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Los universitarios sevillanos tardan una media de cuatro años en encontrar trabajo

Entrada principal al Rectorado de la Universidad de Sevilla.

Entrada principal al Rectorado de la Universidad de Sevilla. / Juan Carlos Muñoz

Cuatro años. Se trata de la media de tiempo que la mayoría de los universitarios sevillanos tarda en encontrar un trabajo una vez acabada la carrera. Un periodo que, obviamente, varía según la titulación cursada. Las que logran una inserción laboral más inmediata son las relacionadas con las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), impulsadas por la era digital; seguidas de las que pertenecen al ámbito sanitario. El tercer grupo lo conforman diversas Ingenierías (no todas). Las Humanidades siguen siendo la especialidad en la que este periodo más se ralentiza

Dichos datos los ha dado a conocer el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) -órgano perteneciente a la Consejería de Transformación Económica, Industria, Conocimiento y Universidades de la Junta- en su estudio sobre Inserción de los Egresados en Universidades Públicas de Andalucía. En él se analiza el salto de la educación universitaria al mercado laboral en una década: desde el curso 2011/12 al 2019/20. El ámbito temporal en el que se ha puesto la lupa ha sido desde el primer año tras culminar las enseñanzas superiores (ya sean de grado, máster o doctorado) hasta cuatro anualidades después. 

Los resultados del informe son evidentes: la entrada de los universitarios sevillanos en el mercado laboral no resulta inmediata para jóvenes cualificados, pero sí hay un aspecto positivo, pues la tendencia demuestra que esta espera se reduce paulatinamente. De hecho, según reflejan los datos aportados, esta inserción resulta se optimiza para las promociones que han terminado sus estudios recientemente. La única excepción la protagonizan quienes los acabaron en el curso 2015/16, pues se vieron condicionados por los efectos de la pandemia del Covid

Mejora en el índice de inserción

De esta forma, los sevillanos que salieron de la universidad en el primer curso analizado, 2011/12, tuvieron, al pasar cuatro años, un grado de inserción del 60,8%, es decir, poco más de la mitad, un porcentaje que admitía un amplio margen de mejora. Debe tenerse en cuenta aquí que estos jóvenes finalizaron sus estudios en una coyuntura bastante desfavorable, al estar lastrada por los efectos de la crisis económica desatada a finales de 2007, lo que mermó las posibilidades de encontrar trabajo. Fue una época marcada por "la fuga de cerebros" fuera de España, una tendencia que aún continúa. 

Un curso más tarde el mercado laboral resultaba ya más ventajoso. La promoción de 2012/13 consiguió un 65% de inserción a los cuatro años, cuando ya la secuelas del desplome financiero habían empezado a dejarse atrás. A partir de ahí la cifra seguiría subiendo, aunque no de forma tan vertiginosa: 2013/14, un 66,8% y 2014/15, con un 68,4%. Los universitarios titulados en 2015/16, como se dijo antes, se enfrentaron a las consecuencias de la crisis sanitaria, por lo que dicho índice sufrió una involución, al quedarse en el 66,6%. En la última analizada, la de 2016/2017 (los cuatro años se cumplieron en 2021), la inserción vuelve a remontar de forma acentuada, hasta colocarse en el 69,6%, por lo que algo más de dos de cada tres universitarios han encontrado trabajo y están afiliados a la Seguridad Social.

Aunque ese tiempo de espera ha mejorado, aún sigue resultando insuficiente para miles de universitarios que tras concluir sus estudios se encuentran sin un trabajo cualificado, sin ser acorde con su preparación académica. También habría que analizar el tipo de empleo que se consigue tras esos cuatro años y cómo está remunerado. En este sentido, el informe aporta también un dato positivo. Si el periodo analizado se reduce a un año después de la culminación de la enseñanza universitaria, las salidas laborales más importantes se registran entre los egresados del curso 2019/20, donde dicha inserción llegó al 52,8%, un dato nada despreciable si se tiene en cuenta que el pasado ejercicio coincidió con el momento en el que empezaban a superarse las secuelas económicas de la pandemia. La siguiente promoción con la mejor cifra un año después de acabar la titulación es, nuevamente, la de 2016/17, en la que se llegó al 51,9%. 

Las ramas del saber

Como se refirió antes, este dato generalizado debe ser concretado dentro de las distintos ámbitos del conocimiento, entre los que se detectan importantes diferencias. El informe del IECA los clasifica en diez grandes ramas para agrupar las titulaciones que ofertan la Universidad de Sevilla (US) y la Olavide (UPO): Educación; Artes, Humanidades y Lenguas; Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación; Negocios, Administración y Derecho; Ciencias Naturales, Química, Física y Matemáticas; Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), Mecánica, Electrónica, Industria y Construcción; Agricultura, Ganadería, Pesca, Sivicultura y Veterinaria; Salud y Servicios Sociales; y Servicios.  

