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La última promoción de médicos

Los últimos 'MIR' del Hospital de las Cinco Llagas

Foto de familia de los asistentes al acto de las 'bodas de oro' de la última promoción de médicos que se formaron en el Hospital de las Cinco Llagas, ahora sede del Parlamento andaluz.

Foto de familia de los asistentes al acto de las 'bodas de oro' de la última promoción de médicos que se formaron en el Hospital de las Cinco Llagas, ahora sede del Parlamento andaluz. / Juan Carlos Muñoz

De ser un hospital para mujeres, una suerte de convento para enfermos cuando la mitad del siglo XVII dejó la epidemia de peste más grave de la historia, que obligó a variar el rumbo, a acoger quirófanos y despachos de médicos durante muchísimos años y terminar por ser la sede de la Cámara autonómica y de la de Cuentas. El Hospital de las Cinco Llagas o de la Sangre, como se conoció durante siglos el majestuoso edificio de la calle San Juan de Ribera, ubicado entre las murallas árabes, la Basílica de la Macarena y el Hospital Universitario, ahora sede parlamentaria, dejó sus funciones sanitarias en 1972 y, con ello, sus últimos médicos, enfermeras, enfermos y estudiantes de la cátedra de Medicina que allí se impartía pasaron a la historia.

Precisamente estos últimos son los que, durante el último medio siglo, han marcado el devenir y avance de la asistencia hospitalaria tal y como hoy la conocemos. Han pasado sólo 50 años, pero la transformación visual de los edificios sanitarios donde están ahora los enfermos, en paralelo a una revolución tecnológica que ha experimentado la Medicina desde entonces, nada tiene que ver con las opciones de aprendizaje de una generación que, a lo largo de estos años, ha sido esencial para la transformación y modernización de la sanidad en España.

El hospital cesó sus funciones sanitarias en 1972 al encontrarse en un estado ruinoso

El catedrático en Inmunología jubilado, Antonio Nuñez Roldán, formó parte de esa última promoción de médicos internos del antiguo hospital y estos días se ha reencontrado con el edificio donde fijó sus cimientos como profesional. Junto a él, los más de 60 médicos que formaron parte de esa última camada de facultativos que dejó el Hospital de la Cinco Llagas que, llegados de distintos puntos de la geografía española, han celebrado recientemente sus bodas de oro como última promoción de estudiantes del antiguo centro sanitario en 1972 con una visita por las instalaciones. En este reportaje relata cuáles fueron sus vivencias y qué significó para él formar parte de esa histórica cátedra universitaria.

"Acabamos la carrera y el edificio se quedó totalmente abandonado. Allí no había todavía ni Parlamento ni había hospital. Durante los últimos 50 años hemos estado todos trabajando por magníficos hospitales y volvernos a ver en lo que fue la cuna de nuestra formación como médicos ha sido muy emocionante", relata emocionado.

Una de las primeras fotografías del edificio Una de las primeras fotografías del edificio

Una de las primeras fotografías del edificio / M. G. (Sevilla)

Destaca que la planta rectangular del majestuoso edificio guarda grandes similitudes con el Hospital Mayor de Milán. El espacio interior se organiza en torno a diez patios, de los que sólo se llegaron a construir nueve y hoy se conservan ocho. Los patios y las amplias galerías permiten la entrada de sol y garantizan la ventilación exterior, según el modelo de hospital renacentista. El edificio se declaró prácticamente en ruinas a finales de 1971 y en febrero de 1972 cerró como hospital debido a su pésimo estado de conservación, aunque se mantuvieron algunos servicios sanitarios, hasta que finalmente fue abandonado hasta su recuperación años después y posterior cambios de usos para lo que se precisó una obra de restauración que se prolongó durante más de diez años y acabó en el actual Parlamento de Andalucía.

Hasta llegar a ello, la promoción de estudiantes de Medicina del 72, la última que terminó sus estudios en dichas instalaciones, recuerda sus últimos días en el edificio "entre puntales" y "paredes medio derrumbadas". De hecho, el tejado del acceso al edificio se llegó a derrumbar, pero en realidad estaban mal todas las cubiertas, como ya explicó en una entrevista a este periódico el arquitecto Alfonso Jiménez, que se ocupó de su reconversión en sede parlamentaria. Como curiosidad, el profesional apunta que los arquitectos tuvieron que convivir con algunos sanitarios que se resistían a abandonar el hospital y que porfiaban con los albañiles de la obra. Se encontraron, por ejemplo, con un laboratorio con todos sus instrumentales y con la habitación del que debió ser el último capellán, donde encontraron una sotana colgada del perchero. 

En este contexto, los estudiantes se encargaban de lo que ahora son las clásicas guardias. "Los alumnos internos éramos los que nos ocupábamos de los enfermos cuando los médicos se iban a mediodía", explica Antonio Nuñez. La asistencia médica, recuerda el doctor, nada tiene que ver con lo que ahora entendemos por atención hospitalaria. "Imagínese que en una sala con más de 120 enfermos, ni uno sólo tenía puesto un suero o alguna monitorización. El paciente estaba allí simplemente en una cama. El médico lo veía por la mañana y poco más", afirma.

