Sevilla-Alavés | La crónica

Defina impotencia: Sevilla Fútbol Club (2-3)

  • El cuadro sevillista se despeña hacia el abismo más hondo por no ser capaz siquiera de aprovechar la ola positiva de igualar un cero a dos

  • Los blancos encajaron dos goles en sendos córners defendidos de forma pésima y también con un jugador lesionado en el campo permitiendo el segundo del Alavés

  • Así le hemos contado el Sevilla-Alavés

Marcao se lamenta de la derrota final del Sevilla.

Marcao se lamenta de la derrota final del Sevilla. / Antonio Pizarro

Nuevo paso del Sevilla hacia el abismo más hondo. Los sevillistas se empeñaron en perder contra el Alavés y ni siquiera fueron capaces de aprovechar el empate de Ocampos después del rearbitraje del VAR. Se registraba en el cronómetro de Hernández Hernández el minuto 81 y los sevillistas, mal que bien, habían llegado a igualar un 0-2, pero ni esa ola positiva fue suficiente para acabar con la sonrisa en sus rostros. Increíble. Otro córner mal defendido y Rubén Duarte dejó sin ningún punto que sumar a los anfitriones para evidenciar que la RAE podría ponerlos como sinónimo en el término impotencia.

Porque este Sevilla, ahora de Quique Flores y de José María del Nido Carrasco en la presidencia, es una máquina de perder. Se empeña en hacerlo de las infinitas formas posibles y ni siquiera con ese amago de remontada ni uno solo de los suyos le daba crédito al equipo en los minutos que restaban después del 2-2.. A ver, que levante la mano quien no pensara que el triunfo se iría finalmente hacia Vitoria en una última acción. Un córner les bastó a los vascos, tan sencillo como eso, para golpear de nuevo y esta vez de forma definitiva.

Hecatombe, pues, del Sevilla para demostrar que una plantilla mal parida desde el principio sólo puede desembocar en el sufrimiento para todos los que sienten la fe balompédica radicada en el barrio de Nervión. Tres hombres por encima de los 35 años en la alineación inicial, antes eran cuatro, y un puñado de futbolistas que no son capaces de soportar una carrera larga en velocidad. El resultado es un cóctel imposible, porque ni tiene físico, sobre todo, ni tampoco fútbol para superar a los rivales.

Seguramente podrán tocar el balón mejor que nadie, es indudable que Rakitic, Sergio Ramos, Suso u Óliver Torres, incluso Jesús Navas, no son unos pataduras, como los denominaba un argentino, Matías Almeyda, que llegó hace mucho a otro Sevilla igual de malo, o peor, que éste. Pero no basta con tocar la pelota con cierta calidad cuando el rival no te está hostigando, también es necesario hacerlo con celeridad y, sobre todo, aguantar ese esfuerzo durante los casi cien minutos que duran en la actualidad los partidos de fútbol. En definitiva, correr una centésima de segundo más rápido que los adversarios, que también quieren lo mismo.

Y eso no sucede, la desconcentración defensiva también tiene que ver con esas cuestiones físicas y si encima esa veteranía, o la supuesta calidad, no les sirve para tener la cabeza fría en estos momentos de máxima presión, pues la consecuencia es que este Sevilla parece que juega cada semana contra el Manchester City de Pep Guardiola, al que, por cierto, sí fue capaz de plantarle un pulso en el arranque del curso. Nada que ver aquello con esto, como decía Mendilibar si este equipo se dedicaba a tocar era un cadáver. "Estamos muertos", comentaba el entrenador vasco en su día.

Pues nada, el tiempo se encarga de cargar de razones a hombres con la sabiduría del último técnico que llevó al Sevilla a un título europeo. Esta vez fue el Alavés el encargado de aprovecharse de semejante caricatura de equipo. Le bastó al cuadro vasco con protegerse bien en el arreón inicial y con saber esperar a que los propios anfitriones le abrieran los caminos en cualquier acción aislada. Tocó en esta ocasión que sucediera a través de un córner, defendido como si estuvieran muñecos de los entrenamientos, sin ninguna capacidad para anticiparse a los rivales. Guridi se adelantó en el primer poste y Tenaglia sólo tuvo que desviar la pelota en el corazón del área pequeña. Todo demasiado fácil, desgraciadamente para los sevillistas.

Era un castigo exagerado por el juego practicado por los blancos en el arranque del choque, pero no por ello menos previsible. El cuadro de Quique había partido con demasiados hombres ideales para tocar el balón y con el debutante Isaac en la punta del ataque. Mientras tuvieron fuerzas y fueron capaces de presionar muy arriba, sí llegaron a la portería del Alavés, pero cuando fueron quedándose sin aire, sobre todo Ocampos y el propio goleador del filial, que no paraban de correr por todos los demás, la cosa comenzaría a cambiar. A peor, por supuesto.

Es cierto que la buena suerte tampoco acompaña a los blancos y eso se evidenció en el disparo de Jesús Navas que se estrelló con violencia en el travesaño nada más comenzar (2'), pero esas circunstancias también son propia del fútbol. Kike Salas (7') y Ocampos (11') tuvieron sendos cabezazos, pero la pelota no quiso entrar en esa primera acometida sevillista y después todo iba a ir a peor.

Tanto que el Alavés se puso con un 0-2 como quien no quiere la cosa, también con un disparo de Kike García que se envenenó tras tocar en un Kike Salas ya lesionado entonces. Pero la ruina pudo ser incluso mayor cuando Dmitrovic sí hizo un verdadero paradón para evitar el 0-3 (46'). Así se llegaba al intermedio y nadie ponía ni un solo euro por el futuro de un Sevilla cada vez más despeñado hacia el abismo.

La situación se repitió tras el intermedio y entonces fue Luis Rioja quien se quiso gustar en exceso en su regodeo tras una pérdida de Sergio Ramos y desaprovechó la oportunidad de sentenciar para los suyos (57'). Quique agotó los cambios y, al menos, le inyectó algo de energía a los suyos durante la fase en la que los recién salidos aún tenían ese ímpetu. Los rebotes esta vez beneficiaron a los anfitriones y Rafa Mir recortó con el pecho para que después se produjera el penalti de Benavidez a Mariano.

Pero ni siquiera así pudo sumar el Sevilla. La segunda derrota consecutiva en casa llegó a través de un nuevo córner pésimamente defendido en esos marcajes en zona, la mayoría, que son incapaces de proteger a Dmitrovic. El Sevilla Fútbol Club era la fiel definición de la impotencia. Y todo por ser, a día de hoy, un pésimo equipo de fútbol en todas sus áreas, desde los dirigentes hasta los futbolistas, pasando por el director deportivo y el entrenador. No hay más, el abismo está cada vez más cerca y es hondo, muy hondo.

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