Tradiciones

San Nicolás, un santo con templo, caminatas y bollitos en Sevilla

  • Su parroquia, en pleno centro de la ciudad, es testigo cada lunes de las promesas que realizan numerosas devotas

  • Las dominicas del Convento de Madre de Dios elaboran cada 6 de diciembre un dulce para celebrar la festividad del santo

Miguel Ángel Núñez y Vitorino Sánchez, párroco y custodio de San Nicolás, respectivamente.

Miguel Ángel Núñez y Vitorino Sánchez, párroco y custodio de San Nicolás, respectivamente. / José Ángel García

En el torno del Convento de Madre de Dios, en la céntrica calle San José, huele que alimenta. La hermana Verónica es la que abre la cancela que conduce al obrador donde sor Adela da forma a la masa que tiene entre sus manos. Acaba de salir del horno una veintena de magdalenas. Las da a probar al periodista y al fotógrafo, que no pueden resistirse a la invitación, pese a que uno de ellos se encuentra a dieta. Una delicia para el manjar que hace olvidar las restricciones del endocrino. 

En pocas horas, las nueve monjas de este cenobio -donde estuvieron la mujer y tres hijas de Hernán Cortés- se pondrán a elaborar los bollitos de San Nicolás, un dulce que sólo realizan para una fecha concreta: la del 6 de diciembre, festividad de este santo de origen italiano que da nombre a la parroquia situada entre la Alfalfa y la antigua judería de Sevilla. 

Se trata de una especie de bollito de leche (por eso se preparan con pocas horas de antelación, para que conserven su ternura) que contiene en el interior naranja escarchada, uvas pasas y nueces. La preparación de este dulce la recuperó el actual párroco de San Nicolás, Miguel Ángel Núñez, al llegar a este templo hace cuatro años. Una tradición que se había perdido y que evoca el zurrón con monedas con el que muchas veces se representa a este santo. Dicho objeto alude al milagro que obró, mediante el cual permitió rescatar a tres hermanas que habían sido raptadas para ser prostituidas. Este hecho dio origen a los regalos de Papá Noel, cuya figura está inspirada en San Nicolás.

Las religiosas dominicas de Madre de Dios preparan sus típicas magdalenas. Las religiosas dominicas de Madre de Dios preparan sus típicas magdalenas.

Las religiosas dominicas de Madre de Dios preparan sus típicas magdalenas. / José Ángel García

Los bollitos se reparten entre los asistentes a la misa que cada 6 de diciembre se celebra en memoria del que fuera obispo de Myra, antigua ciudad turca. En circunstancias normales, se hubieran degustado, al concluir el oficio religioso, en el patio que posee la parroquia, donde se reparte chocolate caliente. Las restricciones de la pandemia obligan a suprimir el ágape y a que este dulce de las hermanas dominicas se distribuya al finalizar la eucaristía con envoltura individual, para evitar contagios. 

Las caminatas de los lunes

El templo de San Nicolás es visitado cada lunes por numerosos sevillanos que acuden a él tras realizar las célebres caminatas del santo. Se trata de una tradición piadosa -se desconoce cuándo fueron los orígenes- que se practica durante tres lunes seguidos, una serie que no debe interrumpirse si el devoto quiere alcanzar la gracia solicitada. Para ello, según explica el párroco, ha de venir andando desde el domicilio particular o desde la parada de autobús o tren, en caso de vivir fuera de la ciudad. 

La costumbre establece que el trayecto se recorre sin mediar palabra alguna, en estricto silencio. Cuando se llega a la parroquia, Vitorino Sánchez -conocido en la feligresía como Vito- se encarga de atender a los devotos, a los que les entrega las velas de promesa y la hoja de oraciones con la pauta de rezos para cada lunes. La actual pandemia ha obligado, en este aspecto, a dar un salto digital. De esta forma, las súplicas no se entregan en papel, sino que un código QR situado a los pies de la pequeña imagen del santo permite a quienes llegan andando descargarse en su teléfono móvil la oración. En uno de estos tres lunes se ha de confesar y asistir a misa, tras la cual se besa (ahora sólo se venera) la reliquia del santo. 

 

Imagen de San Nicolás, de cuyo templete cuelgan exvotos. Imagen de San Nicolás, de cuyo templete cuelgan exvotos.

Imagen de San Nicolás, de cuyo templete cuelgan exvotos. / José Ángel García

Vito es toda una institución en el templo, al que llegó siendo un adolescente en sus años de acólito en la Candelaria, hermandad con sede canónica en dicha parroquia. Entre estos muros ha sido testigo de cómo la devoción por San Nicolás ha pasado de una generación a otra. "Ahora vienen las nietas de las abuelas que yo conocí cuando llegué aquí", refiere, a sus 80 años, este vecino del Polígono Sur. 

"Aunque la imagen grande es la que se encuentra en el altar mayor, a la que la gente reza es a la pequeña", explica Vito al señalar al San Nicolás situado en un retablo lateral, sobre cuyo templete cuelgan diversos exvotos. "Algunos años, el 6 de diciembre, se han preparado 20 litros de chocolate y 300 bollos que se han acabado a los 20 minutos", recuerda quien es considerado "el custodio y alma viva de San Nicolás". También advierte que la parroquia celebrará este domingo misas en honor al santo a las 11:00 y las 12:00. 

Un templo con piezas únicas

De fachada "anodina", como reconoce su párroco, este templo sevillano fue levantado en su origen tras la reconquista cristiana. "San Nicolás, como San Vicente o San Esteban, eran los santos de moda en aquella época", detalla Miguel Ángel Núñez, que incide en que la iglesia primitiva se demolió en 1752 por mal estado. A partir de entonces comenzó a levantarse el actual edificio, cuya planta de cinco naves separadas por pilares de mármol se debe al arquitecto Ambrosio de Figueroa. Las pinturas murales y los retablos (la mayoría de estilo rocalla) son obra del equipo que lideraron Vicente de Alanís y Benito Hita del Castillo

Fachada de la parroquia de San Nicolás. Fachada de la parroquia de San Nicolás.

Fachada de la parroquia de San Nicolás. / José Ángel García

Como curiosidades, debe destacarse que San Nicolás alberga uno de los mejores conjuntos de mesa de altar de Andalucía, con un frente de plata del siglo XVIII donado por el canónigo Carlos Vila (sepultado en el templo) y que se lo entregó a la hermandad sacramental con la condición de que la pieza nunca saliera de esta iglesia. También posee uno de los primeros órganos espejo que se hicieron en Sevilla. Se trata de dos conjuntos iguales colocados a ambos lados del coro. Uno de ellos tiene la finalidad instrumental y el otro, puramente decorativa, para guardar la simetría. Debe recordarse que en esta parroquia se creó la primera escuela gratuita de música de Sevilla, a propuesta de su organista, José Benítez. Otra de las características es que ninguna de las dos puertas está alineada con los ejes centrales del edificio, ya que había que salvar la muralla de la judería existente aún cuando se levantó el segundo templo. 

La intención de la parroquia es restaurar las pinturas murales, que se conservan íntegramente, aunque la suciedad las ha oscurecido hasta hacer imposible su contemplación. También se quiere recuperar el órgano, que dejó de funcionar en 1985. Tesoros de un templo donde se venera a un santo con bollitos y caminatas.

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