El tiroteo de Isla Mayor destapa toda una infraestructura al servicio del narco

La Policía encuentra 4.500 kilos de hachís, gasolina para narcolanchas y vehículos y embarcaciones robados ocultos en naves agrícolas

El Gobierno admite en Isla Mayor que los narcos son cada vez más peligrosos

Policías nacionales en las naves de Isla Mayor, el pasado martes.
Policías nacionales en las naves de Isla Mayor, el pasado martes. / José Manuel Vidal / EFE

El tiroteo del pasado 8 de noviembre en Isla Mayor ha destapado toda una infraestructura al servicio del narcotráfico en el pueblo y las inmediaciones. Sobre las ocho de la mañana de aquel día, un grupo de al menos cuatro narcotraficantes disparó con armas de guerra a cinco policías nacionales que estaban realizando un seguimiento y una vigilancia de un alijo de hachís, que estaba oculto en unas naves de la carretera del Toruño, a las afueras del pueblo. Un agente resultó herido tras ser alcanzado en el abdomen por un disparo, probablemente efectuado con un fusil de asalto AK-47, y otros cuatro sufrieron distintas lesiones al intentar ponerse a salvo de las ráfagas que les disparaban.

Los agentes atacados llevaron a su compañero herido hasta el hospital Virgen del Rocío, al tiempo que avisaron del tiroteo y enseguida se estableció un despliegue en torno a una de las naves que los narcos podrían estar utilizando como guardería de la droga. Durante toda la mañana del sábado, la Policía montó un perímetro de seguridad y realizó una serie de comprobaciones para averiguar si había alguien armado en el interior del edificio, como se presuponía en un principio. Se activaron en un primer momento las patrullas de respuesta llegadas de Sevilla capital y poco después fueron llegando refuerzos, incluidos los miembros del Grupo Operativo Especial de Seguridad (GOES) y una negociadora, ante el supuesto de que hubiera alguien atrincherado. A mediodía llegaron, desde su base en Guadalajara, los GEO (Grupo Especial de Operaciones), una unidad de élite de la Policía Nacional especializada sobre todo en asaltos antiterroristas.

Despliegue policial en la carretera del Toruño, el pasado 8 de noviembre.
Despliegue policial en la carretera del Toruño, el pasado 8 de noviembre. / Antonio Pizarro

Durante esa primera jornada se asaltaron cuatro naves. En una de ellas, la Policía encontró 700 kilos de hachís, aunque no halló pistas del paradero de los autores de los disparos. Enlos días siguientes, continuó el amplio despliegue policial para tratar de darles caza. Eso incluía los registros de todas las naves de la misma zona, muchas de ellas construidas sin autorización a las puertas de Doñana. En ellas, la Policía encontró el lunes otros 3.800 kilos de droga, lo que elevaba, sumándoles los 700 de días atrás, a 4.500 la cantidad intervenida. Es uno de los alijos más importantes de hachís en la provincia de Sevilla en los últimos años.

Pero además, los agentes encontraron garrafas de gasolina para el abastecimiento de narcolanchas, lo que se conoce popularmente como petaqueo, así como vehículos y embarcaciones robadas que se estaban utilizando presumiblemente al servicio del narco. Toda una infraestructura de la droga destapada por el tiroteo del sábado. A buen seguro, los narcotraficantes que abrieron fuego confundieron a los policías con otra banda que iba a robarles la droga, lo que se conoce en el argot policial como vuelco, y que es algo muy frecuente en el submundo de la droga. De hecho, ha habido en Sevilla varios homicidios relacionados con estas actividades y las correspondientes venganzas.

Dos policías inspeccionan una zona en las afueras de Isla Mayor.
Dos policías inspeccionan una zona en las afueras de Isla Mayor. / Antonio Pizarro

En mayo de 2024, un conocido traficante de drogas del Polígono Sur de Sevilla, Dani el Turco, fue tiroteado con un kalashnikov en la pedanía del Trobal, perteneciente a Los Palacios. Quienes iban con él lo recogieron y lo llevaron en coche hasta el hospital Viamed en Bellavista, donde lo dejaron ya muerto. En septiembre de 2023, unos narcos secuestraron y mataron a un hombre, vecino de Lebrija, que supuestamente les había robado droga. Lo abandonaron malherido en el aparcamiento del hospital de Valme, y murió unos minutos después. En junio de 2022, el clan de un narco conocido como Pepe el Tarta mató a un vecino de Coria del Río que les había robado un alijo diez años atrás. El cadáver fue descubierto en un pozo de Pilas. En la misma Isla Mayor, el pasado mes de junio se hallaron unos huesos en un canal, sin que haya trascendido más sobre la investigación.

