¡Oh, Fabio!
Luis Sánchez-Moliní
Repeticiones y repetidores
El absentismo requiere de medidas específicas para cada caso. Un menor puede faltar a clase por distintos motivos, aunque está claro que esta situación es mucho más fácil de atajar cuanto antes se le ponga remedio. De ahí que uno de los éxitos ya demostrados del plan establecido por la Junta en colaboración con los ayuntamientos -a través de los agentes de seguridad locales-, los servicios sociales y los propios centros educativos radique en la prevención que se lleva a cabo con familias que presenten riesgos de que su hijo se ausente con frecuencia del colegio. Uno de los indicadores que se utiliza para detectar dicho riesgo es que esos niños no hayan sido escolarizados previamente en el segundo ciclo de Educación Infantil (de 0 a 3 años), etapa no obligatoria pero con la que se garantiza la reserva de plaza al llegar a Primaria. En casos como estos se inicia ya un protocolo de actuación y se establecen los primeros contactos con la familia.
En este contexto, resulta imprescindible la labor que desarrollan asociaciones como CIMA, que lleva 17 años trabajando en la prevención y la lucha contra el absentismo escolar. Actualmente desempeña esta actuación en 19 centros educativos de la capital hispalense repartidos por distintos barrios: Palmete, Padre-Pío, Juan XXIII, Tres Barrios, Polígono Norte, San Jerónimo, Torreblanca y Polígono Sur.
"El contacto permanente con la familia es imprescindible para conseguir los objetivos", recalca Ignacio Menchón, trabajador social de CIMA, quien incide en que la coordinación lograda con el plan ha permitido que muchos casos de absentismo se solucionen o que niños que reunían condiciones para faltar a clase de forma injustificada finalmente acudan con regularidad gracias a las medidas preventivas que se han establecido. "El protocolo a seguir contra el absentismo ha servido principalmente para que los agentes y entidades que luchamos contra este fenómeno no actuemos de forma aislada, sino que exista una coordinación que da sus frutos. Es preferible que haya más expedientes abiertos de prevención si luego se reducen los casos de absentismo", explica Menchón. Este trabajador social incide en que las condenas a familias por parte de la Fiscalía de Menores han servido para que muchos padres tomen conciencia de que si no colaboran para que sus hijos vayan al colegio, esa "irresponsabilidad" tiene consecuencias penales.
El absentismo escolar y las medidas que se toman para atajarlo varían mucho en función de la edad. Está claro que en el paso del colegio al instituto se produce una transformación en el menor que va pareja a la edad: de niño a adolescente. Un alumno que haya acudido con regularidad a clase en Primaria puede empezar a faltar si justificación alguna en Secundaria. A partir de entonces el problema es más complicado de solucionar, porque a las circunstancias familiares que rodeen al alumno se puede sumar -sin contar, incluso, con dichas condiciones- la desmotivación personal para seguir estudiando. "En los colegios se puede controlar el absentismo a través de la concienciación familiar, pero en los institutos es más difícil, porque el alumno ya tiene más autonomía y resulta complicado atajar la falta a clase cuando no quiere estudiar", explica Monzón, para quien, sin posicionarse a favor o en contra de la nueva FP Básica, tiene claro que "llega un momento en que no se le puede obligar a a un alumno desmotivado a seguir estudiando, sino ofrecerle una alternativa que lo prepare para el mercado laboral".
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