2026... y el rechinar de dientes que se veía venir

Si hace un año la entrada de un inversor externo era nombrar el demonio para el sevillismo, hoy la ve como la única solución a la ruina a la que han llevado al club

A-CAP sufre una derrota judicial en el litigio con 777 Partners por el Genoa

Una imagen de una Junta General de Accionistas.
Una imagen de una Junta General de Accionistas. / José Luis Montero

Hace sólo un año la llegada de un inversor que comprara el Sevilla era visto como el demonio. Hoy se antoja la única salvación posible. La metamorfosis radical en la opinión del sevillismo no puede ser más que consecuencia de la nefasta gestión llevada a cabo por el actual consejo de administración, que lo ha abocado a la ruina más absoluta, y –también– la constante judicialización de la sociedad, que ha distanciado las posturas hasta límites insospechados, hasta enfrentar a un padre y a un hijo.

Pero la situación es grave. La primera vez que José María Cruz padre, allá por los años noventa, mencionó en la Junta de Accionistas el riesgo de entrar en “causa técnica de disolución”, las manos de los sevillistas –algunos era la primera vez que lo escuchaban– se iban a sus cabezas. Esto se produce cuando el patrimonio neto es inferior al 50% del capital social y se imponen tres opciones cuando ello ocurre: la ampliación de capital, el concurso de acreedores o la disolución, es decir, el final.

Hoy, ya es habitual que los auditores lo reflejen en sus informes de cuentas, y en los dos últimos ejercicios, el Sevilla no ha caído en ella al contabilizarse los créditos firmados y la moratoria del Gobierno para no incluir en esa tabla las pérdidas de los años de Covid.

José María del Nido Carrasco revisa sus documentos antes de la Junta Ordinaria de Accionistas 2025.
José María del Nido Carrasco revisa sus documentos antes de la Junta Ordinaria de Accionistas 2025. / Antonio Pizarro

2026 promete ser el año de la venta del club a un inversor externo que se haga cargo de la deuda e inyecte capital. En la última Junta la mesa lo negó y pasó como pudo de puntillas ante las constantes preguntas de los accionistas, igual que en la de 2019 cuando éstos pedían información sobre la compra de acciones de los americanos y Pepe Castro mentía diciendo que era un grupo de sevillistas que estaban trabajando por la estabilidad del Sevilla.

Ya las caretas se han caído y las cartas están boca arriba. Los que entonces querían vender el Sevilla y estuvieron a punto (Carrión se echó para atrás en el último momento) están dispuestos a conseguirlo y ya parece inevitable.

Ya circula incluso una lista (confeccionada por alguien de dentro) con todas las ofertas que han llegado al club. Hasta 9. Curioso que el máximo accionista a título individual, José María del Nido Benavente, dice no saber nada y asegura que nadie le ha presentando dichas ofertas, salvo la de Lappí, que es la última en cuantía en esta relación.

Detrás de todo esto están, sin duda, los arrastres que figuran en los pactos, que las familias Carrión, Castro, Alés y Guijarro entienden que obliga al paquete de Del Nido. Y mientras, su hijo, con algo más de 100 acciones a su nombre, avisa en foros financieros que el Sevilla se venderá en un todo, no por trozos. “El plan estratégico no contempla sacar el club a bolsa ni ha valorado la opción de que un socio inversor adquiera una parte del capital social”, advertía ayer en una entrevista en Palco23. Incluso reconocía abiertamente que era consciente de los problemas económicos. “Preveíamos que esas pérdidas se iban a producir; calculábamos estar tres años en números rojos”.

2026 está aquí, el año del rechinar de dientes. Y la afición ya tiene el cuerpo hecho a la venta. Era de lo que se trataba... ¿no?

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