Esta sucesión de incidentes revela que los vuelcos son frecuentes entre los clanes de narcotraficantes de Sevilla, de ahí que estas bandas vayan cada vez más fuertemente armadas y utilicen armas de guerra, sobre fusiles de asalto AK-47. La irrupción de la cocaína en el escenario del Guadalquivir, tradicionalmente reservado a la entrada ilegal del hachís, ha añadido otro factor de riesgo más, pues entran en juego organizaciones compuestas por personas que tienen experiencia paramilitar en Colombia y otros países iberoamericanos. En sendas operaciones en las que se intervinieron cantidades récord de cocaína (7.000 kilos en Coria en diciembre de 2024 y 2.800 en La Puebla en enero de 2025) se intervinieron fusiles Kalashnikov.

Retirada de un vehículo de una de las naves registradas en Isla Mayor.
Retirada de un vehículo de una de las naves registradas en Isla Mayor. / José Manuel Vidal / EFE

Una bala disparada con este arma es capaz de atravesar una pared y, por supuesto, también los chalecos antibalas reglamentarios de la Policía o la Guardia Civil. Independientemente de si creyeran que eran otros narcos o no, lo cierto es que los tiradores de Isla Mayor dispararon a matar contra los policías, como prueba el hecho de que uno de ellos gritara "mata a esos perros" al resto de sus compañeros, a pesar de que los agentes se identificaron como policías.

El despliegue posterior ha revelado la existencia de una auténtica infraestructura al servicio del narco, con naves montadas a lo largo de la ribera del río, en teoría para uso agrícola pero muchas de las cuales se utilizan para actividades ilegales. En los últimos días, el despliegue para atrapar a los pistoleros se ha ampliado también a zonas de Villamanrique de la Condesa. La operación está declarada secreta y no ha trascendido ningún detalle más. El subdelegado del Gobierno en Sevilla, Francisco Toscano, admitió que los narcos son cada vez más peligrosos, mientras que los sindicatos policiales piden más medios humanos y materiales y una formación militar para enfrentarse a estas bandas. Nadie ha puesto en el foco en la Justicia, que permite que los narcotraficantes más poderosos de Sevilla (y del resto de España) alcancen acuerdos con la Fiscalía para rebajar considerablemente sus penas.

Inspección de un vehículo.
Inspección de un vehículo. / Antonio Pizarro

Por su parte, el alcalde de Isla Mayor, Juan Molero, lamentó que un incidente como el ocurrido el 8 de noviembre mancha el nombre de un pueblo que destaca por otras virtudes, como el cultivo del arroz o la pesca del cangrejo rojo. Isla Mayor cuenta con una ubicación estratégica cercana al río Guadalquivir, y eso la ha convertido en un lugar codiciado por los narcotraficantes para realizar allí sus alijos y guardar la droga. Además de la cercanía al río, los alrededores de Isla Mayor son difícilmente vigilables, pues es una gran extensión de terreno llano visible desde varios kilómetros, donde es muy difícil ocultarse. Colocando un par de vigilantes en puntos clave, los narcos pueden tener información actualizada de cualquier movimiento de la Policía o de la Guardia Civil.

No es la primera vez que el pueblo se ve relacionado con el tráfico de droga y, ya en 2017, fue escenario de una de las operaciones más conocidas contra el narcotráfico en la provincia de Sevilla. Cuatro agentes de la Guardia Civil, de los ocho que había en el cuartel del pueblo, fueron detenidos por la Unidad de Asuntos Internos del cuerpo por su colaboración con el narco. Entre los arrestados estaba el sargento del puesto.

El GEO se prepara para intervenir.
El GEO se prepara para intervenir. / Antonio Pizarro

Medio cuartel del pueblo estaba a sueldo de una organización dirigida por un narcotraficante de Sanlúcar de Barrameda apodado el Negro. Los guardias corruptos facilitaban a este narco información de los lugares y momentos en los que se iban a realizar patrullas de la Guardia Civil, "para evitar coincidir con la entrada del hachís", como figura en la sentencia de la Audiencia Nacional que condenó a los cuatro agentes. Además, informaban de la titularidad de cualquier vehículo sospechoso que temiesen que podía vigilarles sus transportes o descargas, para saber así si estaban siendo seguidos por agentes de otras unidades. También le entregaron la llave de la cancela de una parcela conocida como Bomba del Quini, que tenía un acceso a un brazo del río restringido, que forma parte del parque natural de Doñana. De esta forma, los guardias civiles facilitaron a los narcotraficantes el desembarco del hachís en una zona natural protegida.

Tanto antes como después de la caída del cuartel, la Guardia Civil desarrolló varias operaciones contra el tráfico de hachís en Isla Mayor. Una de ellas se encaminó precisamente a golpear la infraestructura del narco en el pueblo. Se registraron varias naves del polígono industrial Príncipe de Gales, al que se podía llegar desde el río a través de unos canales, y por lo tanto constituía un lugar idóneo para ubicar guarderías del hachís. La presión policial en toda la comarca provocó que las organizaciones se llevaran estos almacenes a lugares más alejados del Guadalquivir. Este mismo año, por ejemplo, se encontró una nave que guardaba gasolina para las narcolanchas en Arahal, a más de 40 kilómetros del río. El tiroteo del sábado ha revelado que este alejamiento parece que fue algo temporal.

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