Si se toma como referencia la promoción que acabó los estudios en 2017 y los cuatro años transcurridos, el mejor nivel de empleabilidad lo presentan las enseñanzas relacionadas con el ámbito de las TIC, donde la inserción es del 87,4%. Entre las distintas disciplinas que conforman este área del saber, la de Desarrollo y Análisis de Aplicaciones y de Software presenta un porcentaje del 83,4%. La Universidad de Sevilla oferta dos carreras relacionas con dichas enseñanzas. Por un lado, un grado simple de Ingeniería Informática e Ingeniería del Software, que en la primera adjudicación de plaza tras la Selectividad de junio ha tenido una nota de corte de 11,745. Y por otro, dicho grado, pero en Inglés, en la que la calificación ha llegado al 12,946, a pocas décimas de quedarse en el selecto grupo de las titulaciones que exigen un 13 para lograr plaza. La Pablo de Olavide, por su parte, oferta el grado en Ingeniería Informática en Sistemas de Informacion, para el que se requiere un 9,79. 

El siguiente ámbito con más posibilidades de encontrar empleo son las Ciencias de la Salud y Servicios Sociales, donde la inserción también resulta bastante alta, con un 85,1% para los universitarios que concluyeron sus estudios en 2017. Este dato aumenta exponencialemente en dos titulaciones, la de Medicina, donde el nivel de empleabilidad es del 92,4%, y en Enfermería, en la que llega al 91,6%. No debe olvidarse que la primera de ellas ha vuelto a ser la carrera más solicitada en la Hispalense tras la convocatoria ordinaria de la Selectividad. Un interés también auspiciado por la pandemia del Covid, que ha revalorizado los estudios sanitarios.

Nuevos campus de la Salud

Fruto de ello es la apuesta de la Universidad Loyola (la única privada que hay en Sevilla en estos momentos) por implantar Ciencias de la Salud en sus campus de Dos Hermanas, un afán al que también se ha sumado el CEU, que en su futura Universidad Fernando III (será la segunda privada que tenga la provincia) aspira a implantar a largo plazo Psicología y Fisioterapia. En la US, la primera adjudicación de plaza se ha saldado con una nota de corte de 13,54 (la tercera más alta) para Medicina, mientras que Enfermería (la ofertada en centro propio) es también bastante elevada, de un 12,941. En la UPO, la carrera sanitaria con la calificación más importante es Biotecnología, que exige un 13,12 para ser estudiada. 

El tercer grupo con mayor empleabilidad es el de las Ingenierías, aunque no todas. Aquí deben destacarse las relacionadas con la Mecánica, la Electrónica, la Industria y la Construcción, cuyo índice de inserción en el mercado de trabajo es del 79%. Aunque en otras zonas de España se ha percibido una bajada de la demanda en este tipo de carreras, no ocurre así en Sevilla, donde la oferta suele cubrirse sin demasiados problemas. Cuestión distinta es la brecha de género que sigue existiendo en ellas, donde la presencia de mujeres estudiantes resulta mínima.

En la US, la ingenería que más nota de corte requiere es la Aeroespacial, la única incluida en el selecto grupo de las que piden un 13, con un 13,209. Ha de tenerse en cuenta que dicha calificación viene condicionada por las solicitudes recibidas y por las plazas disponibles. La siguiente ingeniería -sin contar con la de Informática antes señalada- en ese ránking es el doble grado de Ingeniería Mecánica y Diseño Industrial, con un 12,834, mientras que el tercer puesto lo ocupa Ingeniería Electrónica, Robótica y Mecatrónica, con un 12,415. En la UPO, la titulación relacionada con este ámbito para la que más puntuación se necesita es el doble grado que comparte con la Hispalense, la de Ingeniería Agrícola y Ciencias Ambientales, que se imparte en la Escuela de Ingeniería Agronómica, cuyas obras de ampliación han comenzado esta semana. En las carreras medioambientales, relacionadas con la Agricultura, Ganadería, Pesca, Silvicultura y Veterinaria, la inserción es del 78,8%. 

Las Humanidades, a la cola

En niveles intermedios de inserción laboral se encuentran Servicios (68,3%) y Ciencias Naturales, que engloba Químicas, Físicas y Matemáticas (67,4%). Debe destacarse la alta demanda registrada en la Universidad de Sevilla los últimos cursos en la Facultad de Matemáticas, lo que ha obligado a la institución académica a ampliar su oferta de plazas para el próximo ejercicio académico. La razón no es otra que las importantes salidas profesionales en este ámbito, que hasta hace bien poco estaba ceñido a la docencia. La era digital ha diversificado el papel de los matemáticos, muy solicitados en el sector empresarial. De hecho, el doble grado de Física y Matemáticas vuelve a coronarse como el de la nota de corte más alta de la US, con un 13,79, calificación que se convierte en la más elevada de Andalucía. 

Por desgracia, el vagón de cola los siguen conformando las Ciencias Sociales, Periodismo y Documentación (con un 63,1% de empleabilidad a los cuatro años) y Artes, Humanidades y Lenguas, con un 53,2%. Estas carreras de letras reducen aún más ese porcentaje si la entrada en el mercado de trabajo se analiza al año de acabar los estudios. En este caso, las TIC logran un 81,1%, mientras que las disciplinas relacionadas con las Humanidades se quedan en un 33,6%. Un claro -y alarmante- síntoma del perfil demandado por el tejido productivo. A este respecto, muchos expertos han avisado del riesgo que supone priorizar el saber técnico sobre el humanístico en la búsqueda de profesionales, en tanto que se aniquila el pensamiento crítico de las futuras generaciones.