con la vestimenta con la que acudió Carmen Marchi, de Roberto Diz, y sin dejar atrás a Milena Smit, que asistió a la gala con un look de plumas altivas (como espadas toledanas), obra de Jean Paul Gaultier que me hizo recordar los atuendos de Juego de Tronos. “Debió elegirlo por ir en consonancia con lo que allí se celebraba”. Seguro que sí. Seamos comprensivos.
Y en cuanto a hombres, destaco el modelo de pantalón acampanado del sevillano Paco León y el clasicismo descamisado (por falta de pajarita o corbata, un “clásico” en las extintas barras libres de las bodas) de Mario Casas, quien está de enhorabuena, al llevarse el Goya al mejor actor en la gala que se celebró el sábado en Málaga.
Por cierto, la primera vez que veo esta entrega de premios del cine español sin caer en los brazos de Morfeo ni cambiar de canal por aburrimiento. La elegancia de Antonio Banderas (no me convenció el chaleco con brillo) y María Casado (¡qué mona va esta chica siempre!) en la presentación y dirección de la ceremonia fue sobresaliente. Por algunos momentos me evadí de la pandemia. El trampantojo de las cosas bien hechas.
También te puede interesar
Congreso de Hermandades y Piedad Popular
El arzobispo de Sevilla apuesta por organizar "un encuentro más pequeño cada pocos años"
Congreso de Hermandades y Piedad Popular
Las Hermanas de la Cruz lamentan la "sangrante paradoja" de que cada vez haya más pobres en una España "cada vez más rica"
Contenido ofrecido por Dewar's