Alavés-Sevilla

Como para irse de copas...

Nianzou, en el epicentro de la derrota en Gerona, mira al fotógrafo mientras se ejercita junto a Rekik, Carlos Álvarez y Suso.

Nianzou, en el epicentro de la derrota en Gerona, mira al fotógrafo mientras se ejercita junto a Rekik, Carlos Álvarez y Suso. / Juan Carlos Vázquez

La encrucijada del Sevilla es tremenda. Con el club patas arriba y la afición en pie de guerra, con las peñas y los pequeños accionistas anunciando protestas antes del partido ante el Cádiz el sábado, mientras los accionistas mayoritarios cruzan mensajes a través de los medios de comunicación en busca de una difícil entente, el equipo juega un partido incomodísimo en Vitoria.

Poco tiene que ganar el Sevilla en su visita a Mendizorroza porque ni los más optimistas lo ven llegando a la final del torneo y, sin ser cuestión de tirar el partido, también se puede decir que ganaría algo perdiendo porque tampoco es que pierda mucho en el actual contexto. De hecho, la Copa no da nada si no se llega a la final o se gana, y para ganarla un equipo debe estar lanzado física, anímica y socialmente: todo lo contrario que este Sevilla. Pero lo anímico pesa mucho y una fea derrota calentaría aún más el caldeadísimo ambiente.

Enfrente, en cambio, estará un rival enardecido que volverá a sentirse por un día equipo de Primera División. Un conjunto con similares mimbres a los que tenía antes de caer a la Segunda División, que está en la zona alta de la tabla en zona de promoción como almohada en la que aparcar las ansias clasificatorias para centrarse en hacer sangre del grande herido que es el Sevilla en estos momentos. Y además en Mendizorroza, tal y como adivirtió ayer Jorge Sampaoli, se crece muchísimo ante su aguerrida hinchada, que aullará cada vez que sus futbolistas presionen al dubitativo Sevilla de hogaño.

Pizarra. Pizarra.

Pizarra. / Infografía / E.F.

El técnico argentino habló de esto en la previa casi de soslayo, puesto que el resto de su comparecencia estuvo centrada en el debate sobre la idea de juego, las promesas incumplidas de los fichajes en invierno y la posibilidad de que dimita si continúa esta situación de inacción en la cúpula ejecutiva del club. Ya es mal asunto que Sampaoli, en vísperas de un partido de octavos de final de la Copa, tenga que emplearse en defender su idea de juego, su óptica amateurista y su compromiso con el club. Es una nítida y fehaciente prueba de que el Sevilla de hogaño no está para irse de copas por Vitoria, un lugar propicio para ello, dicho sea de paso.

Pero, aun con la inconveniencia del partido, minimizada en cuanto al calendario y los tiempos de descanso respecto al partido verdaderamente trascendental de esta semana, que es el del sábado ante el Cádiz, la tormenta que asoma puede transformarse en terremoto si el Sevilla sale vapuleado esta noche de Mendizorroza. En caso contrario, estará de nuevo en el bombo de la Copa, con un esfuerzo más en la cita de cuartos de final, ya con riesgo claro de medirse a uno de los potentados del fútbol español en busca de las semifinales. No es poco premio, por mucho que tras el desastre de Gerona todo aparezca negro en el horizonte sevillista antes de los dos partidos de esta semana ante Alavés y Cádiz. Así está el contexto en este Sevilla que atraviesa su peor crisis en el último cuarto de siglo.

En cuanto a lo deportivo estrictamente, es más que probable que haya varios cambios en el once del Sevilla, pese a que el Cádiz jugó anoche y tendrá sólo un día más de descanso respecto al encuentro clave del sábado. La lluvia de críticas sobre la salida del balón y los yerros de Nianzou hacen pensar en un reposo del joven central, así como de Loïc Badé, que ha tenido que jugar de inmediato nada más llegar tras un largo periodo sin competir. Acuña jugará seguro, ya que es baja por sanción en la Liga, y es probable que entre en la zaga Rekik, que debe hacerse a la competición pues tendrá que jugar ante el Cádiz. Y en el ataque es más que probable que Lamela actúe de titular para lanzar junto a Óliver Torres a En-Nesyri, suplente en Gerona.

Enfrente, Luis García Plaza apostará por los menos habituales y confirmó la presencia de Abdel Abqar, sancionado en Liga, y de Balboa, un fijo en la Copa, en la medular. También descartó a De la Fuente, tras haberlo forzado ante Burgos y Oviedo. Da igual quién salga, el Alavés, espoleado por su público, querrá herir más a este Sevilla tan tocado, pero, al mismo tiempo, tan obligado a una reacción vital para darse energía ante la cita trascendental del sábado.

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