Las salas donde ingresaban los enfermos tenían de corrido varias filas de camas y podían albergar más de cien pacientes. Las salas donde ingresaban los enfermos tenían de corrido varias filas de camas y podían albergar más de cien pacientes.

Las salas donde ingresaban los enfermos tenían de corrido varias filas de camas y podían albergar más de cien pacientes. / Archivo del Parlamento de Andalucía

El hospital se organizaba en enormes salas donde había de corrido cuatro filas de camas, con más de 100 pacientes por cada habitación. Cuando el médico se iba, era el alumnos residente el que se encargaba, junto a las monjas, que hacían de enfermeras, de sus cuidados. "Yo era alumno médico de Patología Médica y dormía en el hospital la noche de los martes. Recuerdo que entraba a las 15:00 horas y salía a las 8:00 de la mañana siguiente. A mi cargo podía tener centenares de enfermos sólo con la ayuda de una farmacia en la que se guardaban unos medicamentos muy exiguos y que estaban bajo llave. Sólo las monjas las tenían, así que si necesitábamos un medicamento urgente porque había un enfermo que había tenido una crisis había que buscarlas, que fueran a abrir la farmacia y, a regañadientes, nos daban el medicamento. Era una cosa que ahora lo piensas y parece algo irreal", relata el doctor Nuñez.

Enfermos en sus camas junto a familiares en una de las grandes habitaciones compartidas del Hospital de las Cinco Llagas. Enfermos en sus camas junto a  familiares en una de las grandes habitaciones compartidas del Hospital de las Cinco Llagas.

Enfermos en sus camas junto a familiares en una de las grandes habitaciones compartidas del Hospital de las Cinco Llagas. / Archivo Parlamento de Andalucía

El concepto de enfermo que llegaba al hospital tampoco era hace 50 años el que se tiene hoy día. En los alrededores del Hospital de las Cinco Llagas se agolpaban personas esperando su turno para poder tener cama. "Era una especie de cobijo para muchas personas que no tenían nada. Las propias monjas eran las que ingresaban y daban de alta a muchos pacientes. Eran muchísimas las personas poco pudientes que ocupaban a diario los jardines que cubren la entrada del edificio y las monjas, que ya los conocían, cuando los veían muy delgaditos, los hacían entrar en el hospital, los ingresaban, comían caliente y luego les daban de alta", explica. Estos eran los mejor parados, los verdaderos enfermos con patologías, entonces incurables, tenían pocas opciones, dado que los recursos sanitarios eran muy pobres. "De una sala donde podía haber unos 120 enfermos, muchos de ellos gravísimos, junto a otros menos graves, se me morían en cada guardia una media de dos a tres enfermos", apostilla y añade: "los tiempos de ingresos eran de meses, nada de los tres o cuatro días de ahora".

En este día a día, sostiene el doctor Nuñéz, llegó el momento del desalojo. "Aquello se veía venir. Eran muchos los techos apuntalados, se caían a trozos y estaba todo lleno de caliches de las pareces, pero todo fue de un día para otro", afirma. "A nosotros como estudiantes no se nos mantuvo al tanto de nada. La orden fue que la semana siguiente seguíamos nuestros estudios en el Hospital Militar de San Pablo, que es donde se decidió trasladar a los enfermos que, en ese momento, ocupaban las Cinco Llagas", afirma.A partir de aquí, "vino el abandono", insiste. "Nos fuimos de allí porque había que irse. A los pocos años aquello se convirtió en un sitio ruinoso. La maleza lo cubría todo, pero afortunadamente se recuperó", se congratula el sanitario. 

El hospital se caracterizaba por tener amplios patios interiores a los que comunicaban las habitaciones y despachos de médicos y profesores de la cátedra de Medicina que albergó el centro. El hospital se caracterizaba por tener amplios patios interiores a los que comunicaban las habitaciones y despachos de médicos y profesores de la cátedra de Medicina que albergó el centro.

El hospital se caracterizaba por tener amplios patios interiores a los que comunicaban las habitaciones y despachos de médicos y profesores de la cátedra de Medicina que albergó el centro. / Archivo Parlamento de Andalucía

La gran suerte para el futuro del edificio fue la apuesta como sede del Parlamento. "Fue su salvación", afirma rotundo el doctor Nuñez. "¿Qué institución podía haber asumido el cien por cien del antiguo Hospital de las Cinco Llagas?", se pregunta.

Mientras se efectuaba la obra, el Parlamento ya funcionaba y fue cambiando de sede. Se constituyó en el Real Alcázar en un acto solemne y acabó en la antigua iglesia de San Hermenegildo, que fue acondicionada también por los arquitecto Alfonso Jiménez y Pedro Rodríguez.

"El volver allí y ver el edificio totalmente recuperado. Con esos patios fulgurantes y esos espacios llenos de luz ha sido todo un impacto. No salíamos del asombro de ver cómo se ha reconstruido ese edificio tan maravilloso y representante del Renacimiento con un majestuoso frontal que me atrevo a decir que es, junto con el Escorial, de lo más grande de España", concluye.

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